Nuevas oportunidades
Reinventarse en el mundo laboral con sesenta años
María José Martí lo perdió todo con cincuenta años y tuvo que regresar a casa de sus padres, en Alzira. Tras una década sin encontrar empleo, un taller formativo le dio la oportunidad de trabajar en Inglaterra sin siquiera saber inglés.

María José Martí, a las puertas de la Casa de la Cultura de Alzira. / Agustí Perales Iborra

Quedarse en paro con cincuenta años representa, en muchos casos, permanecer apartado del mercado laboral. La estadística dice que la situación empeora para las mujeres. Por ello, historias como la de la alzireña María José Martí son necesarias para romper el estigma del edadismo. Con sesenta años, un curso formativo de Idea le abrió la puerta a un empleo en Inglaterra tras una década sin oportunidades en su país.
Su vida cambió de forma radical en un momento en el que no se lo esperaba. «Tenía cincuenta años y una empresa de fotografía, con tiendas en Alzira, València y Cartagena. Todo iba bien, pero el auge del digital acabó con la rentabilidad del negocio y tuvimos que cerrar, era perder o más perder. Me divorcié, me quedé con mi hija de nueve años, vendí mi casa en Cartagena para pagar todas nuestras deudas y me vine a vivir con mis padres a Alzira», relata Martí.
Pasó de tener un negocio que funcionaba y una vida prácticamente solventada a encontrarse con una mano delante y otra detrás. «Estaba hundida. Yo luchaba y quería salir adelante», admite más de quince años después de aquella complicada experiencia. Su regreso a Alzira le deparó un escenario que, aunque por aquel entonces todavía lo desconocía, le prepararía para la que sería una segunda oportunidad laboral totalmente inesperada. Se hizo cargo de sus padres y de su tía, en edades avanzadas, con problemas de movilidad y demencia. Aquello se compaginaba con la necesidad que tenía de encontrar un trabajo y cotizar. Una misión imposible hasta para Tom Cruise. «Llamé a todas las puertas que pude, me daba igual de qué trabajar, y la respuesta era siempre la misma: ‘Tu perfil no nos interesa’ y me apunté a todos los cursos de formación que pude», recuerda.

María José Martí, durante una ponencia de la Semana de la Economía. / Agustí Perales Iborra
Tras una frustrante década en la que el número de oportunidades laborales que obtuvo fue igual a cero, un curso para ser cuidadora sociosanitaria de Idea dio un vuelco a su vida. «En aquel momento, yo solo pensaba que me vendría bien, ya que era lo que hacía con mi familia. El curso me permitió formarme y cobrar por ello», expone Martí, que prosigue: «Llevaba un par de meses cuando Carmen Herrero entró en el aula y nos comentó que teníamos la oportunidad de acceder a una beca Erasmus y ni me lo pensé. Hasta mi hija, que estudiaba en la universidad y trabajaba los fines de semana, me dijo que no perdiera la oportunidad».
Ascenso meteórico
Y así lo hizo. Preparó su maleta y se fue a Inglaterra, a pesar de que hablar la lengua de Shakespeare no estaba entre sus cualidades. «Convivía con otros cuatro estudiantes españoles, que para mí son mis hijos de Bristol, y estuve trabajando en una residencia. Aunque no conocía el idioma, sabía interpretar muy bien las necesidades de cada usuario», asegura y añade a continuación: «Cuando mi beca acabó, me ofrecieron un contrato fijo y me quedé. A los dos años, me plantearon ser subdirectora. Fui para dos meses y me quedé cinco años. Todo aquello me infló el ego, después de sentirme desahuciada del mundo laboral, Idea cambió mi vida totalmente, me dio una segunda oportunidad. Tenía un trabajo en otro país que me daba para vivir y, además, enviar dinero a mi familia».
Aquella aventura concluyó hace un par de años, cuando cumplió los 65. «Me veía mayor para estar allí y vi la oportunidad de acceder a un nuevo curso de Idea para ser profesora», reconoce. Ahora, mientras tramita su jubilación, sirve de ejemplo para todas aquellas personas que necesitan reinventarse cuando parece que ya lo han perdido todo.
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