"Pasé la noche en una escalera plegable mientras el agua me subía por el cuello"

El barrio del Raval de Algemesí recupera poco a poco la normalidad, aunque sus vecinos temen que pueda haber daños estructurales en las viviendas

Emilia Zaba junto a su sobrina en el barrio del Raval de Algemesí.

Emilia Zaba junto a su sobrina en el barrio del Raval de Algemesí. / Agustí Perales Iborra

Saray Fajardo

Saray Fajardo

El barrio del Raval de Algemesí ha sido una de las zonas más afectadas por la dana del pasado 29 de octubre, ya que muchas de las casas se encuentran muy cerca del río Magro, que comportó inundaciones en toda la localidad. La entrada de maquinaria y voluntarios en esta zona se retrasó varios días, por lo que todavía se encuentran retirando lodo y materiales inservibles, aunque la situación ha avanzado bastante durante los últimos días. 

La mayoría de vecinos y vecinas lo han perdido completamente todo. Las viviendas se encuentran vacías de muebles y electrodomésticos y, en algunos casos, todavía no tienen suministro de agua ni luz. Es el caso de Emilia Zaba, una vecina de la calle República Dominicana, que veinte días después de la tragedia todavía sigue con el miedo en el cuerpo. Junto a su marido, que necesita una máquina de oxígeno, se han tenido que trasladar a la casa de su hermana, ya que las condiciones en el Raval «no son las más adecuadas». «Lo estamos viviendo muy mal», reconoce. Emilia pasó aquella noche junto a su marido, su hija y su nieto en la vivienda. «Nos quedamos encerrados 13 horas y nadie nos ayudó», denuncia. 

Interior de la vivienda.

Interior de la vivienda. / Agustí Perales Iborra

El agua empezó a entrar poco a poco en la casa hasta que rompió uno de los cristales de la puerta comportando que el nivel alcanzara 1,70 metros de altura. Ante esta situación, esta vecina decidió subirse a una escalera plegable que tenía en la casa para «poder salvarnos». La escalera todavía se encuentra a pocos metros de la puerta repleta de lodo. Esta vecina la observa como «su salvación». Por su parte, su hija y su nieto se subieron encima de unos muebles mientras sujetaban a su marido, ya que la vivienda sólo tiene una planta baja. «Casi terminamos ahogados porque el agua nos llegaba al cuello y no podíamos subir más. Además, estábamos repletos de barro», recuerda con miedo Emilia, quien señala que «la casa se convirtió en una ratonera porque no podíamos salir por ningún sitio». A este miedo se sumó la situación de su marido, que debía tener la máquina conectada para poder obtener oxígeno. «Pensaba que no lo contábamos y que los cuatro nos moríamos», añade. 

 Ahora observa con resignación lo poco que queda en lo que hasta hace poco había sido su casa. «Los colchones me los han dado. Lo hemos perdido todo en casa y tampoco tenemos ninguno de los dos coches», lamenta. 

Esta familia no pudo ser rescatada hasta las nueve de la mañana. El acceso no fue fácil por la presión del agua y del lodo. «Tuvieron que quitar la reja para poder sacarnos», explica. Agradece la labor de los voluntarios que estuvieron retirando el lodo durante horas para poder empezar a sacar todos los muebles inservibles. 

Por el momento desconocen si la casa puede ser habitada, ya que el agua golpeó con fuerza el interior de la vivienda. «Hemos llamado a un arquitecto para ver si hay daños estructurales. El obrero ya nos ha dicho que hay que sanear todas las paredes», afirma. Lamenta que, a pesar de las consecuencias de la dana, «nadie se ha acordado de nosotros». Denuncia que «han sido el barrio más castigado, pero el menos ayudado».

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