Alzira vive con devoción el Santo Entierro

Alzira ha vuelto a citarse esta tarde-noche con sus raíces más profundas. Con un ambiente cálido (tanto por la luz de las velas como por la temperatura húmeda, que a las ocho de la tarde rondaba los 23 grados), la ciudad ha vivido una de las jornadas más solemnes de su Semana Santa con la celebración de la Procesión del Santo Entierro, que ha recorrido de extremo a extremo el casco urbano en un itinerario de dos kilómetros. Miles de personas se han agolpado a ambos lados de las calles para presenciar el paso de las 18 cofradías y los 25 pasos procesionales, en un desfile cargado de simbolismo, recogimiento y emoción.

Desde las seis de la tarde han comenzado a ocuparse las codiciadas sillas de plástico repartidas días antes por el ayuntamiento, instaladas a lo largo del recorrido. Nadie del público se lo quería perder y buscaban el mejor hueco para observar el paso de los cofrades y los aclamados pasos procesionales, que han salido de sus doseles para rememorar la pasión de Cristo.

El desfile ha arrancado con puntualidad a las seis y media desde la plaza de Santa María, con la imagen de la Santa Cena abriendo el cortejo, como dicta la tradición. Desde ahí, la procesión se ha dirigido hacia la plaza Mayor y ha culminado su marcha en la parroquia de Nuestra Señora del Lluch, en una ruta que ha atravesado buena parte de la ciudad.

Entre tambores y bombos (que se encuentran entre los mejores de la Semana Santa de España), el silencio ha sido el protagonista cuando se han acercado las imágenes de mayor dramatismo: el Cristo Crucificado en la Agonía y el Santo Sepulcro. Tras afrontar el éxito de la semana diocesana, José España ha desfilado por primera vez bajo el cargo del nuevo presidente de la Junta de Hermandades y Cofradías, tras el relevo a Vicent Fábregues.

Se calcula que más de ocho mil personas han participado directamente en el desfile: costaleros, anderos, bandas de tambores y música y numerosos penitentes, muchos de los cuales han mantenido viva otra de las costumbres más características de la Semana Santa de Alzira: el reparto de caramelos, peladillas y golosinas entre el público, que han abarrotado las calles y también las terrazas de los bares, que han aprovechado el tirón del Viernes Santo.

La Semana Santa de Alzira, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional en 1988, ha vuelto a demostrar por qué es una de las celebraciones más singulares de la Ribera, donde la devoción, la tradición y la participación popular se entrelazan año tras año en un emotivo homenaje a la pasión de Cristo.