Sábanas como reclamo de ayuda en Algemesí: "No ha dejado de venir gente desde que la puse"

Voluntarios y vecinos prestan ayuda y alimentos a las personas en situación de vulnerabilidad

Una sábana en un balcón de una vivienda de Algemesí, en una imagen de esta mañana.

Una sábana en un balcón de una vivienda de Algemesí, en una imagen de esta mañana. / Saray Fajardo

Saray Fajardo

Saray Fajardo

Algemesí

"Todas las personas mayores, enfermos o dependientes que viven solos o tengan necesidades, que cuelguen una sábana desplegada por el balcón. Esta es la forma más visible para poder ayudarlos". El Ayuntamiento de Algemesí extendía ayer este comunicado a través de sus canales oficiales para poder prestar atención a las personas más necesitadas de la población, las cuales no podían salir de sus viviendas. El mensaje parece haber dado efecto. Luis Torner es una muestra de ello. Este vecino de la calle San Benet sufre cáncer de colón y tiene un hijo autista. La familia decidió seguir las recomendaciones de las autoridades y colgar la tela en su balcón.

A los pocos minutos la respuesta fue desbordante. "Desde que puse la sábana no ha dejado de ofrecerse gente", señala Torner, quien explica que, tras el desbordamiento del río Magro, se ha quedado incomunicado. "Tenemos un hijo de cinco años con discapacidad y mi marido está enfermo", reconoce su mujer. Ellos, como la mayoría de vecinos, se han quedado sin vehículos, por lo que, en sus palabras, "no podemos salir a la calle ni hacer nada".

Durante las primeras horas, fueron los propios vecinos de su edificio quienes les prestaron las primeras ayudas. "Al prinicipio nos ayudábamos entre nosotros, pero llegó un momento en el que no tenía ni pañales ni toallitas para el niño", explica la afectada, quien también pedía comida para el pequeño. Tras colgar la sábana, no han dejado de llegar voluntarios, que no dudan en comprar todos los materiales de primera necesidad que les pide la familia.

Luis Torner recibe una bolsa con alimentos en su casa.

Luis Torner recibe una bolsa con alimentos en su casa. / Saray Fajardo

"Gracias a la gente estamos comiendo", reconoce Torner, que está esperando que llegue el servicio médico para poder recibir el tratamiento de quimioterapia. "Me dijeron que si me iba al ambulatorio, me tendría que quedar allí y yo no quería", afirma el afectado. Por eso, ha sido el propio personal sanitario quien ha decidido trasladarse con precaución a la localidad para atenderle.

Indicaciones para el pequeño

Por su parte, los docentes y especialistas también se comunican constantemente con la familia para facilitarle algunas indicaciones y atenciones en torno al menor, ya que el colegio al que acudía está inundado. "Nos van indicando y vamos haciendo lo que podemos en casa", añaden.

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