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La regeneración natural da vida al monte quemado hace 10 años

El color verde ha ganado terreno al gris al recuperarse la vegetación

Durante los últimos años se han llevado a cabo iniciativas medioambientales para reforestar la montañana. | LEVANTE-EMV

La naturaleza siempre resurge de entre las cenizas. Una década después de uno de los incendios más pavorosos que ha sufrido la Comunitat Valenciana en los últimos años, la regeneración de la vegetación da vida a las zonas forestales de la comarca que ardieron por el fuego originado en Cortes de Pallás.

Fue un 29 de junio de hace ahora diez años. Las llamas surgieron de una obra de instalación de placas solares en una vivienda. Una chispa de una radial prendió la vegetación. El escenario era el propicio: temperaturas muy elevadas, fuertes rachas de viento y un largo periodo de sequía. El incendio arrasó más de 31.000 hectáreas repartidas en trece municipios, entre ellos Carlet, Catadau, Llombai, Montroi, Real, Tous y Turís.

Las primeras valoraciones estimaban la pérdida de alrededor del 90 % de la masa forestal de Catadau, de todo el monte público de Montroi, de una tercera parte en Tous, de la pérdida de unas mil hectáreas en Llombai o de alrededor de dos kilómetros cuadrados de montaña en Carlet. Enclaves como el de La Ponderosa, El Romeral, la Colaita, el Pla Filaner, Camaroges, la montaña de Matamon y muchos otros se vieron afectados por el poder devastador del incendio de Cortes. Centenares de personas de urbanizaciones tuvieron que ser desalojadas. Un desastre ambiental de una magnitud nunca antes vista. Días más tarde, tras una exploración más profunda sobre el terreno una vez se sofocaron las llamas, se cifró en más de 8.000 hectáreas afectadas en total.

La alcaldesa de Carlet, Lola Navarro, recordaba ayer para Levante-EMV la experiencia: «Por aquella época yo era concejala de la oposición. Toda la corporación municipal se reunió en el ayuntamiento y, cuando las autoridades nos lo permitieron, visitamos la zona afectada. La imagen que nos encontramos fue totalmente desoladora».

Carlet había recuperado el verde manto de la naturaleza, precisamente, tras un incendio en 1994. Y de nuevo la montaña cenicienta emergía. Como mar de fondo, los políticos progresistas denunciaban los efectos de una gestión casi nula en materia de prevención y muy deficiente en cuanto a efectivos para la extinción por parte del Partido Popular, al frente del Consell. La ya por entonces tendencia de abandonar campos de cultivo tampoco ayudó. Se dieron todos los condicionantes necesarios para un desastre ambiental de gran magnitud.

Gestión preventiva

Con el paso del tiempo, colectivos vecinales y ecologistas organizaron diversas jornadas de repoblación forestal para cambiar la paleta de colores de las zonas afectadas por el fuego. Surgió, incluso, la Agrupación Contra Incendios Forestales de Carlet, un grupo de voluntariado que vigila la montaña durante el verano. Poco a poco, la comarca recuperó la vida perdida.

«La vegetación ha crecido y ahora volvemos a ver las montañas verdes. Tras muchos años de tristeza, ahora es un placer ver cómo se ha recuperado. Ojalá no volvamos a pasar por este mal trago», sentenció Navarro.

Para evitarlo, Josep Solà, de Suma’t per Carlet, subrayaba hace varios días en la necesidad de impulsar «una estrategia política común sobre zonas montañosas». «Todos los recursos económicos, materiales y humanos destinados a esta materia siempre serán pocos. Nos encontramos en un contexto muy complicado como es la crisis climática, con altas temperaturas, sequías, abandono del medio rural y precaria gestión forestal. Hay que gestionar los bosques y valorar las montañas y el entorno rural. El sistema de extinción no es la única solución. Debemos apostar por una gestión forestal sostenible y revitalizar el mundo rural», concluyó.

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