Las crisis más graves de las Fallas de Alzira
Un enfrentamiento entre la fallera mayor y la JLF acabó en 2008 con la dimisión de la reina horas antes de que la asamblea de presidentes aprobara pedir al ayuntamiento su destitución
La fallera mayor de Alzira en el ejercicio 2024, Zaira Cano, todavía no ha presentado la anunciada denuncia en el juzgado contra la Junta Local Fallera (JLF) al considerar que la sanción impuesta «sin aportar ninguna prueba» por un supuesto mal comportamiento en el ejercicio del cargo ha perjudicado su imagen, pero la decisión está tomada. Puede ser cuestión de días. La más que centenaria historia de las Fallas de Alzira tiene un precedente no muy lejano de una crisis similar por el enfrentamiento entre la fallera mayor y la directiva de la JLF.
El salto en esta ocasión a la esfera judicial cambia las cosas, ya que la polémica entra en un nuevo escenario, aunque el anterior se cerró de forma abrupta con la dimisión de la fallera mayor un par de horas antes de que la asamblea de presidentes votara una propuesta para reclamar a la entonces alcaldesa, Elena Bastidas, en calidad de presidenta nata del organismo fallero, que procediera a su destitución. El acuerdo se adoptó con 33 votos a favor y una abstención. El ayuntamiento valoró como «bochornosa y lamentable» la imagen que se estaba dando de las Fallas y reclamó la renuncia del entonces presidente de la Junta Local Fallera, al considerarle parte de la crisis abierta, aunque éste ignoró su petición.
La crisis de 2008
Sucedió en 2008 y, como en este caso, la relación se fue tensando a lo largo del ejercicio para estallar una vez concluidas las fiestas, cuando el reinado entraba en la recta final. En aquella ocasión, la fallera mayor y su corte de honor acusaban a la JLF de malos modos y falta de respeto en el trato. La crisis se evidenció con un amago de plante en febrero, al negarse las falleras a vestirse en un primer momento, lo que provocó que no acudieran a una presentación a la que la JLF había confirmado su asistencia. La directiva entonces encabezada por Vicent Pla acusaba a las falleras de incumplir las normas de protocolo y de esa misma falta de educación en el trato que le atribuían a él.
En medio de esta tensión, la fallera mayor reconoció que se había planteado presentar la dimisión apenas 40 días antes de las fiestas. El ayuntamiento medió para cerrar el cisma, evitar la mala imagen que se estaba ofreciendo de las Fallas y de la propia ciudad, con el objetivo de superar las fiestas sin nuevos sobresaltos, aunque las relaciones no mejoraron.
Acabadas las fiestas, la ausencia de la fallera mayor en dos actos organizados por la JLF, entre ellos la gala de reconocimiento a los artistas falleros premiados, a la que solo asistió una integrante de la corte de honor, precipitó la reacción de la Junta Local Fallera. Vicent Pla convocó una asamblea de presidentes para que votaran una propuesta solicitando la destitución de la fallera mayor, pero Baldoví se adelantó y, un par de horas antes de este cónclave, se citó con la alcaldesa para anunciarle su renuncia al cargo.
La crisis no se cerró ahí. Bastidas reclamó la renuncia de Pla como presidente de la JLF al considerarle parte de la crisis abierta, aunque el presidente ignoró su petición y siguió en el cargo. El reglamento fallero atribuye a las comisiones de la ciudad tanto la elección del presidente como de la fallera mayor, por lo que el gobierno municipal alegó que no podía destituir a Vicent Pla.
En la crisis vivida este año, también hubo un amago de dimisión por parte de la fallera mayor de Alzira por considerar que no se le había informado debidamente del protocolo de un acto organizado por la JLF, aunque este incidente se produjo con la directiva que presidía Bernardo Cortés, antes del proceso electoral que otorgó a Paqui Vallés la presidencia una vez finalizadas las fiestas.
Mediación municipal fallida
Como en 2008, también el Ayuntamiento de Alzira ha intentado mediar para evitar que el conflicto acabara en los tribunales, por la mala imagen que ofrece de las Fallas de Alzira y de la propia ciudad, como ha lamentado el alcalde, Alfons Domínguez.
No obstante, la negociación abierta entre la fallera mayor y la JLF no ha llegado a buen puerto. Zaira Cano había reclamado una disculpa pública que restituyera su honor para no acudir a los juzgados.La contrapropuesta planteada por la JLF para dejar sin efecto el expediente instruido no ha cumplido las expectativas de Cano, que considera un gesto de «falsa benevolencia» que mantiene el veto para que no participe en futuros actos de la JLF en base a que es competencia de la entidad invitarla o no, lo que el abogado de la fallera mayor considera una sanción encubierta «para corregir ‘determina actitud o comportamiento’ que ni se ha probado ni han tenido intención de hacerlo», según expone el comunicado emitido el martes, en el que anuncia acciones legales. La presidenta de la JLF, Paqui Vallés, declinó de nuevo ayer pronunciarse sobre el conflicto.
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