Vecinos de l'Estany temen que sus casas sean más vulnerables al retirar las escolleras el proyecto de regeneración

Las molestias y restricciones que pueden ocasionar las obras también preocupan a los residentes

Croquis de la actuación con la ubicación de los nuevos espigones.

Croquis de la actuación con la ubicación de los nuevos espigones. / Levante-EMV

Cullera

L’Associació de Veïns de l’Estany ha expresado su preocupación por la magnitud de las obras que conlleva el proyecto de regeneración de las playas del litoral sur y, en particular, por la retirada de escolleras particulares que muchos vecinos ven como elementos de protección frente a los temporales. «Queremos que se nos informe con tiempo, no cuando la maquinaria ya esté ocupando la playa», expresó un representante vecinal al finalizar la presentación. 

Los vecinos muestran su inquietud por el ruido, las molestias que pueden ocasionar las obras pero, especialmente, uno de los temas que más tensó el ambiente fue la retirada de las escolleras particulares. Aunque los técnicos de la Demarcación de Costas aseguraron que la mayoría de estas estructuras se encuentran en zonas de Dominio Público Marítimo-Terrestre y carecen de concesión formal, los vecinos insisten en que fueron autorizadas por escrito y que su retirada podría aumentar la vulnerabilidad de sus viviendas.

«Lo que más nos preocupa no es tanto lo que diga el papel, sino si nuestras casas quedarán más expuestas tras las obras», señalan desde la asociación. En este sentido, exigen que se aclare de manera urgente cuándo y cómo se notificará individualmente a los propietarios afectados. «No puede ser que un día lleguen con una excavadora sin habernos dado explicaciones previas», remarcan.

El jefe de la Demarcación de Costas, Javier Esteban, explicó en su intervención los detalles del proyecto: tres espigones perpendiculares a la costa, un millón de metros cúbicos de arena aportados por una draga que operará durante veinte días sin interrupción y un cordón dunar protegido con acceso restringido mediante pasarelas de madera.

Aunque se destacó que la actuación busca una solución durarera a la regresión de la playa, los vecinos temen los efectos colaterales durante aproximadamente cinco meses de obra con gran presencia de maquinaria, tránsito de camiones y restricciones de paso y aparcamiento. «Nos jugamos una temporada de verano entera sin playa ni tranquilidad», lamentaban algunos asistentes. 

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