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La captura de tortugas se hunde en el tramo del Magro con siluros

La ausencia de otros peces en las trampas refuerza la sospecha

Los voluntarios revisan una de las trampas instaladas en el Magro durante la campaña de control realizada este verano. | GAMM

La campaña de seguimiento de la población de tortuga ibérica (Mauremys leprosa) que el proyecto Emys realiza en el río Magro desde 2018 ha resultado este verano decepcionante. Los voluntarios del Grup d’Acció Medioambiental del Marquesat (GAMM), del Grup Aventurer de Carlet y del grupo ambiental de Llombai, que colaboran con Acció Ecologista Agró en esta acción de control, únicamente han recogido cuatro ejemplares de las trampas instaladas en el río a su paso por el Marquesat, de las que tres corresponden al galápago de Florida o «Trachemys scripta», una especie invasora que compite con la autóctona por el alimento y las zonas de soleamiento, por una tortuga ibérica.

El galápago de Florida capturado en el Magro. | GAMM

Se trata de la cifra de tortugas capturadas más baja desde que se realiza este seguimiento y contrasta especialmente con los resultados de la campaña de 2021, cuando los voluntarios censaron hasta 25 ejemplares de tortuga ibérica y retiraron del río once de galápago invasor. Los colectivos conservacionistas han mostrado su preocupación ante la sospecha de que la presencia de una especie invasora y muy depredadora como el siluro, que arrasa con la fauna acuática y que fue detectada en este tramo del Magro en 2019, puede estar en el origen de este descenso de capturas.

El presidente del GAMM, Cèsar Barberá, admitió ayer que se trata de una hipótesis que se refuerza por la ausencia en las trampas de otras especies piscícolas, con la excepción del cangrejo rojo, un crustáceo invasor. En este caso, las capturas han aumentado de forma sustancial respecto del año pasado. «No sabemos cuál es la causa, en principio no hay una explicación. Una posibilidad es que por las fuertes lluvias y el aumento de la corriente del agua, las tortugas buscaron refugio en zonas más tranquilas y se han quedado allí, pero también puede ser por la llegada de especies más agresivas. Nos preocupa que sea consecuencia de la presencia del siluro, es una hipótesis porque tampoco hemos capturado apenas peces como perca sol ni anguilas», indicó Barberá.

Los voluntarios de estas tres entidades ambientales han realizado durante tres semanas un seguimiento de las trampas que instalan en el entorno de l’Assut Vell para, en días alternos, comprobar las especies y número de ejemplares que han podido caer. El acumulado hasta el año pasado desde que en 2018 arrancara el proyecto era de 59 tortugas autóctonas y 35 invasoras, principalmente galápagos de Florida. Los datos del último año, con una mayoría de tortugas autóctonas, apuntaban a una recuperación de su presencia en un río que, según señalaban los expertos, nunca ha estado especialmente colonizado por las tortugas invasoras.

No obstante, los integrantes del GAMM ya alertaron el año pasado de un descenso generalizado de otras especies piscícolas y apuntaban a la acción del siluro como una factor clave. Si bien los grupos ecologistas sospechan que la presencia de siluros en el Magro es anterior ya que hay indicios de que en 2012 se pudo realizar una suelta de alevines, las alarmas saltaron en 2019 al documentar el primer ejemplar de un tampoco respetable mientras que con posterioridad apareció otro de 65 centímetros a la altura de Catadau.

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