Cullera busca ampliar la oferta hotelera para consolidarse como destino turístico

La gran mayoría de los visitantes que la ciudad recibe cada verano se alojan en apartamentos

La estadística del INE cifra en algo más de 50.000 las pernoctaciones en agosto al no tener en cuenta la afluencia a los festivales de música

Los apartamentos acogen al grueso de veraneantes de Cullera.

Los apartamentos acogen al grueso de veraneantes de Cullera. / Perales Iborra

Rubén Sebastián

Rubén Sebastián

La estadística oficial no hace honor al buen nombre que se ha labrado Cullera como destino turístico. Su playa figura entre las más relevantes a escala autonómica y estatal. Pero su importancia no aparece reflejada en los listados del Instituto Nacional de Estadística (INE), donde ni siquiera figura entre los cien destinos más visitados del país durante el mes de agosto. La explicación es bien sencilla: Cullera queda lastrada por el escaso número de plazas hoteleras que registra en comparación con otras ciudades mediterráneas. Sus limitados datos de pernoctaciones determinan este particular ranking. El ayuntamiento es consciente de esta carencia y confía en que los proyectos urbanísticos previstos en la zona sur de la costa ayuden a paliar este déficit.

Alquileres invisibles

La concepción de Cullera como municipio turístico se remonta a los años cincuenta y sesenta del pasado siglo. La apertura de hoteles como el Port Bahía o el Sicania supuso un hito para una ciudad que empezaba a descubrir y explotar un potencial económico hasta entonces insospechado por la cotización que alcanzaban entonces la cosecha agrícola. Sin embargo, el crecimiento urbanístico experimentado en el litoral primó la construcción de apartamentos familiares en lugar de apostar por un modelo marcadamente hotelero, como sucedió en Benidorm. La mayor parte de los visitantes que recibe la playa durante cada periodo vacacional no se alojan en hoteles sino en viviendas de alquiler. 

Bloques de apartamentos frente a la playa.

Bloques de apartamentos frente a la playa. / Perales Iborra

La realidad que no refleja la estadística es que decenas de miles de personas veranean cada año en Cullera, aunque no aparezcan en esos registros oficiales. De hecho, el ayuntamiento llegó a cifrar, no hace mucho, su pico estacional en torno a los 300.000 residentes, muy por encima de los más de 22.000 habitantes que tiene censados y de los datos que aporta cada año el INE. A ello se añade, desde finales de julio a mediados del mes de agosto, la llegada de decenas de miles de asistentes a los macrofestivales de música: el Zevra, que ofrece sonidos más urbanos, y el Medusa, especializado en la música electrónica, cuyo impacto económico se acerca a los treinta millones de euros, según las cifras manejadas por el propio consistorio. Multitudes que tampoco aparecen reflejadas en los registros de pernoctaciones que aporta el INE.

Un 80% de turismo nacional

La estadística oficial dice, en cambio, que Cullera recibió en sus plazas hoteleras a 51.020 visitantes el pasado mes de agosto. Más del 80% de ellos llegaron desde el territorio nacional. Una cifra que le sitúa en el puesto 128 del ranking nacional y en el 17 del autonómico. Asimismo, sitúa en algo más de 177.000 el número de pernoctaciones entre enero y agosto, por lo que alrededor del 30 % se produjeron en el octavo mes del año.

El tirón de las capitales

La clasificación tiene otra condición que lastra los resultados de la localidad turística de la Ribera: no discrimina entre aquellas personas que viajan de forma lúdica y las que lo hacen por motivos laborales. De hecho, Madrid figura al frente y no es, precisamente, el destino idílico que uno se imagina al pensar en unas vacaciones de verano, aunque, como capital del Estado, concentra un gran tráfico de personas. En la Comunitat, València lidera el ranking con más de 300.000 pernoctaciones, por delante de Benidorm y Alicante. Cullera figura por detrás de Pilar de la Horadada, Santa Pola, Guardamar, Alcalà de Xivert y Benicàssim y por delante de Sagunt, el Campello y Altea.

Vistas de la playa desde el castillo.

Vistas de la playa desde el castillo. / Perales Iborra

La ampliación del número de plazas hoteleras es una de las pocas asignaturas pendientes en Cullera. El ayuntamiento se ha devanado los sesos durante años para confeccionar estrategias que permitan la desestacionalización del turismo, diversificar la oferta y adaptar el sector a las nuevas exigencias tecnológicas y de sostenibilidad. Y esta es una cuestión que no pasa inadvertida. Cullera todavía permanece pendiente del desarrollo urbanístico de varios espacios de la ciudad, con proyectos a la espera de ejecución como los PAI del Brosquil, de la Bega y el Manhattan. Las previsiones de crecimiento contemplan, precisamente, la construcción (además de bloques de apartamentos) de nuevos hoteles, lo que permitiría a la localidad avanzar puestos en un ranking que sólo muestra una pequeña porción del que es uno de los destinos turísticos con más encanto del territorio.

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