La sentencia del TSJCV que anula el topónimo reabre el debate en la calle

La falta de consenso se alarga décadas, con partidarios de todas las opciones: Castelló, Villanueva de Castellón, Castelló de la Ribera o Vilanova de Castelló

Un grupo de mujeres debate sobre el topónimo en un bar de la localidad.

Un grupo de mujeres debate sobre el topónimo en un bar de la localidad. / Agustí Perales Iborra

Rubén Sebastián

Rubén Sebastián

Alzira

El debate adquiere muchas perspectivas: generacional, política e identitaria. Todo el mundo tiene una opinión y resulta difícil alcanzar un consenso a la hora de responder a una pregunta tan simple, o tan compleja, como «¿de dónde eres?». Hay quien responde que es de Castelló. Otras personas contestan que de Villanueva de Castellón. También se pueden escuchar voces que dicen Castelló de la Ribera o Vilanova de Castelló. El debate, que dividió familias en el pasado, vuelve a estar en la calle.

De hecho, la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana que anula el topónimo Castelló, denominación que la Acadèmia Valenciana de la Llengua y el Consell validaron hace cuatro años, es un tema recurrente en las tertulias de una población que ya no sabe ni cómo se llama. «A mí el nombre me da igual, yo utilizo el que es bueno en cada momento, no quiero líos», comenta una vecina a otra.

Rechazar la polémica es una opción, aunque (casi) todo el mundo tiene una opinión que, más allá de gustos o preferencias, habla sobre su sentimiento de pertenencia a una comunidad. No es un tema baladí. «Yo siempre he vivido en Villanueva, pero para mí es Castelló de la Ribera. A Castelló le faltaba la mitad del nombre, así no hay confusión posible, porque ¿dónde estamos? En la Ribera», asevera con vehemencia Genoveva Sanchis. 

Sin confusión en la comarca

Pepi nació en Moixent, aunque se mudó hace más de cincuenta años y todavía recuerda las incontables burlas que han tenido que aguantar como pueblo. «Allá donde ibas, todo el mundo te preguntaba, riéndose, ¿pero tú eres de Castelló de la Ribera o de Villanueva de Castellón?», manifiesta antes de reconocer que entiende que el topónimo de Castelló podía generar confusión. Sin embargo, apuntan, es un enredo que difícilmente se da en los alrededores del Xúquer. «Si le dices a alguien de la comarca que vas a Castelló, saben perfectamente dónde vas», arguye Reyes Ramos, vecino de la localidad. 

El propio Ramos reconoce que la sentencia del TSJCV ha sorprendido a muchos en el municipio. «No hay forma de que nos dejen tranquilos. Estábamos contentos con que se acabara una discusión que se ha derivado de imposiciones de unos y otros. Estaba bien eso de tener que ir a renovar el DNI y que no te preguntasen qué nombre querías que te pusieran en el apartado de población. Y cuando pensábamos que ya se había acabado, otra vez a empezar. Sinceramente, no quiero que volvamos a ser Villanueva de Castellón», indica al respecto.

Vicent Pérez, por su parte, tiene claro que él prefiere Vilanova de Castelló. Aunque reconoce que el consenso se antoja complicado. «Aquí siempre ha existido ese debate y ahora volveremos a tener jaleo. La opinión está muy dividida y esto acaba siendo el cuento que nunca acaba. Es una verdadera lástima, porque, como pueblo, hemos vivido situaciones muy complicadas», manifiesta. Son muchos los vecinos que recuerdan la escalada de tensión que supuso el inicio de una polémica que se arrastra décadas. «Hay muchas familias que siguen sin hablarse». Es una frase muy repetida en la población. También esta otra: «Somos el pueblo de las tres mentiras: Ni es villa, ni es nueva, ni es de Castellón».

Rótulos en el punto de mira

Sin embargo, Federico Pons se muestra partidario del topónimo Villanueva de Castellón y dice estar «harto de tanto mareo y politiqueo» con el nombre de la localidad «que, históricamente, nunca ha sido ni Castelló, ni Castelló de la Ribera». «Pobres los que ponen los rótulos en la carretera o el metro, ahora van a tener que cambiarlo todo otra vez para que a los pocos días se tache, como ha pasado siempre», apunta sobre el debate Susana López, vecina que pronostica nuevas discusiones familiares a raíz de la sentencia del TSJCV. «Es una lástima que la polémica vuelva al pueblo otra vez», añade.

La disparidad de opiniones queda patente, como también el hartazgo de una población que, cada cierto tiempo, no sabe cómo llamarse ni cuánto tiempo durará la denominación del momento. Toda opción tiene partidarios y detractores y el consenso parece una quimera inalcanzable. 

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