Los devotos lloran ante la basílica de Sant Jaume llena de barro y agua
El santuario ha sufrido una gran cantidad de desperfectos de un valor incalculable a las puertas de la conmemoración de la beata Josefa Naval

Los voluntarios retiran los elementos del interior de la basílica de Sant Jaume, que no han sido dañados por el barro y el agua, que ha llegado a alcanzar el metro de altura. / Saray Fajardo

«El 6 de noviembre se iba a celebrar aquí una de las fiestas más grandes de Algemesí, pero ya no se va a poder conmemorar a la beata Josefa Naval», señalaba entre lágrimas una devota de esta población a las puertas de la basílica de Sant Jaume. Este santuario, como ha ocurrido en gran parte de la población, tampoco se ha salvado del desbordamiento del río Magro.

Un voluntario limpia la sacristía, que ha quedado anegada de agua y barro. / Saray Fajardo
Hace casi dos meses, las puertas de esta iglesia, declarada Monumento Histórico-Artístico Nacional y Bien de Interés Cultural, se llenaban de alegría, música, muixerangues y mucha fiesta y tradición para celebrar las fiestas de la Mare de Déu de la Salut, declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.Sin embargo, la imagen ahora es devastadora. La plaza está llena de barro, trastos y voluntarios que se desplazan de una calle a otra para ayudar a los damnificados.
El agua alcanzó el metro de altura en la basílica, por lo que los daños son incalculables, no sólo a nivel material y económico, sino también emocional, ya que es uno de los edificios más emblemáticos y con más valor de la localidad.Los devotos, que accedían por primera vez tras la tragedia, se emocionaban al ver cómo había quedado su interior, que estaba lleno de agua y de barro. Desde primera hora del día de ayer, muchos voluntarios y vecinos de la localidad se acercaron a la basílica para ayudar en las labores de limpieza. «Los voluntarios van a ayudar a los damnificados, pero nadie se interesa por los lugares comunitarios, que son un punto de encuentro entre los vecinos», señalaban unas voluntarias procedentes de Canals.

Bancos apilados. / Saray Fajardo
Las imágenes situadas en los espacios más elevados casi no habían quedado dañadas por las inundaciones, aunque los bancos, la pila bautismal y la sacristía, entre otros elementos, seguían llenos de lodo. Además, una línea marrón en las paredes marcaba la magnitud de la tragedia. Por eso, el primer paso fue retirar todos los elementos y guardarlos en un sitio más alto para que puedan ser recuperados posteriormente. El próximo 6 de noviembre, no habrá nada que celebrar en la basílica, aunque muchos fieles se acercarán para rezar por lo que han vivido y, sobre todo, por haber sobrevivido. n
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