Hace más de treinta años, una carta equivocada se convirtió en el nexo de unión entre las poblaciones italiana y valenciana de Antella. Como si se tratase de una película, aquel escrito iba a cambiar la relación entre ambos municipios, cuya existencia desconocían. Fue el cartero quien se percató de que la dirección reflejada en aquella correspondencia no pertenecía a la localidad valenciana. Tras volver a leer las directrices, descubrió que aquella Antella hacía referencia a una población italiana.
La curiosidad ante aquel descubrimiento comportó que varias personas del municipio valenciano contactaran por correo con los vecinos de aquella localidad situada en la provincia de Florencia. En 2001, Alejandro Conejero y Joan Francesc Herrero, vecinos de la Antella valenciana, iniciaron, junto a sus familias, el viaje para conocer la localidad italiana habitada por unas 2.800 personas.
«Somos unos enamorados de nuestro pueblo y decidimos coger el coche e ir a conocer el lugar», explica Alejandro. A pesar del paso del tiempo, recuerda con exactitud aquellos días en la ciudad italiana. «Lo que más nos sorprendió fue que al llegar a Italia hubiese un cartel con la inscripción Antella como ocurre en nuestro municipio», indica. Las dos familias visitaron la localidad durante siete días. «Fue una semana maravillosa, la gente nos atendió estupendamente y nos gustaría regresar», reconoce.
Intercambio
Desde ese momento, italianos y valencianos han viajado al otro país para conocer a sus homólogos. Así, Alejandro y Joan Francesc han recibido a varios vecinos de la localidad italiana. «Cuando vienen, les mostramos el pueblo y los lugares más característicos y, sobre todo, les preparamos la típica paella valenciana», indica entre risas Alejandro.
Juan Antonio Tovar también aprovechó su viaje a Italia hace veinte años para conocer esta localidad. «Estábamos hospedados a 40 kilómetros de Florencia, y como habíamos oído hablar de la Antella italiana, decidimos visitarla, ya que nos habíamos puesto en contacto con personas de la zona», añade. Reconoce que, a pesar de ser un pueblo pequeño, había varias entidades y monumentos que le llamaron la atención. Entre ellos se encontraba el Circolo Ricreativo Culturale Antella o el cementerio en el que se encuentran enterradas varias personalidades de Florencia.
Tovar explica que el intercambio constante de habitantes inició el proceso de hermanamiento entre ambas localidades, pero, en sus palabras, «no se pudo llevar a cabo porque la Antella italiana es como una pedanía».
Noelia García también visitó la localidad italiana en 2010 con motivo de su luna de miel. «Vimos que estaba cerca de Florencia y no podíamos desaprovechar la oportunidad», expone. Durante la estancia, intentó encontrar similitudes entre ambas localidades. «Hay una arboleda muy parecida a la que existía en Antella antes de la pantanada de Tous y, al observar la vista panorámica de ambas, se puede apreciar la presencia del campanario», explica. Estos parecidos han sido recogidos por Joan Francesc Herrero en el libro «Antella, dos pobles germans». En él, expone las semejanzas encontradas entre las dos localidades a través de varias fotografías.
Un nombre prerromano
En la localidad valenciana, existen varias teorías sobre el origen de este nombre. Antella, procedente de Andilla, podría derivar de una raíz prerromana que significa «fin, límite, frontera». En el caso valenciano, la localidad se encuentra en un rincón sin salida del valle de Càrcer. No obstante, los trípticos editados por la Conselleria de Cultura, bajo el nombre «Toponímia dels pobles valencians: Antella», recogen que este concepto significa «portal, límite». Por el contrario, si se realiza una búsqueda a través de Internet, el nombre se relaciona con la palabra «Antae», concepto latino que significa «los mutantes de una puerta» y se enlaza con otras poblaciones como Andilla, Antella (Florencia), Entella (Sicilia) o Antellas (Líbano).