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Patios de colegio de los que también se aprende

Una psicóloga, un paisajista y un arquitecto técnico se alían para convertir las zonas escolares de juego en espacios coeducativos, seguros y verdes

Una perspectiva del patio del colegio público Tirant lo Blanc de Alzira. | PERALES IBORRA

El patio de un colegio es el principal espacio socializador en la vida de un centro y el lugar donde con mayor naturalidad se deberían desenvolver los escolares aunque, muy habitualmente, una minoría condiciona la actividad del resto de forma consentida y asumida. Es la dictadura del fútbol que parece inamovible. Otros patios tienen espacios absolutamente desaprovechados y los hay que carecen por completo de vegetación. Un equipo multidisciplinar constituido en la Ribera por una doctora en Psicología, Sandra Molines; el técnico superior en Paisajismo y Medio Rural Vicent Ordaz, y un arquitecto técnico, Juan Lancero, promueve la transformación de estos espacios en patios «coeducativos, seguros y verdes» a través de la formación de toda la comunidad educativa, de padres a profesores pasando por los monitores que atienden el comedor.

«No decimos a los centros lo que tienen que hacer, nuestro objetivo es abrir la mirada, ayudamos al profesorado a ponerse las gafas coeducativas y a no naturalizar ciertas situaciones sexistas en el patio», comenta la psicóloga de Carcaixent y experta en coeducación, Sandra Molines, que pone el caso del fútbol como el ejemplo más claro.

«El futbolcentrismo condiciona la vida de los patios, es la actividad que genera mayor segregación entre niños y niñas y es la más conflictiva, sin embargo, suele ser la propuesta más privilegiada en todos los centros. El alumnado presenta muchas diferencias individuales, habilidades, gustos y talentos diversos que no se suelen tener en cuenta. Se naturaliza que un 8% de personas (habitualmente niños de cursos superiores) ocupen el 50% del espacio y esto no promueve ni la relación entre los sexos, ni entre los diferentes niveles de edad. Un patio es un lugar ideal para practicar la convivencia, no para practicar el dominio y la sumisión sobre el espacio y los recursos», relata.

Comunidad educativa implicada

Juan Lancero, que ofrece la formación sobre cómo abordar una transformación segura de un patio a través de un proceso de «cocreación», es decir, con la implicación directa de la comunidad educativa, expone que los expertos señalan como un patio ideal aquel que cuenta con tres zonas: una de juego activo, una de juego tranquilo y otra de contacto con la naturaleza. Lancero asegura que no son necesarias grandes transformaciones y que simplemente el cambio de perspectiva que se logra en este proceso de formación «es casi más importante que el resultado final».

Vicent Ordaz, por su parte, aborda por su condición de paisajista las posibilidades de naturalización de un patio, ya sea a través de la creación de un huerto escolar o de la plantación de algunas especies vegetales en función de las necesidades del colegio. «En un patio hay espacios desaprovechados, que los tienen y no los ven y se pueden reaprovechar, y otros que se pueden encontrar donde no los hay, porque a veces hay demasiado hormigón. En una zona naturalizada juegan igual niños que niñas, no hay mochila de género, y aprenden a cuidar las plantas, a conocer la naturaleza y a respetarla», explica el técnico alzireño.

Ordaz señala que la prevalencia del fútbol o de cualquier deporte por balón impide que otros niños manifiesten sus habilidades o talentos y señala como ejemplo la experiencia en el colegio Ausiàs March de Alzira, donde se distribuyeron troncos alrededor de la pista de baloncesto «y en pocos días vimos que había más gente jugando con ellos que en la pista». Un ejemplo de patio bien organizado por la distribución de espacios es el del colegio Tirant lo Blanc de Alzira, un centro que fue pionero en sus orígenes en la creación de un huerto escolar, que todavía mantiene.

«También es muy importante poner en el centro del currículum la ética del cuidado, cómo van a aprender a cuidar la naturaleza si no la viven en sus centros», se pregunta Sandra Molines, que reivindica el uso del patio como un aula más para dar clase. «El patio podría ser la mejor de las aulas del centro, se podría aprender ciencias naturales, matemáticas, música, lenguas y no solo educación física. Con ello también se podría reducir el sedentarismo actual que se vive en la infancia. Para ello se necesitan más sombras y aprovechar todas las oportunidades de los espacios», comenta la psicóloga de Carcaixent, autora de la guía de patios coeducativos que la conselleria ofrece en el repositorio de recursos por la igualdad y la convivencia (REICO).

Molines argumenta que la idea de patios coeducativos, seguros y verdes responde «a un necesidad que existe» y no duda en señalar que en todos aquellos centros en que la comunidad educativa carece de formación «los patios están mal organizados».

Señala que son ya muchos los centros que se han preocupado por transformar los patios en espacios de convivencia, seguridad y oportunidades de aprendizaje. Su metodología de trabajo, que empezó a aplicar en colegios de Castellón y que poco a poco se ha extendido por varias Comunidades Autónomas, arranca con un diagnóstico. «Es necesario conocer si el alumnado se está relacionando, preguntar sus preferencias e intereses, su percepción sobre los conflictos y que piensen en posibles soluciones. Los centros que transforman sus espacios notan rápidamente grandes mejoras en la convivencia y en el aumento de la satisfacción de niñas y niños», señala la psicóloga.

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