La localidad de Manuel celebra durante esta semana, en concreto del 14 al 22 de agosto, el 775 aniversario de la «Troballa de la Mare de Déu de la Misericordia» y el 25 aniversario de su proclamación como Patrona Canónica. Como novedad, y coincidiendo con esta efeméride, la imagen está recorriendo durante estos días las diferentes calles de la población y, además, cada noche permanece custodiada en casa de nueve vecinos de la localidad.
El itinerario de la imagen se inició el pasado 14 de agosto en la calle Maestro Garrigues y la plaza San Gil, que forman el núcleo antiguo de la localidad, y concluirá el próximo 22 de agosto, tras recorrer distintas zonas del municipio de Manuel.
Este año, además, Merche Tormo, decoradora y vecina de Manuel, ha diseñado un anagrama de la Virgen, que se ha pintado en varios puntos del casco antiguo con la ayuda de los vecinos y vecinas de la zona. El resto de las calles también se han adornado con flores, plantas y dibujos en el suelo para recibir a la imagen durante estas fiestas. Además, en la mayoría de los balcones de la localidad luce el tapiz de la Virgen de la Misericordia.
Los vecinos y vecinas de las distintas calles de la localidad se han volcado con la celebración, organizada por la Cofradía de la Virgen de la Misericordia, coincidiendo con el 775 aniversario del encuentro de la imagen y tras dos años de suspensión de las fiestas a causa de la pandemia. Así, durante estos días, decenas de residentes han salido a las calles para recibir a la Virgen de la Misericordia. Durante el primer día, en el que la imagen recorrió el casco antiguo, se disparó una traca para recuperar esta tradición, que se había visto afectada por la pandemia.
Una imagen escondida
La imagen, encontrada en 1247, estaba escondida en el hueco de una pared de una casa en ruinas. Así lo explica el historiador y vecino de Manuel, Vicente Hernández, en su trabajo «Manuel, época musulmana y foral».
Hernández expone en su obra que el grupo de casas que formaba la localidad de Manuel, ocupadas por la minoría de neo-mozárabes, fueron abandonadas entre 1172 y 1180. De esta manera, los cristianos escondieron los pocos bienes que poseían ante la imposibilidad y el peligro que suponía trasladarlos junto a ellos, ya que el hallazgo podía suponer una sentencia de muerte. Por ello, muchos de los elementos religiosos utilizados en los rituales cristianos fueron emparedados en huecos y los habitantes los sellaron con tabiquería.
Tras la conquista de Jaume I, los cristianos empezaron a buscar algún tipo de botín con valor en las diferentes casas abandonadas. De esta manera, sesenta años después de su ocultación, los residentes encontraron algunos objetos religiosos como este retablo, el cual fue entregado al sacerdote de la localidad de Manuel por su gran valor religioso y sentimental.
Unas ruinas del siglo XIII escondían la imagen de la patrona de la localidad, cuyo hallazgo celebra este año su 775 aniversario. «La gente tenía ganas de reencontrarse con la imagen», concluye.
