Malestar en Alzira por las plagas de palomas en las terrazas del centro: "Las tienes encima y no puedes ni comer"

Los clientes de las terrazas se muestran molestos por la proliferación de estas aves, aunque también hay quien defiende su presencia

El ayuntamiento estudiará medidas de control

Las palomas acosan a los clientes de las terrazas de Alzira

Perales Iborra

La sobrepoblación de palomas en el casco urbano de Alzira ha generado un amplio debate, después de que algunos hosteleros expresaran a través de Levante-EMV su malestar por los daños que provocan cuando se lanzan a las mesas a por cacahuetes y las molestias a los clientes. La presencia masiva de estas aves ha generado diversas opiniones entre los residentes, especialmente entre aquellos que frecuentan las terrazas de los bares. «No se puede ni comer por las palomas», comentan algunos. 

Muchos clientes se quejan de que la presencia de palomas es «un incordio» y se niegan a convivir con ellas. Esto no solo afecta a los clientes de los establecimientos, sino también a las personas que se sientan en los bancos de la plaza Mayor, entre otros espacios, a relajarse después de un paseo. «Si te pones debajo de los árboles, estás vendida», explica una de ellas.

Uno de los factores que más molestan a los paseantes y consumidores son los excrementos que estas generan. «Estropean la ropa y las superficies, también los coches, todo lo que toquen». La molestia que provocan estas aves es tal que algunos las comparan con los mosquitos o incluso las califican como «ratas del aire». «Son una plaga, y si no hay depredadores o alguien que las controle, se reproducen y la población crece mucho», advierten.

Palomas acosando a los clientes de las cafeterías de la plaza Mayor de Alzira.

Palomas acosando a los clientes de las cafeterías de la plaza Mayor de Alzira. / Perales Iborra

No obstante, no todos los residentes comparten esta visión negativa. Algunos consideran que las palomas son parte del entorno natural de Alzira y que es posible convivir con ellas. «No tenemos problema en compartir espacio con ellas. Si son muchas molestan y es cierto que pueden romper cosas como vasos o cristales, pero por una o dos no pasa nada», comenta una vecina que estaba almorzando en una de las terrazas de la plaza. 

«Ellas no tienen la culpa»

«Ellas no tienen la culpa, este es su hábitat, es donde viven, no tenemos que espantarlas porque esta es su casa y tienen el mismo derecho que nosotros a estar aquí», remarca. Esta postura más conciliadora destaca la necesidad de adaptarse a la convivencia con la fauna urbana: «Estamos tan desconectados de la naturaleza, que a la mínima que se nos acerca, la queremos espantar», defiende.

Por su parte, desde el Ayuntamiento de Alzira todavía no han tomado medidas para paliar esta situación. Si bien en ocasiones anteriores instalaron inhibidores de conducta para ahuyentarlas y redes para evitar que se posaran en monumentos y edificios como la Casa de la Cultura y el centro de salud, actualmente el problema persiste. 

Palomas acosando a los clientes de las cafeterías de la plaza Mayor de Alzira.

Palomas acosando a los clientes de las cafeterías de la plaza Mayor de Alzira. / Perales Iborra

Preguntados por este diario, Lara Ferrer, concejala de Bienestar Animal y Salud Pública, y Enrique Montalvá, de Agricultura y Servicios por la Ciudad, señalan que este problema no entra en sus competencias. Montalvá asegura que las palomas «no son ninguna plaga oficial, a diferencia de las ratas, los jabalíes, las pulgas o los mosquitos, por lo que no son competencia nuestra». «Se podría decir que la cuestión de las palomas está en tierra de nadie», añade el regidor. El alcalde de Alzira, Alfonso Domínguez, ha señalado que se reunirá con las concejalías correspondientes para estudiar posibles medidas. 

«Desde la concejalía de Bienestar Animal no creemos que haya que quitar las palomas de en medio. Hay otras soluciones como pedir ayuda para que los colombicultores las recojan y las trasladen a otro sitio, o alimentarlas con un pienso que las esteriliza», plantea Ferrer. Sin embargo, estas palomas silvestres son distintas a las palomas deportivas y la solución del pienso esterilizante se descartó, como recuerda Montalvá, «por ser demasiado costoso y a largo plazo», ya que tardaría unos cinco años en hacer efecto. También se planteó hace unos años la instalación de unas jaulas de forma temporal en puntos estratégicos para acostumbrar a las palomas a acudir y, pasado un tiempo, poder trasladarlas a otro lugar fuera del casco urbano, pero no se llevó a cabo por la dificultad de encontrar un emplazamiento de fácil acceso para depositar las jaulas.

Las declaraciones del equipo de gobierno subrayan la complejidad de un problema entre la salud pública y el bienestar animal. Mientras tanto, las palomas siguen habitando las calles de Alzira ante la molestia de los hosteleros y las opiniones encontradas del vecindario.

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