La merma de terapias agrava el estado de enfermos de Alzheimer tras la dana

La asociación de Guadassuar reclama un centro en el que poder atender diariamente a los 35 usuarios: «Están peor que durante el confinamiento»

AGUAFA realiza visitas a sus usuarios ante la falta de un espacio para realizar las terapias.

AGUAFA realiza visitas a sus usuarios ante la falta de un espacio para realizar las terapias. / Levante-EMV

Saray Fajardo

Saray Fajardo

Casi tres meses después de las inundaciones que azotaron varios municipios de la comarca de la Ribera, los usuarios de la Asociación de Guadassuar de Amigos y Familiares de Enfermos de Alzheimer (AGUAFA) siguen sin tener un espacio al que poder acudir diariamente como lo hacían hasta el pasado 29 de octubre, cuando el desbordamiento del río Magro no sólo llenó de agua y lodo este Centro de Día, sino que, además, dañó los dos vehículos adaptados y los triciclos eléctricos. Desde ese momento, los 35 usuarios no han podido regresar a su rutina, o que ha provocado que su situación se agrave a medida que pasan los días, por lo que lanzan un grito desesperado para revertirla. 

Hace unas semanas, la presidenta de esta entidad, María Olmos, ya señalaba a Levante-EMV que los enfermos «iban a sufrir las consecuencias» al no poder retomar la actividad desde hace cerca de 80 días. Los malos presagios lamentablemente se han cumplido, como reconocen desde la asociación. «No han retrocedido un paso, sino 23», lamenta la presidenta, quien recalca la necesidad de contar con un espacio en el que atender a estos 35 usuarios y sus familias con el fin de poder proporcionarles terapias, actividadesy otros proyectos a través de los cuales pueden desarollarse cognitivamente y mejorar su calidad de vida tras ser diagnosticados de Alzheimer

La situación, como ha comprobado el personal de este centro, ha agravado la enfermedad en muchos de los pacientes superando los niveles de la pandemia. «Les está afectando mucho la falta de rutina y terapias», denuncia Olmos, quien añade que «están peor que en pandemia». «Les afecta más porque durante el confinamiento estaban acompañados y podían seguir una rutina con sus familiares, pero aquí sus allegados han retomado su rutina, ya que deben ir a trabajar, por lo que no pueden prestarles tanta atención. Han vuelto a su vida normal, pero sin tener una vida normal y una rutina», indica. 

Tras observar las primeras consecuencias, los trabajadores del centro decidieron iniciar a finales de noviembre las visitas a domicilio para trabajar con los usuarios. Sin embargo, se trata de encuentros muy reducidos en comparación con la atención en el centro, que se realiza desde las 9 h a las 19 h durante todos los días del año. El personal también ha realizado actividades puntuales en la Llar dels Jubilats con el fin de que la mayoría de usuarios se vuelvan a reencontrar, pero siguen sin tener un espacio en el que poder prestar una atención adecuada como ha ocurrido durante estos años. 

La plantilla ha intentando buscar desesperadamente un espacio en el que poder atenderles y realizar algunas actividades hasta que finalicen las obras en el Centro de Día, pero no ha habido respuesta. La presidenta afirma que muchos lugares de la localidad se vieron afectados por las inundaciones, por lo que, en sus palabras, «no hay muchos locales disponibles». «La Llar dels Jubilats podía ser una opción, ya que se encuentra cerca de nuestro espacio, pero no hemos tenido suerte», explica. 

El Centro de Día ha iniciado las obras de rehabilitación recientemente, pero todavía desconocen cuando podrá volver a abrir sus puertas con total normalidad. «No son capaces de decirnos cuando estará disponible porque hay mucho trabajo», afirma Olmos. Reconoce que podrían retomar la actividad si los técnicos repararan el ascensor. «Hemos recibido donaciones de todo el mundo para colaborar en la reconstrucción, pero nos falta material y manos especializadas», lamenta la presidenta. El personal del centro espera poder regresar pronto a las instalaciones para seguir mejorando la calidad de vida de los usuarios. «Somos esenciales, pero no se nos ha dado prioridad», concluye.

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