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"Si los jabalíes tuvieran el cuello de una jirafa no dejan en el árbol ni una naranja"

El propietario de un campo ubicado junto a la Murta denuncia que los cerdos salvajes se comen toda la fruta que tienen a su altura

Segrelles muestras las cortezas que dejan los jabalíes al comerse las naranjas del árbol. | PERALES IBORRA Pascual Fandos. Alzira

«Si los jabalíes tuvieran el cuello de una jirafa no me hubieran dejado ni una naranja en el árbol». Pepe Segrelles estaba acostumbrado a que los cerdos salvajes escarbaran las raíces de los naranjos de un campo que posee en el Racó de Les Vinyes, en las inmediaciones del paraje de la Murta en Alzira, aunque este año se ha encontrado con la sorpresa de que también se han comido las naranjas que tenían a su altura en las faldas de los árboles. Primero las navelinas, después las valencias. Incluso en el esfuerzo por autoabastecerse de la fruta más madura le han llegado a romper algunas ramas. Elevó su queja a la corporación municipal en el pleno del mes de junio y está dispuesto a solicitar una entrevista con el alcalde para reiterar su malestar. «No puede ser que no me hagan caso, porque en cuatro días vuelve la navelina y no quiero que me pase lo mismo», comentó tras atender la llamada de Levante-EMV.

«Cuando llovía escarbaban junto al naranjo hasta llegar a matar el árbol, pero yo me callaba. Pero al empezar a coger color la navelina y alcanzar el punto de azúcar empezaron a comerse las navelinas. Las valencias que estaban verdes no las tocaban, pero cuando maduraron, todas las que tenían a su altura, también», incide Segrelles, mientras relata que el problema de los jabalíes se acabó cuando se comieron todas las naranjas que estaban a su altura.

Este vecino relata que adquirió hace tres años este campo ubicado junto a una propiedad que ya tenía y que, si bien siempre han habido jabalíes por la zona, «el problema ha sido este año más fuerte». Se muestra convencido de que sólo con que los cazadores realizaran alguna acción por la zona, «los cerdos ya no se arrimarían por aquí en un tiempo».

Ya sin fruta en los árboles, los últimos desperfectos que esta fauna salvaje han provocado afectan a dos pequeños plantones de granados que han derribado después de haber sido regados, aunque su huella sigue presente en el campo, repleto de cortezas de naranja de la que los jabalíes han extraído toda la pulpa de la fruta.

Según el relato de Segrelles, antes de elevar la queja en el pleno de junio trasladó su problema al ayuntamiento, que le puso en contacto con la sociedad de cazadores. «Vinieron a ver el emplazamiento y hablaron de cebar a los animales para realizar alguna espera, pero el que sigo esperando soy yo», dijo.

El concejal de Agricultura, Pep Carreres, reconoció en el pleno que Segrelles tenía un problema serio con los jabalíes y que, si bien se trata de una zona difícil, el ayuntamiento insistiría ante los cazadores para que consensuaran con el afectado alguna espera, mientras apuntaba como otra solución bastante más costosa la instalación de una tela metálica para cerrar el paso.

Pepe Segrelles señala que tiene controlados los hábitos de estos javalíes que, según indica, tienen la madriguera en un barranco próximo, salen por la noche y regresan de madrugada.

La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja) alertaba esta misma semana de que los daños que provocan los jabalíes en busca de agua y comida se disparan durante el verano y reclamaba medidas urgentes que permitan garantizar una población de fauna «equilibrada y compatible» con las actividades que se desarrollan en el medio rural. En el caso de Alzira, las quejas por los daños que provocan los cerdos salvajes en el campo se repiten desde hace tiempo ante la población creciente de una especie que carece en el medio natural de un depredador.

Árboles con las raíces completamente al aire, márgenes destrozados o la rotura de las gomas del goteo son algunas de las huellas que dejan estos animales, cuya presencia ya no solo se detecta en el entorno de las montañas, sino también junto a cauces fluviales. Los cazadores siempre han señalado que la Murta, un paraje protegido en el que está prohibida la caza, es un auténtico santuario para la reproducción de estos animales, que también han provocado accidentes, algunos de gravedad en la CV-50, de vehículos que se han topado con ellos en alguna de sus largas salidas nocturnas en busca de comida.

Una fauna al alza que provoca daños en los cultivos y accidentes de tráfico

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Pascual Fandos. Alzira

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