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Julián Perea ya levanta el peso de ser una figura histórica

Alzira despide hoy al que fuera fundador del club de halterofilia y entrenador de Lorenzo y Mónica Carrió o Gemma Peris, entre otros deportistas que alcanzaron las cimas más altas

Julián Perea realiza un levantamiento en 1963, un año después de la constitución del gimnasio Atlético Alcira. | LEVANTE-EMV

El pasado lunes falleció un mito de la halterofilia española, Julián Perea. Un hombre «chaparro» -como él mismo decía- pero grandísimo en bondad y sapiencia que llevó al Club de Halterofilia Alzira a lo más alto del panorama mundial.

Recepción a Mónica Carrió tras ganar el mundial (1995). | LEVANTE-EMV

Nació en 1936 en Socuéllamos (Ciudad Real) en plena Guerra Civil y con ocho años llegó con su familia a Guadassuar. Pronto comenzó a alimentar su pasión por los deportes de fuerza: el boxeo, la lucha libre y la halterofilia. Por medio de una revista, comenzó a practicar el deporte de las pesas y a admirar a Antonio Climent, un campeón de España, natural de Gandia hasta donde se trasladaba con su moto Torrot para asistir a cursos. Con motivo de su enlace con Maruja Bermell, en 1958 se trasladó a Alzira.

Inauguración del gimnasio. | LEVANTE-EMV

Junto a Rafael Gómez empezó a practicar la halterofilia en un pequeño local cedido por el párroco Vilar junto a la desaparecida ermita de la Sagrada Familia en su querida Alquerieta. «Nos construíamos pesas llenando cubos con cemento Portland pero nos enfadábamos porque se rompían cuando las dejábamos caer a tierra», explicó en su momento. Animado por Dionisio Bru, en 1962 constituyó el gimnasio Atlético Alcira y en 1966 obtuvo el título de entrenador nacional. Ya desde los primeros campeonatos empezaron a destacar discípulos como Vicente Calatayud, Salvador Amat, Juan Prats, Mateo Giménez, Juan Borrás, Bernardo Fernández o Tomás Sarrión. Calatayud y Amat fueron los primeros campeones de España que dio el club y formaron parte de la Selección Española A principios de los 70 el que después sería presidente de la Federación Española e Iberoamericana y ahora, de nuevo, de la Valenciana, Emilio Estarlik, lo conoció «cuando era entrenador de la Selección Valenciana». «Hemos sido uña y carne y ha sido un pilar fundamental de la federación», reconoció el propio Perea. Estarlik, de ascendencia sumacarcelina, recordaba que en 2004, cuando le atenazaba un cáncer, «quiso venir aunque le costase la salud a los Juegos Olímpicos de Atena».

Medalla al mérito deportivo

Después llegarían los Antonio Huertas, Paco Llinares, Pedro Culebras, David Martí, Jorge Pau o Toni Gordó. Éste rememora cómo «entró por casualidad al gimnasio de la calle Naranjo». «Se fue la luz y vi que entre cirios se escuchaban los ruidos de las pesas. Me acerqué y en nada estaba entrenando a sus órdenes, con quien fui campeón de España junior», añade.

En 1983 apareció el que posteriormente sería el mejor levantador de España, Lorenzo Carrió, atraído por su primo Juan Carlos Benedito. Después sería el turno de los Juan Carlos Presencia, Mónica Carrió, Estefanía y José Vicente Juan, Gemma Peris, Javi Lairón, Julio López o José Luis Ríos. Bajo su dirección, el club logró seis campeonatos de España, cinco consecutivos. Sus enseñanzas fructificaron en tres atletas olímpicos consecutivos: Lorenzo, Mónica y Gemma. Estas dos y Estefanía lograron los títulos de campeonas mundiales junior y cientos de subidas al podio en las diferentes competiciones españolas, europeas y mundiales. Gemma Peris recordaba: «Vino al colegio a promocionar el deporte. Nos puso un vídeo de Estefanía y por la tarde ya estaba entrenando en el gimnasio».

Pero si de un triunfo quedó más satisfecho fue de que el Ayuntamiento de Alzira construyese en 1999 el gimnasio que, cómo no, debía llevar su nombre. Lejos quedaba ya la peregrinación por el gimnasio del instituto rey don Jaime o los bajos de la tribuna del campo de Venecia y finalmente el reducido gimnasio del Fontana Mogort que se demolió para construir la instalación actual.

En 2011, a sus 75 años, recibió de manos de la infanta Cristina la medalla de bronce con la que se acreditaba su ingreso en la Real Orden del Mérito Deportivo por su «brillante trayectoria profesional, que ha servido de forma decisiva a la proyección nacional e internacional del deporte español». Era tan humilde que tras recibirla dijo: «Aunque la medalla me la han entregado a mí, un pedacito les corresponde a cada uno de los deportistas que han logrado tantos éxitos». Seguro que sin la constancia de Julián Perea estos deportistas no habrían logrado tantas medallas.

La semilla que florece

En 2016, un ictus sesgó parte de esa fuerza innata y dejó la presidencia y dirección de los entrenamientos, pero la semilla sembrada ya florecía. Contaba con algunos de esos campeones como Lorenzo Carrió, Juan Carlos Presencia o Javier Lairón que se repartieron el trabajo que Perea realizaba solo y asumieron los entrenamientos de la cantera de futuros campeones. Su último logro fue animar a Mónica Carrió: «Volví a coger las pesas y me proclamé la primera campeona de España máster». Su retorno al mundo de la halterofilia le ha llevado a ser sucesora de Julián y Lorenzo en la presidencia del club y ser jueza internacional, faceta que también le inculcó el señor Julio para que siguiera vinculada al deporte y que en 2024 le podría llevar a otros Juegos Olímpicos, los de París 2024. Como el Cid Campeador, después de fallecer Julián Perea seguirá cosechando triunfos ya convertido en leyenda.

Ayer recibió la visita de cientos de personas en el tanatorio Santos Patronos y hoy tendrá lugar su funeral a las 12 en la iglesia de San Juan. Desde Levante-EMV nos adherimos a las condolencias ya que Julián Perea fue un colaborador más de nuestro diario al abastecernos de cientos de notas de prensa para que su deporte tuviera la máxima repercusión posible.

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