Cullera entierra a un vecino represaliado 85 años después
Juan Lli Gallent descansa junto a su hermana tras ser exhumado de la fosa 114 de Paterna

Familiares de Juan Lli Gallent, con su fotografía, en el acto celebrado en el cementerio de Cullera. / Levante-EMV
María Dolores Armengot inició hace seis años la búsqueda de su tío Juan Lli Gallent. Este vecino de Cullera había sido fusilado en 1940 en el paredón de Paterna, cuando sólo tenía 25 años, y su cuerpo fue enterrado en la fosa 114, conocida como "la fosa de la cultura", junto a otras 200 víctimas.
Tras un proceso que ella misma califica como "largo y duro", los restos de Juan descansan desde el domingo junto a su hermana en la localidad de Cullera. Han tenido que pasar 85 años para que la familia de Juan haya podido despedirle en un emotivo acto celebrado en el cementerio de la ciudad.
Este joven agricultor fue condenado en un consejo de guerra sumarísimo con sólo 25 años y sin defensa por las fuerzas franquistas. Su sobrina señala que "le fusilaron sin ninguna explicación, cuando era inocente". "Lo hicieron por su ideología, ya que era republicano y sindicalista, como su hermano Mariano, quien huyó a Francia", recuerda Maria Dolores, quien denuncia que "les mataron por sus creencias". Representantes franquistas acudieron una noche a su casa, donde detuvieron a Juan, ya que su hermano había conseguido marcharse al país vecino. Tras aquella situación, su familia nunca volvió a saber nada de él.

Trozos del cinturón que se encontró junto a los restos de Juan Lli. / Levante-EMV
María Dolores conoció la historia hace unos años, por lo que decidió iniciar la búsqueda para llevar a cabo la exhumación de su cuerpo. Recuerda que "en casa siempre había silencio en torno a este tema". Como en la mayoría de casos, muchas familias no hablaban de estas muertes por miedo a ser señalados. "Mi madre llevaba un medallón de su hermano. Me enteré que había sido fusilado, pero no le pregunté más a mi madre, por lo que me he quedado sin saber muchas cosas", lamenta esta vecina, que todavía se emociona al recordar todo lo vivido durante este tiempo.
Con la ayuda de la Asociación de Familiares de la Fosa 114 y los trabajos de la asociación científica ArqueoAntro, esta familia ha conseguido cerrar la herida. "Fue muy emocionante porque no teníamos esperanza de que se pudiera identificar su cuerpo", señala. Ella entregó, junto a otros dos familiares, su ADN para facilitar las labores de localización.
La sobrina del fusilado todavía recuerda cómo fue la llamada de la presidenta de esta fosa, Carmen Contreras, para anunciarle que ya había sido identificado. "Me puse muy nerviosa y no paraba de llorar porque sabía que lo habían encontrado", recalca. Junto a su cuerpo también encontraron un cinturón y un mechero.
Tras esta identificación, la familia se puso en contacto con el consistorio para iniciar la repatriación. Tras este logro, su sobrina espera que todas las familias puedan vivir el mismo desenlace: "Nos gustaria que se identificara a todos los de la fosa".
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