La falta de técnicos constriñe la gestión de los ayuntamientos más pequeños
El alcalde de l’Énova relata la frustración que supone tener más de tres millones de euros de inversiones paralizados tras un año sin arquitecto
Tomás Giner alerta de que ha tenido que renunciar a algunas ayudas al no poder ejecutar las obras

El alcalde de l'Énova, Tomás Giner, en unas obras paralizadas en el antiguo asilo de Sant Josep, este viernes. / Perales Iborra
Frustración. La alegría del alcalde de l’Énova por haber conseguido durante el año 2022 las subvenciones más elevadas de la historia de la localidad, entre ellas una de 1.349.314 euros para la rehabilitación de barrios vulnerables con fondos Next Generation -una cantidad que supera ampliamente el presupuesto anual del ayuntamiento de un pueblo de poco más de 900 habitantes-, se ha convertido en desesperación ante las complicaciones para ejecutar los proyectos por falta de funcionarios hasta el punto que, según alerta Tomás Giner, el consistorio tiene más de tres millones de euros paralizados «más otros tantos pendientes de resolución» y ha tenido que renunciar ya a alguna subvención aprobada aunque, afortunadamente, de un importe menor. Las ayudas obtenidas en procesos de pública concurrencia y que apenas se pueden ejecutar casi multiplican por cuatro un presupuesto anual próximo a los 800.000 euros en pueblo que ha sufrido la despoblación.
Inestabilidad y alta rotación
La inestabilidad, alta rotación de los trabajadores y las dificultades para cubrir algunas plazas, a pesar incluso de las bolsas que en la Ribera Alta ofrece la Mancomunitat, es un problema que afecta a l’Énova y a otros muchos ayuntamientos pequeños, aunque Giner ha querido lanzar un SOS ante una situación de impotencia que vive y para la que no ve «visos de mejora».
«La constante tarea de tener que reemplazar al personal técnico tiene como resultado la imposibilidad de alcanzar los objetivos planteados y provoca que aquellas personas que decidieron tomas las riendas de la gestión municipal con gran ilusión y con muchas ganas de trabajar estén al límite de sus fuerzas y sin apenas ilusión», confiesa.
«L’Énova es un perfecto ejemplo de la impotencia y exasperación que sufre su alcalde. En apenas ocho años he tenido que trabajar con cinco secretarias-interventoras y otros tantos arquitectos, e incluso ha habido períodos en los que ni siquiera he podido contar con ellos», relata Giner, mientras detalla que en noviembre se cumplirá un año completo sin este técnico, cuando su firma es necesaria para cualquier modificación de proyecto o para licitar las obras.
La misma burocracia que en una ciudad, pero sin personal
El alcalde de l’Énova señala que la burocracia y los procedimientos que impone la ley «son los mismos para un ayuntamiento de mil habitantes que para uno de 100.000», por lo que para atender unas obligaciones que ya desbordaran las posibilidades de una estructura mínima «hay otros trabajos que se quedan por hacer». «Si a esto añadimos la deuda heredada de legislaturas pasadas, que estamos pagando a través del plan de ajuste y el préstamo ICO, el futuro de un pueblo pasa a ser ‘carne de cañón’ y, por tanto, pérdida de infraestructuras, de servicios y, en definitiva, de bienestar local y finalmente también de población», augura Giner.
El Ayuntamiento de l’Énova cuenta únicamente con un administrativo con plaza fija, mientras que la secretaria-interventora y un segundo administrativo son interinos. «Ya no tenemos nada más», incide, mientras señala que el ingeniero que ofrece asesoramiento es de la bolsa comarcal. «Teníamos también un arquitecto de la bolsa, pero la gente busca estabilidad y se agotó rápidamente», apostilla.
Según recuerda, en plena pandemia, el ayuntamiento creó un plan director tanto urbanístico como de activación de la economía local con el objetivo de «proyectar un porvenir y un futuro para sus vecinos» y, fruto de esa planificación, pudo cumplir las bases de diferentes convocatorias de subvenciones. Entre las ayudas conseguidas, Giner enumera los casi 92.000 euros para mejoras de accesibilidad; los 253.915,81 euros procedentes del Plan de Inversiones de la diputación, otros 470.000 del Pla ConViure, 272.789 del Pla Edificant, 122.538 de Fondos Leader, otros 508.338 del PIREP Next Generation, y 1,3 millones del plan de rehabilitación de barrios. El alcalde agradece el apoyo del último técnico que ha pasado por el ayuntamiento, aunque no puede firmar informes.
«Lo que me satura en ocasiones es que las subvenciones no se regalan, son propuestas que se te evalúan en concurrencia competitiva, has realizado un trabajo y cuando te la aprueban te encuentras bloqueado para ponerla en marcha», señala Tomás Giner.
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