Una falla de “juguetes” que se reinventa cada año en Cullera

Las Fallas son creatividad sin límites, una explosión de arte efímero en el que cada detalle cuenta. Para Toni Piris Colom, un joven pianista profesional de 23 años, la fiesta es mucho más que pólvora y monumentos de grandes dimensiones: es una tradición que vive de manera única, construyendo su propia falla casera con los juguetes que encuentra en casa.

La idea surgió en 2008, cuando tenía solo seis años. Fascinado por los monumentos falleros, decidió crear su propia versión utilizando lo que tenía más a mano: sus juguetes. Desde entonces, cada año monta una falla diferente, aprovechando que es el mayor de cinco hermanos y siempre hay nuevos juguetes disponibles para su proyecto.

El proceso creativo comienza a principios de marzo, cuando Toni empieza a idear la composición de la falla, un trabajo que le exige planificación y creatividad. Una semana antes de la “plantà” recoge los juguetes de sus hermanos y da forma a su monumento. La estructura se basa en el juguete más grande, sobre el que añade el resto, buscando un equilibrio perfecto entre armonía, riesgo y estética.

A diferencia de las fallas tradicionales, sus figuras no están pegadas, por lo que juega con el peso y la distribución de los objetos para mantener la estabilidad, añadiendo un componente de riesgo que hace aún más especial su obra efímera.

Cada año, su falla casera es esperada con expectación por familiares y amigos, que admiran su capacidad para reinventar la tradición desde un enfoque personal y artístico. Porque, en Fallas, la creatividad no entiende de límites ni de materiales, y cualquier rincón puede convertirse en un homenaje a la fiesta más emblemática de València.