El caqui de la Ribera traspasa una gran cantidad de fronteras todos los años. También en viajes pioneros, como el que comenzó ayer. Cerca de 7.000 kilos partieron desde Carlet con destino a Rungis (París) en un innovador contenedor de refrigeración pasiva que reduce el consumo de energía y, por tanto, su nivel de contaminación.

Ocho palets que realizarán su primer viaje en el contenedor pasivo inteligente que la solución SmartEcoReefer desarrollada por la compañía Inprous-PRS, pone al servicio del sector agroalimentario, en una prueba piloto en la que participan Anecoop y su cooperativa socia Sant Bernat de Carlet con el soporte del proyecto europeo Trails.

La prueba piloto espera verificar algunas de las ventajas que se le presupone a este nuevo sistema. Por un lado, una autonomía del contenedor de 12 a 25 días. Al ser de tipo pasivo carecería de problemas mecánicos. Se estima que puede alcanzar una reducción del 81,9 % de reducción de consumo de energía y de la huella de carbono del proceso logístico. «En caso de carga con energías renovables hablamos de un impacto de cero emisiones», matizaron fuentes de Anecoop.

Además, el tipo de frío que genera limita la proliferación bacteriana o viral, pudrición y mantiene una mayor frescura y calidad del producto. También está perfectamente adaptado para el uso del ferrocarril. De hecho, está previsto que el transporte por camión llegue hasta Perpiñán, desde donde hará el viaje restante a París en tren.

El objetivo del proyecto europeo Trails es crear un piloto de transporte multimodal transfronterizo de larga distancia, para demostrar que esta innovación y este nuevo contenedor se adapta al transporte por ferrocarril de los productos del sector hortofrutícola en temperaturas frías positivas para favorecer el cambio modal, ahorrar CO2 y desatascar las carreteras.

Según explicaron las mismas fuentes, el impacto anual de los contenedores de refrigeración convencionales en las operaciones de importación y/o exportación hacia y desde la Unión Europea a África y Oriente Medio, se sitúan en los 600 millones de toneladas de CO2 emitidas a la atmósfera y un consumo de 1,2 billones de kWh, debido al consumo de energía de la unidad de refrigeración. Por otro lado, el desperdicio alimentario de la UE alcanza los 80 millones de toneladas, lo que equivale a 160 kg/persona al año, con un coste de 143.000 millones de euros. «Esto se debe a la poca fiabilidad de la cadena de frío convencional, lo que equivale a una insuficiente calidad de conservación en transportes de larga distancia de productos altamente perecederos», añadieron.

Menos problemas técnicos

De ahí que, el sector logístico se enfrente a numerosos retos para optimizar el transporte de productos perecederos, entre los que destaca el mantenimiento de la temperatura y la dependencia del suministro de energía a lo largo del trayecto.

Por la frontera hispano-francesa pasan más de 15.000 camiones al día, de los cuales el 40% son refrigerados que transportan productos de frío positivo o negativo. Es decir, se trata de un sector estratégico para la economía española y francesa (frutas, verduras, carnes congeladas). «Hasta la fecha, el 90% de los volúmenes de estos productos se transporta por carretera y el desplazamiento modal al ferrocarril es complejo debido a la falta de suministro eléctrico ferroviario, la discontinuidad del corredor mediterráneo y también a la falta de medios técnicos. Sin embargo, estos contenedores permiten transportar estos productos agroalimentarios de forma segura, fiable y sin dificultades técnicas ni medio ambientales», concluyeron.