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300 familias alzireñas costean la restauración de la torre gótica

La «eurolimosna» permite a la parroquia de Santa Catalina consolidar el campanario

A la izquierda, la torre completamente restaurada; a la derecha, el estado de deterioro que presentaba antes de las obras. | PERALES IBORRA/VICENT M. PASTOR

Euro a euro. Día a día. Alrededor de trescientas familias han costeado, de forma altruista, la urgente restauración de la torre gótica de la iglesia de Santa Catalina de Alzira. El doble de las previstas, en un principio, por el párroco, Enrique Masiá ya que, finalmente, se ha realizado una obra más amplia para consolidar la estructura, que llegó a acordonarse ante el riesgo de desprendimientos.

Casi 150.000 euros, aportados exclusivamente por los feligreses, ha destinado la parroquia a solventar las múltiples deficiencias que presentaba la torre. El consistorio, tal y como recuerda el sacerdote, cifraba la ejecución de las obras en una cifra cercana a los 87.000 euros. Se contemplaba la retirada del pináculo, que se custodiaría en el museo municipal, y la instalación de elementos protectores en el resto de la espadaña, entre otras intervenciones. La iglesia alzireña, por contra, estimaba que la intervención urgente para consolidar todos los elementos en riesgo de desprendimiento se acercaría, a lo sumo, a los sesenta mil euros.

300 familias alzireñas costean la restauración de la torre gótica

La inversión, sin embargo, ascendió hasta los 149.482,30 euros. «Una vez comenzada la obra, nos dimos cuenta que valía la pena realizar la restauración completa de la torre-campanario y así se hizo. Se realizó un nuevo proyecto, se tramitó una nueva autorización en la Conselleria de Cultura y se elaboró un nuevo presupuesto», expone el párroco que añade a continuación: «Finalmente, se contempló en la ampliación la reposición de piedra, a la altura del cuerpo de las campanas, en espacios que habían sido modificados con ladrillo».

La diferencia se observa a simple vista. El campanario presentaba estado de deterioro importante y ahora posee un aspecto inmaculado. Pese a haber resistido la fuerza de terremotos, el paso del tiempo había hecho mella en una torre cuyo origen se encuentra entre finales del siglo XIII y principios del XIV. Inicialmente estaba exenta del templo, ya que tenía un uso civil. Los expertos aseguran que se utilizada para vigilar, dar avisos a la ciudadanía y alertarla, mediante el sonido de las campanas, de cualquier peligro o posteriormente pasó a estar adosada a la parroquia por una sacristía.

Para reparar los desperfectos, el párroco abogó por una campaña que ya utilizó hace veinte años y que se bautizó como «eurolimosna», ya que implica la aportación diaria de un euro por parte de los feligreses para costear, en este caso, las obras del campanario.

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