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La biodiversidad del Magro ya se resiente por la presencia de siluros

No se ha capturado ninguna anguila en tres años y la perca sol ha pasado de 43 ejemplares a solo uno

Voluntarios ambientales del Marquesat durante la instalación de las trampas en el Magro en la última campaña. | GAMM

Las campañas de control de la población de la tortuga autóctona en el cauce del Magro a su paso por el Marquesat no solo permiten constatar la presencia moderada de una especie invasora como el galápago de Florida, sino también que persiste otra preocupante realidad. Las capturas de otras especies en las trampas que cada verano colocan los voluntarios ambientales en los mismos puntos del cauce se mantienen bajo mínimos, cuando no han desaparecido por completo, desde que en el año 2019 se detectara en este tramo del Magro por primera vez la presencia de siluros, una especie exótica altamente invasora que se introdujo en embalses y ríos para la pesca deportiva y que arrasa con la fauna acuática autóctona e incluso con otras especies invasoras presentes en el río.

Los datos de la última campaña del proyecto Emys, una iniciativa de Acció Ecologista Agró que en el Magro cuenta con la colaboración del Grup d’Acció Mediambiental del Marquesat (GAMM), el Grup Aventurer de Carlet y los voluntarios de Llombai, confirman las sospechas del año anterior. Llama especialmente la atención que en los últimos tres años no se ha recogido ninguna anguila en estas trampas cuando en 2018 se capturaron 13, que después se devuelven al río, mientras que este año tampoco ha aparecido en los controles que en días alternos realizan los vountarios ninguna carpa común. Se trata de la segunda campaña en que no se captura ningún ejemplar de este pez de agua dulce cuando en los sondeos realizados en 2018 se contabilizaron 24, una cifra que el año siguiente se redujo a solo tres.

Aunque los grupos ecologistas sospechan que la presencia de siluros en el Magro es anterior ya que existen indicios de que en 2012 se pudo realizar una suelta de alevines, las alarmas saltaron en 2019 al documentar un primer ejemplar de un tamaño notable mientras que, hace justo un año, se detectó en Catadau un segundo siluro de 65 centímetros de longitud. Acció Ecologista Agró ya alertó en ese momento de la posibilidad de que los siluros se pudieran estar reproduciendo en estas aguas.

Fuentes del GAMM advierten de que si bien son varios los factores que pueden provocar esta merma de capturas, los efectos de esta especie depredadora se presumen como una factor determinante que ha provocado que, por ejemplo, las capturas de cangrejos de río, otra especie invasora que ha colonizado el Magro, se haya reducido al mínimo en los tramos que desde 2018 controlan los voluntarios ambientales de la zona. De los 47 ejemplares que aparecieron en las trampas durante la campaña de 2018 se pasó al año siguiente a tan solo ocho, en 2020 apenas se contabilizaron tres y la campaña del pasado verano únicamente ha computado dos ejemplares. Los datos corresponden a las trampas que todos los años se colocan en el entorno de l’Assut Vell, un tramo de río entre Catadau y Alfarp, lo que permite una comparativa más fiable si bien es cierto que este año se realizó una prospección en otro tramo del Magro a la altura de Llombai en la que sí aparecieron abundantes ejemplares de esta especie.

El GAMM apenas contabiliza este año un ejemplar de perca sol, cuando en 2018 se capturaron 43; ninguno en 2019 y 18 el año pasado, y suma un segundo año sin ninguna captura de «Mugil cephalus», si bien se trata de un pez por significativo en las estadísticas que realizan los voluntarios. Este año solo ha capturado una perca americana cuando en 2018 se censaron nueve.

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