El pasado 31 de enero, una treintena de agricultores asaltaron el Ayuntamiento de Lorca (Murcia). A 247 kilómetros, el alcireño Paco Martí, sentado en el sofá frente al televisor, recordó la tensión que vivió el 20 de enero de 1986. Ese día, un millar de personas —la mayoría de ellas eran damnificados por las inundaciones de la Pantanada de Tous— se colaron en el Ayuntamiento de Alzira para protestar por los embargos ejecutados por el impago de los «préstamos de la riada».

Un día después de los incidentes, la noticia apareció en la portada del periódico Levante-EMV. La imagen —sirve también para ilustrar esta noticia— es una de las 56 fotografías que conforman la muestra que se expone en la plaza Major de Alzira. Esta exposición, que ha despertado los recuerdos de la población de la Ribera, se puede visitar hasta este domingo 27.

«Viendo las imágenes de Lorca, me vinieron a la memoria la tensión que vivimos ese día», narra Paco Martí, quien era concejal del gobierno municipal de hace 36 años. «En Lorca fueron solo 30 personas, pero aquel día se congregaron más de 1.000 personas en la plaza Major de Alzira».

Artículo interior, publicado en Levante-EMV el 21 de enero de 1986. ED

Las inundaciones provocadas por la rotura de la presa de Tous afectaron a más de 29 municipios. Casas, tiendas y empresas quedaron anegadas —el agua alcanzó los 4 metros de altura en la capital de la Ribera Alta— y los vecinos de la zona tuvieron que recurrir a préstamos bancarios para hacer frente a esta situación. Cuatro años después, ahogados por los pagos, los comerciantes convocaron un cierre como protesta, pero los manifestantes acabaron ocupando el consistorio durante unas cuantas horas.

«A los manifestantes no les faltaba razón en sus demandas, pero ese día se perdieron los papeles», reconoce. Martí apunta a que la oposición alentó esas protestas contra la administración local: «El PSOE tenía 16 ediles de 21. Las consecuencias de la Pantanada de Tous se utilizaron con intereses políticos para desgastarnos».

El asalto al Ayuntamiento de Alzira se expone en el panel número 11. A. PERALES / F BUSTAMANTE

Paco se encontraba en el edificio cuando comenzaron los altercados, aunque reconoce que «en ningún momento, tuvimos miedo». Aquello que sintió ese día fue tristeza: «Había personas que conocías; eran amigos o compañeros de pupitre, que nos insultaban». Con el paso del tiempo, es consciente que el ayuntamiento es la administración más cercana a la que acudir a protestar; pero sigue sin entenderlo. «Estábamos dejándonos los cuernos trabajando, haciendo gestiones para conseguir aplazamientos...», explica justo antes de suspirar y continuar el relato. «Yo vivía enfrente del ayuntamiento. Mi hija tenía entonces dos años. Por la calle, había personas que te increpaban, que te insultaban. Fue una situación difícil de digerir», confiesa.

Este sentimiento de tristeza lo comparte con Pedro Grande, quien ocupaba el cargo de teniente de alcalde en aquel momento. Fue uno de los que atendió a los manifestantes, junto con el alcalde Francisco Blasco: «Fue un día triste porque la política está para tratar las cosas con tranquilidad». Eso sí, al narrar sus vivencias, hace hincapié en que «no fueron violentos. Las consecuencias de la riada generaron un movimiento muy intenso en el municipio pero, tras hablar y reflexionar, abandonaron el ayuntamiento sin complicaciones», relata Grande.

Ese fue el final de este asalto al Ayuntamiento de Alzira, aunque las consecuencias de las inundaciones de 1982 continuaron generando problemas a la población; algunas de ellas perviven incluso hasta la actualidad. «Aún hay vecinos con préstamos pendientes desde entonces. Las autoridades siguen trabajando para que se eliminen», concluye Martí.

En la época de los tuits incendiarios y la polarización, la irrupción en Lorca alarmó a gran parte de la población. En Alzira, ocurrió hace ya 36 años. 

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Inauguración de la exposición "150 años de Levante-EMV" en Alzira A.Perales/F.Bustamante