Los expertos alertan del estrangulamiento de barrancos cuando más capacidad necesitan para desaguar
Catedráticos e ingenieros denuncian que los estrangulamientos en los cursos bajos, cuando más capacidad precisan, agravan los daños
Proponen espacios húmedos cerca de ríos y barrancos como zonas de desagüe

Mesa redonda dentro de las jornadas Alzira en Verd. / Emma Gómez Pastor

«Hay que planificar el territorio para reducir los caudales y poner sistemas de protección en las partes más altas de ríos y barrancos». Los expertos alertan de que el estrangulamiento de barrancos en las zonas en las que se recoge más agua provoca un «efecto embudo» que agrava las inundaciones en los cursos bajo de los ríos. En otras palabras, los ríos y cauces aguas arriba pueden soportar una capacidad mayor que en las zonas bajas, a pesar de que en estos tramos se acumula el agua que viene de arriba durante episodios de fuertes lluvias y las precipitaciones de esa zona.
«Las cuencas mediterráneas se caracterizan por el efecto embudo. Por ejemplo, el Magro a su paso por Carlet puede soportar hasta 3.000 metros cúbicos de agua por segundo antes de desbordar, pero en Algemesí no caben más de 500 m3/s y en Carcaixent sólo cabe un máximo de 400 m3/s en el Xúquer", explicó el decano del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puentes de la Comunitat Valenciana, Xavier Machí, durante su intervención en la mesa redonda «Escenarios de las inundaciones en la Ribera después de la dana» con motivo de la celebración de las jornadas Alzira en Verd.
Tanto Machí como el catedrático de Geografía Física de la UV, Artemi Cerdà, reiteraron la importancia de «dejar que funcione la naturaleza». Ambos advirtieron que «hay que ser previsores porque esto puede volver a ocurrir». Por ello, reiteraron la necesidad de acometer trabajos que puedan prevenir este tipo de daños ante posibles futuras catástrofes. A ello se suma la importancia de informar y educar a la ciudadanía. «Hay que informarles de que viven en zonas inundables y dotarles de planes de información. Tenemos que tener una cultura del territorio, riesgo y prevención», indicaron.
El urbanismo, según los expertos, juega un papel fundamental en este tipo de catástrofes, ya que, como ambos explicaron, muchas construcciones se han llevado a cabo a pocos metros de ríos y cauces. «Se hacen obras donde no toca, por lo que hay que repensar el territorio», alerta Machí, que, a pesar de abordar distintas soluciones, reitera que «no hay una solución a corto plazo».

El Xúquer, a la derecha, desbordado a la altura de Polinyà el 29-O. / Levante-EMV
Propuestas
«La mala gestión ha comportado que hayamos cometido errores durante décadas», insiste, por su parte, el catedrático Cerdà, quien recuerda que el «crecimiento de las ciudades y los municipios se tiene que hacer ordenadamente». «La parte antigua de los pueblos no se inunda nunca porque tenían en cuenta estos factores», añade. Actualmente, el crecimiento desmesurado de las ciudades ha comportado una gran expansión, por lo que cada vez se construye más cerca de estas zonas inundables. «Las zonas inundables nos las estamos comiendo», explica. En estos casos, no es necesario que se produzca un episodio extremo como el del 29 de octubre para provocar inundaciones en viviendas, sino que las escenas pueden ser similares durante los episodios de fuertes lluvias.
Ambos insisten en la necesidad de realizar obras adaptadas a la naturaleza. Entre las propuestas, barajan transformar las zonas más cercanas a los ríos y cauces en «espacios húmedos que se inunden durante estos episodios con el fin de bajar el pico de crecida». «Ponemos mucho hormigón, pero tenemos que pensar en verde», explica el catedrático.
Cerdà insiste que «quedan muchas cosas todavía por mejorar», por lo que pide a los consistorios, administraciones y gobiernos que miren a otros países como Holanda en materia de inundaciones. «Tenemos conocimientos, pero falta aplicarlos», concluye.
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