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Un enfermo de 84 años lleva un mes atrapado en su casa al averiarse el ascensor

Es la segunda vez que ocurre en dos años

Imagen de José Pepiol, de 84 años, en el salón de su casa en la calle Sueca de Alzira | RAFA NOGUÉS

La historia se repite. José Pepiol tiene 84 años y vive en un quinto piso de un bloque de viviendas sociales de Alzira. Hace un mes, el ascensor dejó de funcionar y quedó totalmente incomunicado con el mundo exterior, puesto que requiere de este servicio para salir a la calle y para acudir a sus habituales citas médicas, ya que es un enfermo crónico.

Y no es la primera vez que ocurre. En julio de 2019, Levante EMV ya se hizo eco de una situación parecida. Ahora, dos años después, tanto él como su hija vuelven a sentir la preocupación de no saber si serán capaces de actuar con suficiente celeridad en caso de que haya una emergencia sanitaria en casa como consecuencia de la avería que registra el ascensor desde hace nada menos que cuatro semanas.

José está a cargo de su hija Esther, que se ocupa de cuidarle día y noche. Que el ascensor esté inutilizado y que la empresa no haya reparado hasta ahora es un grave inconveniente para ella. «Sin ascensor mi padre no puede salir, está totalmente aislado», declara Esther. Su padre hace años que sufre problemas pulmonares y se desplaza haciendo servir una silla de ruedas. Por recomendaciones médicas necesita salir a la calle, pasear y respirar el aire del exterior. Pero no puede hacerlo desde hace un mes.

«Necesitamos que nos ayuden con urgencia, que hagan algo», reclama Esther, que también apunta: «Si mi padre tuviera alguna complicación médica, el no tener ascensor podría comportar una desgracia». La hija de José también subrauya la pérdida de tiempo que supone trasladar a su padre al centro de salud. Cuando el ascensor está en funcionamiento, la familia ya tarda diez minutos en trasladarse al hospital, pese a vivir a apenas un kilómetro.

Si no funciona, Esther se ve obligada a llamar a los sanitarios, que deben subir al quinto piso, recoger al padre, bajarle por las escaleras con un mecanismo doloroso para José y, en última instancia, transportarle al centro asistencial. «Cada vez que vienen los médicos tardamos un mínimo diez minutos en salir a la calle. Ese tiempo puede ser crucial para la vida de mi padre»,alerta Esther.

Falta de información

Hace semanas que la familia intenta contactar con la empresa encargada de la instalación, mantenimiento y reparación del ascensor, pero sigue sin obtener respuesta. Tampoco ha podido establecer comunicación con la Entidad Valenciana de Vivienda y Suelo (EVha) de la Generalitat. «A todos los vecinos nos gustaría que nos dieran una explicación y, de paso, que se disculpasen, sobre todo por el caso de mi padre», declara Esther.

Obviamente, José y Esther no son los únicos perjudicados por la avería del ascensor. En esta finca de viviendas sociales, propiedad de la EVha, viven alrededor de 27 familias, cada uno con sus respectivos problemas.

Por ejemplo, Silvia es una vecina del bloque, que vive debajo de José y Esther. Es madre de tres hijos y uno de ellos aún requiere de un cochecito para desplazarse. Para esta madre, llevar a los niños al colegio, hacer la compra o pasear al más pequeño de la casa supone un suplicio, ya que cada vez tiene que hacer frente a las largas escaleras del edificio.

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