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Dos jóvenes de Alginet despuntan en robótica con coches autónomos

Elena García y Julen Morante ganan un concurso nacional con un coche capaz de aparcar o realizar servicios de ambulancia y transporte escolar

El equipo de Elena García y Julen Morante durante el certamen nacional. | LEVANTE-EMV

Elena García y Julen Morante son dos jóvenes de Alginet, de 20 y 24 años respectivamente, que se han proclamado vencedores del concurso nacional de vehículos autónomos, organizado por una conocida marca de automóviles. García fue la encargada de coordinar el equipo, en el que también tomaron parte otros estudiantes y apasionados del mundo de la robótica. Talentos precoces que acercan el futuro al presente.

El robot ha dejado de ser ciencia ficción. Hoy ya es una realidad que conjuga diversas dsciplinas: «La robótica se basa en cuatro pilares: la mecánica, la informática, la electrónica y el diseño. Un robot nace de la unión de esas cuatro columnas, pues tiene elementos mecánicos para el movimiento, informáticos para programarlo, electrónicos para que funcione, y de diseño para que sea visualmente agradable a la vista», comenta Julen Morante.

Morante y García construyeron un coche autónomo con diferentes funciones para participar en el concurso. «Empezamos a trabajar en él hace un año e íbamos haciendo pruebas porque nno teníamos experiencia», apunta Elena García. «No esperábamos ganar. Tuvimos que realizar diversas tareas pero nos encontramos baches por el camino, como que el robot no respondía o daba errores. Informáticamente, el resultado fue muy satisfactorio, pues hicimos mucho trabajo que nos quitó muchas horas de sueño», añade.

El equipo del que formaban parte los dos jóvenes de Alginet consiguió que el coche robotizado que habían ingeniado realizara funciones como aparcar «simulando fielmente como lo hace un coche de verdad» y efectuara un servicio de ambulancia o de transporte escolar: «Realmente te dices ‘ostras’, esto el día de mañana puede ayudar a la gente», admite ilususionado García. Competiciones como esta permiten conocer cómo serán los coches-robot del futuro. O al menos los diseños que se pretenden impulsar. Autónomos y con múltiples funciones.

Aplicaciones de presente

Pero la robótica del futuro ya está aquí. Así, Julen Morante pone sobre la mesa el que considera el mejor ejemplo: «Los robots Boston Dynamics, que son humanoides avanzadísimos y que, además, tienen la misma libertad que la mente de un humano. Cada vez nos acercamos más a la ciencia ficción y piensas ‘guau’, es increíble cómo se ha llegado a conseguir esto», exclama emocionado. Y añade: «Ya hay en Asia robots humanoides trabajando en la recepción de un hotel o de camarero en un restaurante. La verdad es que da miedo pensar hasta dónde podemos llegar con la inteligencia artificial».

La robótica comienza a generar grandes beneficios para el ser humano. Una máquina es capaz de ayudar a niños con discapacidad intelectual: «Tenemos el robot NAO, que se ha hecho bastante famoso, ha salido hasta en televisión. Tiene la altura y la apariencia de un niño. Fue usado en un estudio para observar la reacción de los pequeños con deficiencias mentales. Interactuando con ellos, se vio que el niño tiende más a hacer caso al robot que a su terapeuta, con lo que es más fácil llegar a ellos y le podemos transmitirle el mensaje que queramos a través de la máquina», detalla.

Julen Morante y Elena García comparten, además de su pasión por construir máquinas autómatas, estudios, ya que ambos han pasado por el mismo título en el campus de Alcoi en la Universitat de València. Él es graduado en Ingeniería Mecánica, que casi nada tiene que ver con la robótica: «La electrónica no se ve casi nada en el Grado, nos centramos en la instalación eléctrica de una nave industrial o un domicilio. Y de informática solo hay una asignatura», explica. Coincide con él su compañera, Elena García: «Ingeniería te aporta muchas cosas, es una carrera muy bonita, pero de la rama de informática vamos muy cortos», añade.

Ambos, sin embargo, tenían clara su inclinación por la robótica desde su infancia. Estudiar la carrera de Ingeniería mecánica no es un ‘palo’ para ellos. Su trabajo en el club de robótica les motiva, un sentimiento que se acrecenta cada vez que se presentan a concursos de este tipo: «Aprendes mucho de los conocimientos que adquieren los equipos en los que te integras para concursar», explica Morante. Por su parte, García añade que: «Lo que aprendemos bajo presión en un concurso motiva muchísimo».

Gracias al estudio de su Máster en Robótica, del que solo le queda entregar su trabajo final «que es un lío bastante grande», ya que va a hacer junto con un compañero «un brazo industrial partiendo de cero», Julen Morante ha conseguido ya su primer empleo en la empresa I+D Robotic Enginery, de automatizaciones en plantas industriales, en la que está «muy a gusto». Sobre su futuro, tiene claro no quiere dejar de hacer lo que le gusta y espera «tener tiempo para seguir aprendiendo». «Me encantaría jubilarme habiendo hecho proyectos de este tipo», añade.

Elena García, por su parte, tiene más «difuso» su futuro, pero manifiesta su alegría porque la empresa de fabricación de vehículos que organizó el concurso nacional en el que vencieron: «Nos dijo que estaban interesados en nuestros currículums. Este concurso me ha abierto muchas puertas, aunque aún no he acabado, y le da sentido a mi trabajo y esfuerzo, lo que me motiva muchísimo para seguir», concluye.

Diseñar un brazo industrial

Ambos comparten un intinerario académico alejado de las máquinas autómatas que crean

Ò.Martínez. alzira

Ya que su rama de estudio no les permite adentrarse en los entresijos de la robótica, todos los conocimientos que ambos adquieren sobre este tema los aprenden de forma autodidacta. Principalmente en los concursos, aunque también en el club de robótica que se ha creado en el campus de Alcoi, en el que comparten su pasión con otros compañeros y profesores: «Me pareció maravilloso de que hubiera un club como este, además de que aquí en Alcoi hay un ambiente más íntimo y se aprende muchísimo», explica al respecto Elena García.

Autodidactas a través de un club de aficionados

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