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Pueblos arraigados en dos comarcas

El estudioso Francesc X. Martí defiende que Castelló, Senyera, la Pobla, Sant Joanet, Manuel y l’Énova forman una «unidad indiscutible»

Vista aérea de Castelló y sus municipios colindantes, con el mar al fondo, en una imagen reciente. | PERALES IBORRA

El sentimiento de pertenencia a un territorio va más allá de las líneas imaginarias que se dibujan sobre el globo terráqueo y a las que algunos se aferran como si fuesen sagradas. Una persona puede formar parte de una demarcación geográfica sin dejar de lado sus raíces, que le diferencian del resto. Ser parte de un todo sin que ello implique perder esa característica que le hace único. Entre dos tierras, que dirían Enrique Bunbury y los suyos. Algo que conocen muy bien los vecinos de Castelló i les Énoves, vinculados tanto a la Ribera como la Costera.

El estudioso de la historia de Castelló Francesc Xavier Martí i Juan aborda esta cuestión en un extenso trabajo titulado «Castelló i les Énoves, són de la Ribera?», que forma parte del volumen editado por Joan Català i Cebrià con motivo de la XVII Assemblea d’Història de la Ribera. En él, el autor analiza la situación geográfica, histórica y, en cierto modo, sentimental de estos municipios a diferentes niveles.

Para Martí, hay una cuestión innegociable dada su identidad compartida: «Castelló, Senyera, la Pobla Llarga, Sant Joanet, Manuel, l’Énova y Rafelguaraf constituyen una unidad indiscutible», expone. Y se refiere a su conjunto como Castelló i les Énoves, la denominación también utilizada por Juan Piqueras Haba, Catedrático de Geografía de la Universitat de València.

Para entender los vínculos con otros pueblos de la Ribera y con Xàtiva, por un lado, el autor analiza las demarcaciones geográficas a lo largo de la historia. Al respecto, apunta que durante cuatro siglos, entre 1307 y 1707, «los pueblos de Castelló i les Énoves forman parte de la Sotsgovernació dellà lo Xúquer, es decir, de Xàtiva». «El límite septentrional era el Xúquer, pero Carcaixent, que era del término de Alzira, formaba parte de la gobernación de València», añade. La Pobla Llarga, por su parte, fundada en 1317, se incluyó en la jurisdicción de Alzira hasta 1646, cuando pasó al término general de Carcaixent. Hay que remontarse hasta 1833 para encontrar la actual división provincial, que ya dejó de lado el río como límite, «y la antigua gobernación de Xàtiva se repartió entre las provincias de València y Alacant».

División judicial

Por lo que respecta a los partidos judiciales, la división fue diferente. «Des del 21 de abril de 1834, Castelló formó parte del partido judicial de Alberic, junto con Alcàntera, Antella, Beneixida, Càrcer, Cotes, Gavarda, la Pobla, Sant Joanet, Senyera, Sumacàrcer y otros. En el de Xàtiva se incluyeron l’Énova, Manuel y Rafelguaraf», expone el autor. Durante muchos años, el partido de Alberic se suprimió y recuperó en diversas ocasiones. Algunos pueblos, como Castelló, mostraron entonces ciertas reticencias a pertenecer al partido de Alzira. Fue más de un siglo más tarde, en 1971, cuando se eliminó definitivamente la sede judicial de Alberic. Castelló, la Pobla, Sant Joanet y Senyera se integraron en Alzira. Alberic, Antella, Gavarda, Sumacàrcer, Tous y los pueblos del Vall de Càrcer. En la actualidad, ningún municipio de la comarca forma parte del partido de Xàtiva.

Otro aspecto que Martí tiene en cuenta para analizar la relación de Castelló i les Énoves con ambas comarcas es la división de las áreas de salud. Alcàntera, Beneixida, Càrcer, Cotes, Sellent, Sumacàrcer, l’Énova, Manuel, la Pobla, Rafelguaraf, Sant Joanet, Senyera y Castelló se integran en la demarcación de Xàtiva-Ontinyent. Como también guardan relación con la capital de la Costera en cuestiones económicas. En el año 1998 la Agencia Estatal de Administración Tributaria a València realizó una distribución territorial que dejaba a Castelló i les Énoves en la administración de Xàtiva. Una división diferente es la que marca la Iglesia, ya que el mapa diocesano más reciente, del año 2010, integra a Castelló y la Pobla en el arciprestazgo 29, dedicado a los santos Bernat, Maria y Gràcia, de la vicaría episcopal de la Ribera; por contra, Senyera, Sant Joanet, Manuel, l’Énova y Rafelguaraf forman parte del número 23, dedicado a la Mare de Déu de la Seu, incluida en la vicaría de Xàtiva, Alcoi y Ontinyent.

Tras analizar los escritos históricos, geográficos y patrimoniales que realizan autores Tomàs Peris, Gaspar Escolano, Rafael Martí de Viciano, Francisco Llansol o Antoni Josep Cavanilles, entre otros, el autor concluye que, efectivamente, Castelló y les Énoves no se podrían entender sin la relación con ambos territorios.

Unidos por las trágicas avenidas del río Xúquer

Una de las cosas que Francesc Xavier Martí i Juan consiera incuestionables es, precisamente, la identidad de Castelló i les Énoves se forja gracias a su unión con ambos demarcaciones geográficas: «Siempre han estado bajo el área de influencia de Xàtiva. Esta ciudad ha ejercido funciones de auténtica capital», expone, para añadir a continuación: «Pero no se puede negar que somos pueblos de la Ribera, sentimos ese vínculo, como otros pueblos regados por el Xúquer y sus afluentes. Nos unen, incluso, las desgracias, sobre todo las causadas por las inundaciones. Y no es una tontería, pues las penurias cohesionan a los grupos humanos más que la bonanza».

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