Alzira, fiesta recortada y desilusión vecinal

Una falla de Alzira, en una imagen de archivo. / Agustí Perales Iborra
Paco Martí
Alzira ha crecido como capital comarcal y referente fallero gracias al esfuerzo incansable del mundo festero y a las últimas corporaciones municipales, que han potenciado una visión valencianista y turística de la ciudad.
Gracias a esta apuesta, las mascletàs han ido ganando prestigio, acercándose, poco a poco, al esplendor de las de Valencia.
Sin embargo, desde mi perspectiva, no puedo evitar sentirme decepcionado. Aquello que antes era una semana entera de espectáculo pirotécnico, de color y de fiesta, ahora se ha visto reducido a unos pocos días. Y con ello, no solo se pierden mascletàs, sino también oportunidades para la hostelería, los comercios y, sobre todo, para el alma festiva de la ciudad.
Los vecinos y comerciantes veían en esta celebración un impulso económico y social que llenaba calles, bares y establecimientos de vida. Ahora, en cambio, nos preguntamos: ¿y ahora qué? ¿Este recorte es fruto de la falta de previsión? ¿O quizás es consecuencia de una mala gestión?
El gobierno municipal de Alzira debe entender que la fiesta no es solo pólvora y ruido; es motor económico, identidad colectiva y orgullo local. ¡Quién nos ha visto y quién nos ve! Si no ponemos remedio, la ciudad perderá uno de sus grandes atractivos.
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