Una casa que ETA compró en la Marina se utilizó para adiestrar a los secuestradores de Luis Suñer
La investigación de Moyano revela que ETA barajó el rapto de uno de los socios de Pascual Hermanos, pero optó por el industrial alzireño al considerarlo una "presa fácil"

Luis Suñer, rodeado de familiares en el balcón de su domicilio tras su liberación después de tres meses de secuestro. / Levante-EMV
La investigación realizada por el periodista de Carcaixent Sergi Moyano sobre el secuestro del industrial alzireño Luis Suñer a manos de ETA político militar en enero de 1981 no sólo revela por primera vez la participación de terroristas valencianos en el rapto o que el propietario de Avidesa y Cartonajes Suñer estuvo retenido durante la mayor parte de su cautiverio en un zulo habilitado en un establecimiento abierto al público en un pueblo de la Safor, sino también que el comando adquirió una casa en la Vall de Gallinera (la Marina) que pagó «al contado» y que se acabó convirtiendo en un «centro de entrenamiento etarra» o que los terroristas, en la búsqueda de objetivos, barajaron la alternativa de secuestrar a uno de los socios del entonces imperio hortofrutícola Pascual Hermanos, originario de Pego, pero optaron por Suñer al considerar que una «presa fácil».
«Operación Apolo»
Todas estas aportaciones forman parte del libro «Operación Apolo», publicado por la Institució Alfons el Magnànim, la editorial de la Diputación de Valencia, que recoge el trabajo de investigación realizado por Sergi Moyano partiendo del testimonio de uno de los integrantes del comando que el 13 de enero de 1981 asaltó las instalaciones de Avidesa en Alzira para llevarse secuestrado a Luis Suñer. La propuesta inicial del joven periodista de Carcaixent, que formó parte de la plantilla de Levante-EMV en la Ribera durante sus prácticas universitarias y actualmente trabaja en TVE, logró la beca de periodismo de investigación «Josep Torrent», de la Unió de Periodistes.
Moyano ha logrado reconstruir los pasos de un comando que nunca fue identificado -utiliza nombres ficticios en su relato- y que, si bien inicialmente contaba con tres valencianos entre sus miembros, quedó reducido a cuatro personas, dos veteranos militantes de ETA PM, entre ellos una terrorista con delitos de sangre; un valenciano y un madrileño que se había afincado e integrado perfectamente en un municipio de la Safor, que es quien le ha facilitado gran parte de la información.
Los terroristas vascos aportaron el dinero para la adquisición de la casa de la Vall de Gallinera - «era enorme, tenía un portón grande que daba a una carretera comarcal», explica en el libro- y que, entre reunión y reunión festiva los fines de semana con otros jóvenes de la zona en un intento de pasar desapercibidos, los terroristas de nuevo cuño recibieron formación en la preparación de artefactos explosivos y el manejo de armas. De hecho, el autor detalla que algunas cuevas de la Marina y la Safor fueron utilizadas por los terroristas para realizar prácticas de tiro.
Una «presa fácil»
Moyano señala que este comando apenas duró un año ya que inicia su actividad con las bombas que en el verano de 1980 se colocaron en Xàbia «y cuando acaba el secuestro de Suñer se deshace». La publicación también revela que en las conversaciones de los terroristas se refieren al secuestro como «Operación Apolo», ya que era el nombre de uno de los helados más populares de la firma Avidesa.
Por otra parte, el trabajo también destaca que los terroristas barajaron como posible alternativa el secuestro de José María Pascual, uno de los socios de Pascual Hermanos, aunque optaron por Luis Suñer al considerar que, por sus hábitos, que describe en el libro con detalle, representaba una «presa fácil» o que el hecho de ser un propietario único de sus empresas facilitaría la posterior negociación a la hora de pedir un rescate mientras que, en el otro caso, eran tres los socios, lo que podía complicar el desenlace.
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