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El hombre del fuego

El ingeniero forestal de Carcaixent Ferran Dalmau aboga por las quemas controladas en invierno para evitar grandes incendios: «En parajes como la Murta y la Casella supondría una vacuna contra el fuego»

El hombre del fuego

«Las quemas prescritas son una de las herramientas más potentes que tiene la ingeniería forestal para una prevención efectiva de grandes incendios. Con ellas se libera de forma controlada parte de la energía acumulada en nuestros bosques. Si se realiza esta práctica en el mes de enero con las condiciones de temperatura y humedad adecuadas estás vacunando a parajes como la Murta y la Casella contra grandes incendios sin causar daño en el ecosistema porque simulas de forma artificial el régimen natural de los incendios forestales».

El hombre del fuego

Ferran Dalmau, ingeniero forestal experto en la prevención y gestión de incendios, director del gabinete de soluciones ambientales Medi XXI e instructor del curso de quemas en la Escuela Nacional de Protección Civil, considera que los grandes incendios que este verano han arrasado en España decenas de miles de hectáreas son consecuencia de «50 años de abandono» tanto del mundo rural como de la actividad primaria, es decir, la agricultura, la ganadería y la explotación de los montes, un escenario de partida agravado por las temperaturas extremas que se han registrado, y reivindica la gestión forestal como forma de evitar fuegos que superan la capacidad del que no duda en señalar como uno de los sistemas de extinción «más potentes del mundo».

El técnico de Carcaixent recuerda un dicho de saber ancestral que indica que «el fuego es muy buen servidor, pero muy mal amo» y aboga claramente por utilizarlo para eliminar vegetación acumulada. «La primera evidencia física que tenemos en la humanidad del manejo intencionado del fuego es previa al Homo sapiens. Solo llevamos 400.000 años utilizando el fuego como herramienta y hay que recuperar su uso», señala. «En igualdad de condiciones de temperatura, humedad, viento.., si no tuviéramos tanta energía en el bosque no veríamos estos incendios forestales, por lo tanto es clave avanzar hacia paisajes con una cantidad de energía controlada, con una gestión forestal se puede reducir y se pueden tener incendios menos agresivos», indica Dalmau, mientras señala que, a diferencia de lo que se cree, la superficie forestal va en aumento.

El fuego ha respetado este verano las montañas de la Ribera, una situación que Ferran Dalmau-Rovira atribuye en parte al factor suerte -«no hemos tenido ninguna tormenta seca que haya provocado una ignición importante, ni tampoco ha habido una ignición imprudente o negligente», señala-, pero también rompe una lanza en favor del trabajo de prevención realizado en algunos municipios y, en particular, en aquellos que más pronto se dotaron de un Plan de Prevención de Incendios, entre los que destaca el caso de Alzira. «Aunque hemos tenido un verano con muchos más días de riesgo extremo que en 2012 -el peor precedente respecto de superficie quemada en la historia reciente- se nos ha quemado menos superficie y eso habla bien del operativo y de las medidas preventivas», señala Dalma-Rovira que, no obstante, también advierte de que el riesgo se ha desestacionalizado y ya no solo existe en verano.

«Los incendios forestales son solo un síntoma de una enfermedad que es mucho más grave y es la forma de relacionarnos con el ecosistema que nos sustenta, la forma de producción y la forma de consumo», indica el experto en gestión forestal, que en un artículo publicado junto a la profesores de la Universitat de Lleida Domingo M. Molina Terrén y Víctor Resco de Dios aboga por un plan de quemas prescritas que en el conjunto de España comience con 100.000 hectáreas anuales como forma de lograr una reducción significativa de la superficie que arde cada verano.

Dalmau advierte de que esta práctica es mucho más económica que recurrir a maquinaria o realizar una retirada de biomasa manual. En esta línea, comenta que la primera intervención «después de 40 o 50 años de abandono» resulta enormemente laboriosa y señala que si bien algunas instituciones ofrecen ayudas para que los planes de prevención sean efectivos, «se siguen pagando precios insuficientes». «Para ir bien, a escala autonómica se deberían invertir unos 160 millones de euros para tener un efecto real sobre la prevención de incendios, es todo lo que no nos hemos gastado en estos 50 años», incide.

El técnico señala el abandono del mundo rural como el factor principal que está detrás de los incendios más graves y, si bien en la Ribera no es especialmente acusado el fenómeno de la despoblación, alerta de que sí se está produciendo un abandono del campo «y el efecto es el mismo o incluso mayor porque al final tienes mucha población en zona de alto riesgo». «El paisaje tradicional valenciano como un mosaico agroforestal se ha convertido en un continuo forestal y ese continuo implica riesgos», alerta.

La amenaza de los rayos

Dalmau se muestra partidario de la recuperación de la ganadería como forma de evitar la acumulación biomasa en las montañas pero advierte de que, sin una intervención previa para abrir espacios, «los animales tampoco pasarían». «Es cierto que no se puede aplicar la ganadería en cualquier sitio, hay que hacerlo de forma ordenada, pero se tienen que dar facilidades y proteger al sector primario», indicó.

Por otra parte, expone que si bien los rayos «son una lotería», un estudio ha constatado un incremento del número de rayos que tocan tierra de entre el 12 y el 20 %. Advierte de que con el tiempo se producirán más incendios por rayos «y nos tenemos que plantear tener el mejor escenario posible para afrontarlos y eso requiere de un Plan General de Ordenación Forestal igual que cada municipio tiene su plan urbano. El plan de prevención sirve para eso, pero hay que aplicarlo», subraya.

Ferran Dalmau no duda en señalar que hay una relación causa-efecto entre la energía que el hombre ha liberado - «con los combustibles fósiles en esta era hemos consumido lo que nos tocaba más la energía que hemos cogido prestada de otros tiempos»- y el cambio climático que se manifiesta en forma de DANAs, grandes tormentas e incendios: «Si no empezamos a unir los puntos y seguimos tratándolo como cosas inconexas seguiremos sin tener una visión global del problema», augura.

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