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El arroz más tardío siembra dudas

El temor a las tormentas también crece, al igual que los costes de producción por el alza de precios

Un grupo de personas trabaja en un arrozal entre los pueblos de Favara y Cullera, en una imagen de ayer. | PERALES IBORRA

La campaña del arroz depara muchas dudas a los agricultores de la Ribera. Aunque, a priori, se prevé una producción de gran calidad y con un volumen de grano similar al de temporadas anteriores, la actual es la más tardía que se recuerda. La benevolencia del clima y la adaptación de la cosecha a un calendario diferente se antojan como las claves que decantarán la balanza hacia el lado positivo o al negativo.

«De momento, todo va bien, pero vamos a estar pendientes a lo que ocurre en septiembre», comentaba a Levante-EMV el responsable de la sectorial del arroz de AVA, José Pascual Fortea. La tradicional suelta de aguas desde la Casa del Cano de Sueca, acto que marca el inicio de la campaña arrocera, no tuvo lugar hasta el 25 de julio. Con un mes de retraso. Ya en aquel momento, los agricultores pusieron el foco en la necesidad de ahorrar agua para contar con el caudal suficiente durante las próximas semanas.

Aunque no son las únicas incógnitas que plantea la actual temporada arrocera. «Las expectativas son buenas, pero todo son dudas. El arroz, cuando va a llenar el grano, necesita horas de sol. No sabemos cómo se va a comportar en una época en la que los días se acortan. Es cierto que en Andalucía se siembra más tarde y se consiguen buenas cosechas, pero tienen más horas de sol que nosotros», exponía Fortea.

Con el calendario previsto, la siega de la variedad bomba podría comenzar a partir de la segunda semana de setiembre, mientras que la J. Sendra no se recolectaría hasta principios de octubre. Un calendario atípico, a todas luces. «Es la temporada en la que más tarde vamos a segar», defendió el experto arrocero de AVA.

El agricultor es consciente de que su actividad depende de la bondad del cielo, aunque en este caso se añade el factor de afrontar una campaña que se sale de las fechas habituales. «Estamos totalmente en manos del clima», reconoció Fortea, que agregó: «Si llueve y el agua cae con sentido común, no pasaría nada. Pero si llega una granizada, estamos perdidos. Por poca piedra que caiga, son muchos los kilos de arroz que se lanzan a perder». Además, la preocupación sobre el clima lleva añadida otro factor: la crisis inflacionista. «Ahora mismo todo está carísimo, los costes han crecido mucho y una mínima merma podría marcar la diferencia entre ser rentables o tener pérdidas», argumentó Fortea.

Y, claro, si se habla de precios, las dudas vuelven a relucir. Hay motivos para el optimismo, pero también existen para lo contrario. «Por un lado, en el mercado nacional hay menos competencia. En Andalucía y Extremadura solo va a alcanzar el 25 % de su cosecha, por lo que solo los arroceros del Delta del Ebro y de València producimos a pleno rendimiento. Esta circunstancia debería favorecernos con un precio más elevado», comentó. Sin embargo, no todo el arroz que se puede encontrar en el mercado es de origen nacional. «Ya ha empezado a entrar el asiático», aseguró con amargura. Si la naranja valenciana encuentra en la sudafricana un gran problema, el «enemigo» de los arroceros de los comarca procede de Camboya y Myanmar.

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