La semana de cábilas arranca en Sueca y Cullera con múltiples capturas

Los cazadores inician las jornadas libres tras una campaña de tiradas «más que notable», aunque temen el impacto de las altas temperaturas

Un grupo de cazadores con aves abatidas.

Un grupo de cazadores con aves abatidas. / Levante-EMV

Joan Gimeno.

Cullera

Después de una temporada de caza de aves acuáticas más que notable, en comparación con las campañas anteriores, los cazadores de la Ribera encaran la semana de cábilas con grandes expectativas y que ya ha empezado con un buen ritmo en cuanto a la caza de aves acuáticas. También esperan que pueda mejorar en su tramo final, aunque el calor puede resultar negativo.

Los cazadores viven esta semana especial dentro de las casetas en armonía, aprovechando los atardeceres y la noche para salir a cazar y con unos resultados que los mismos protagonistas califican como «muy buenos» o que, al menos, cumplen las expectativas. El sábado se daba por finalizada una temporada, que para muchos cazadores de los acotados de Cullera y de Sueca ha supuesto en parte una vuelta a la normalidad. Sin alcanzar los resultados de antes de la pandemia, los cazadores han podido disfrutar de su afición por la caza de aves acuáticas durante ocho semanas, en las que han compartido grandes momentos con familiares y amigos. 

Privilegio real

Tras de cerrarse el calendario de tiradas de aves acuáticas en los acotados de la Ribera Baixa, vuelve una de las tradiciones más importantes para los amantes a la caza. «Les càbiles» tienen su origen a finales del siglo XVIII con un privilegio otorgado por los reyes para que las personas con menos poder adquisitivo pudiesen participar de la caza en los acotados. Inicialmente, a los mismos solamente podían acceder las personas con un importante capital que se podían permitir los puestos de caza, vetando la entrada a los cotos a aquellos que no podían pujar por las reemplazas. Después del privilegio real concedido para que la semana siguiente al periodo de caza pudiesen acceder a los acotados las personas menos pudientes se daba por establecida la conocida como Setmana de Càbiles.

Históricamente, en algunas sociedades, los privilegios reales a los cazadores de aves acuáticas eran concesiones otorgadas por la monarquía. Estos privilegios solían incluir el derecho exclusivo de caza en ciertas áreas, como estanques o humedales reales. Los monarcas a menudo concedían estos derechos a nobles y cortesanos como muestra de favor o reconocimiento.

La concesión de privilegios de caza, incluidos los derechos exclusivos para cazar aves acuáticas, ha existido durante muchos siglos. En la Europa medieval, por ejemplo, los monarcas y la nobleza a menudo otorgaban estos privilegios como un símbolo de favor real. Estos derechos se consolidaron en leyes y costumbres locales, en especial las cábilas tienen sus inicios registrados a principios del siglo XIX.

La tradición de conceder privilegios de caza a ciertas personas, como nobles y cortesanos, se remonta a la Edad Media y continuó en diferentes formas a lo largo de la historia. Sin embargo, a medida que las estructuras políticas evolucionaron y se produjeron cambios en las sociedades, la naturaleza y el alcance de estos privilegios también variaron. En la actualidad, en muchos lugares, la regulación de la caza se rige por leyes más equitativas y no basadas en privilegios hereditarios.

Sin restricciones

Estos privilegios variaban en alcance y beneficios, pero en general, permitían a los titulares cazar aves acuáticas en áreas específicas sin restricciones, mientras que otros cazadores podían tener limitaciones. Por ese motivo se concedió el derecho a estos otros cazadores a poder cazar durante la semana siguiente a la temporada de caza de aves acuáticas.

La gastronomía típica de la marjal gana protagonismo

Además de la satisfacción de los cazadores de poder alargar una semana más la temporada de «tiraes», en la comarca de la Ribera destaca sobre todo la excelente gastronomía de la «marjal» vinculada a estas jornadas. Es algo muy peculiar en la zona ya que permite degustar menús exquisitos elaborados por parte de los cazadores en los que se utilizaban principalmente las aves procedentes de la caza así como otros especies propias de la marjal, especialmente lisas y anguilas. Joan Gimeno Cullera

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