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Alzira da la vuelta al semáforo

La construcción de rotondas para eliminar cruces se extiende por el casco urbano en un nuevo modelo que también acorta el ancho de las calzadas para disminuir la velocidad de los vehículos

Una de las rotondas que ha sustituido la regulación por semáforos en el cruce de Josefina Fernández con la avenida del Parc. | PERALES IBORRA

La supresión de cruces regulados por semáforos con la construcción de pequeñas rotondas o la declaración de Alzira como «Ciutat 30» antes incluso de que la DGT impusiera este límite de velocidad en los núcleos urbanos son posiblemente los aspectos más llamativos de un nuevo modelo de ordenación del tráfico que poco a poco se extiende por las calles de la ciudad con una doble finalidad, pacificar la circulación y mejorar la seguridad.

El aparcamiento en batería ayuda a estrechar la calzada. | PERALES IBORRA

No obstante, la estrategia contempla otras aristas que han llegado a generar dudas en los conductores, cuando no contestación, como la reducción del ancho de la calzada en calles o avenidas que tenían carriles generosos, aunque la Policía Local tiene claro que se trata de una medida «de manual» para conseguir el objetivo perseguido: reducir la velocidad de los vehículos que circulan por la ciudad. «Si consigues que la gente reduzca la velocidad reduces el peligro», resume el comisario jefe de la Policía Local, Jorge Iglesias, quien señala que se trata de un cambio de paradigma en el modelo de tráfico, que precisa de un cambio de mentalidad.

La instalación de una rotonda provisional en el cruce de la avenida del Parc con la calle Alquenència permitió al Ayuntamiento de Alzira eliminar en diciembre hasta 17 semáforos en tres intersecciones separadas por muy pocos metros. En los últimos días se ha habilitado otra pequeña rotonda en el enlace de la avenida Josefina Fernández con Prior Morera. En este caso no existían semáforos, aunque estas pequeñas glorietas favorecen la creación de pasos de peatones en zonas que carecen o son deficitarias, otro de los objetivos de esta estrategia. Se trata de las dos últimas rotondas habilitadas que dan continuidad a las instaladas en los cruces de las avenidas Padre Pompilio y José Suñer Orovig o en la calle Joanot Martorell.

Mayor fluidez y seguridad

«Decidimos probar con la instalación provisional de rotondas, que no es la solución más drástica que contemplan los manuales -apunta Iglesias-, para ver cómo funcionaba y vimos que, no solo no salió mal, sino que fue muy bien porque con menos velocidad consigues más fluidez y más seguridad al incrementar también los pasos de peatones», expone el comisario jefe de la Policía Local, que destaca que estrechar la calzada es otro de los aspectos fundamentales para reducir la velocidad de los vehículos en el casco urbano.

«Todos los catálogos técnicos señalan que para reducir la velocidad hay que reducir el ancho y lo estamos haciendo con un aumento de las plazas de estacionamiento», destaca Jorge Iglesias, que señala que sólo con la remodelación realizada en el entorno del parque de l’Alquenència se han generado un centenar de plazas «que siempre vienen bien» y otras 30 en el enlace de J. Fernández con Prior Morera.

Estacionamiento en batería

«Al crear estacionamiento reduces el carril y la gente se contiene, la percepción que se tiene de la velocidad a la que puedes circular es menor que cuando tienes un carril mucho más ancho», relata. La primera intervención más clara en este aspecto corresponde a la realizada en la avenida Luis Suñer, donde se habilitó el estacionamiento en batería en lugar del cordón, si bien el mando policial recuerda que también en las calles Xúquer o Joanot Martorell y en la avenida Suñer Orovig se habilitó estacionamiento para reducir el ancho de los carriles. «Eran calzadas muy anchas y en Suñer Orovig incluso con dos carriles y de forma continua había accidentes y, además, graves», incidió.

Paralelamente, los responsables del tráfico empezaron a buscar alternativas a los cruces regulados por semáforos. «Nos dimos cuenta de que los semáforos no eran una solución porque entre uno y otro la gente seguía circulando a una velocidad inadecuada y, en este caso, además, se trata de una instalación muy antigua que habíamos intentado arreglar durante años y no se acababa de encontrar la solución», recordó. En este contexto se decidió optar por las pequeñas rotondas como alternativa que, según defiende, ofrecen como resultado la misma o mejor fluidez para el tráfico, pero más seguridad. Según señala, la sensación que perciben de los conductores es que «están satisfechos» con esta solución que poco a poco se ha ido consolidando con la sustitución de elementos provisionales por rotondas de obra. «Muchas veces el problema es de mentalidad, pero cuando la gente ve el resultado está contenta», apostilla.

«La gente tiende a asociar seguridad con una mayor lentitud al circular, pero no es así. Los semáforos pueden dar una sensación de más velocidad pero, como mucho, circulas igual que con las rotondas y un ejemplo de que la fluidez es buena es que mucho tráfico del interior del casco urbano va a buscar esas rondas», argumenta Jorge Iglesias, quien destaca como otro factor positivo la reducción del número de accidentes.

Una revisión de la estadística de siniestros de relevancia constata una curva descendente en los últimos veinte años. El comisario jefe de la Policía Local de Alzira detalla que si a principios del nuevo milenio se registraba una media anual de 500 percances, que bajó a 400 en el segundo lustro y algo más en los años siguientes, «a partir de 2018 estamos hablando de unos 200». Aunque el año 2020 es atípico por el confinamiento, solo dejó un atropello frente a una media anual de entre 10 y 12 y también han bajado de forma progresiva los accidentes con heridos, de 51 en 2019 a 36 el año pasado.

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