Opinión
Promesas políticas: De la palabra a los hechos

Paco Martí. / Levante-EMV
Paco Martí Furió
Quienes nos dedicamos a la política tenemos la obligación de honrar nuestros compromisos con la ciudadanía. No basta con lanzar promesas al viento en campaña electoral o en entrevistas improvisadas frente a un micrófono. Tampoco es suficiente con presumir en redes sociales de nuestra asistencia a actos institucionales, festividades o banquetes. La esencia de la gestión pública es otra: responder con hechos a las expectativas de la gente.
Si no somos capaces de cumplir lo pactado, lo mínimo que se espera de nosotros es una explicación honesta. Y si la falta de coherencia se convierte en la norma, lo más digno es apartarse y dejar paso a quienes sí estén dispuestos a actuar con responsabilidad.
El cambio climático ya no es una hipótesis lejana, sino una realidad incuestionable. En la Ribera del Júcar, y en particular en Alzira, los veranos son cada vez más extremos, con temperaturas sofocantes que superan los 40 grados. Esta situación afecta a toda la población, pero golpea con especial dureza a quienes no tienen chalets con piscina, casas de campo con balsas o apartamentos junto al mar donde aliviar el calor asfixiante.
Desde el ayuntamiento se anunció la creación de espacios de refresco para mitigar los efectos del calor, una medida que, aunque bienvenida, resulta insuficiente. La solución real pasa por una planificación urbana a largo plazo, que incluya una reforestación masiva de calles y plazas. La sombra de los árboles no solo embellece la ciudad, sino que también la hace más habitable, reduciendo la temperatura y mejorando la calidad de vida de sus habitantes.
Lamentablemente, la falta de visión de futuro es una constante. Aun así, si las grandes transformaciones no son viables a corto plazo, al menos se debería cumplir con lo prometido. Y si hay un único refugio contra el calor en Alzira, el Parque de l’Alquenència, que se construyó hace más de tres décadas, lo mínimo que se puede hacer es mantenerlo con dignidad. Porque una ciudad que no cuida sus espacios verdes ni protege a sus vecinos del calor abrasador, no está pensando en su futuro.
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