Una investigación avanza al siglo XIV el origen de los doseles de Alzira con un uso civil

Las estructuras que decoran los pasos religiosos se utilizaban en espacios privados para honrar a personalidades

Los historiadores databan los inicios en el siglo XVI

Dosel de la Hermandad de la Santa Cena del año 2024.

Dosel de la Hermandad de la Santa Cena del año 2024. / Perales Iborra

Alzira

Los doseles son una de las manifestaciones más emblemáticas de la Semana Santa de Alzira. Estas estructuras efímeras, diseñadas para albergar y honrar las imágenes sagradas, han evolucionado hasta convertirse en auténticas obras de arte, declaradas Bien de Relevancia Local desde 2018, como elemento diferencial de una Semana Santa declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional desde 1988. Pero, ¿cuál es el verdadero origen de los doseles y cuándo empezaron a construirse en Alzira?

Si bien tradicionalmente se ha situado el origen de estas estructuras en el siglo XVI, una investigación de Enric Juan Redal y Rubén Pastor Bautista, coordinada también por Eduardo Juan Redal, miembros de la Cofradía del Devallament de la Creu, adelanta al siglo XIV los precedentes de los doseles de Alzira. Con una particularidad: en aquel entonces, su uso no solo era religioso, sino también civil: «Las paredes de las casas se adornaban en honor de la personalidad de prestigio que visitaba la población y se hospedaba en ella, desde reyes hasta imágenes religiosas. Era una manera de recibir con homenajes a personajes importantes y esto tiene un origen medieval», explica Enric Juan.

El «Llibre d’factes dels jurats i consells de l’fany 1445-1446» de Alzira, recoge el uso de estas ornamentaciones para la visita del rey de Navarra, don Joan, a la capital de la Ribera Alta aquel año. El noble se hospedó en casa de mossén Pere Serra y, para la ocasión, la posada fue «arreada e empaliada de bells draps», es decir, engalanada y cubierta con telas ricas y vistosas.

Aunque a partir del siglo XIV los doseles empezaron a utilizarse como símbolos de protección de las imágenes, el origen de la tradición como la conocemos en Alzira se remonta al siglo XVII, a la fiesta del Corpus. Ya en el siglo XVIII comenzó a implantarse en Semana Santa, con la creación de nuevas cofradías y pasos procesionales vinculados a los distintos gremios. A día de hoy, la ciudad cuenta con 18 cofradías formadas por más de 7.000 cofrades que procesionan más de una veintena de pasos sobre la vida de Cristo.

Se ubicaban dentro de las casas

En sus inicios, estas estructuras eran sencillas ornamentaciones compuestas por arreglos florales y tejidos, ubicadas en las casas de los clavarios, quienes eran los encargados de custodiar las imágenes religiosas durante la Semana Santa. Durante los siglos XVII y XVIII, la población de Alzira ya estaba acostumbrada a la presencia de doseles en iglesias, conventos y hasta en la casa consistorial. En algunos casos, también se realizaban arreglos similares en domicilios privados para recibir imágenes sagradas. La mayor parte de la documentación sobre estas construcciones data del siglo XIX, cuando su uso ya estaba completamente extendido entre las hermandades de la ciudad.

En el siglo XX, especialmente a partir de la década de los ochenta, se introdujeron nuevas formas y estilos que rompieron con la estética clásica. En la actualidad, estas ornamentaciones no solo representan la devoción religiosa de los cofrades, sino también un importante componente artístico y patrimonial. Cada año, los miembros de las hermandades (o «dosserers») dedican meses de trabajo a la planificación y construcción de estas estructuras para las que utilizan materiales diversos como madera, telas, cortinajes, luces, proyectores, plantas autóctonas, fondos paisajísticos pintados, moquetas, césped, flores o piedras, que instalan con técnicas cada vez más innovadoras.

El primer concurso

La Junta de Hermandades y Cofradías de Semana Santa otorga reconocimientos a este esfuerzo: en 1963 se celebró el primer concurso de doseles, lo que incentivó su desarrollo estético y creativo. Desde su primera edición, se establecieron criterios que valoraban la creatividad, la composición artística y el impacto visual de los montajes.

Los doseles de Alzira no son solo una expresión de fe, sino también un fenómeno cultural y social y patrimonio histórico de la ciudad, a falta del reconocimiento como Bien de Interés Cultural por el que la junta y el consistorio llevan años luchando. Rubén Pastor los define como una «arquitectura efímera», pues de un año a otro los motivos cambian y las técnicas decorativas evolucionan, algo que cada Semana Santa atrae tanto a fieles como a curiosos que cada noche forman largas colas para admirarlos.

Tracking Pixel Contents