Secuestro Luis Suñer
¿Por qué alguien de la Safor acaba en ETA?
El periodista de Carcaixent Sergi Moyano destapa cómo un comando valenciano secuestró a Luis Suñer

El empresario Luis Suñer, con su esposa y su hija, tras su liberación en abril de 1981. / Levante-EMV
Pascual Fandos/ Europa Press
"Operación Apolo”, la investigación sobre el secuestro del industrial alzireño Luis Suñer en enero de 1981 que ha realizado el periodista de Carcaixent Sergi Moyano, revela aspectos inéditos la participación de terroristas valencianos en el rapto o que el propietario de Avidesa pasó la mayor parte de su cautiverio oculto en un zulo minúsculo en un municipio de la Safor hasta que el 28 de marzo fue entregado a un segundo comando que lo trasladó a Trasmoz (Zaragoza), donde permaneció hasta su liberación el 14 de abril.
La investigación relata, entre otros aspectos, un secuestro "extraño", que se prolongó durante 90 días, en la historia de la rama político-militar de ETA, con la participación de un madrileño y un valenciano que eran pareja y que escogieron un pueblo de la Safor paera establecer el zulo donde estuvo cautivo el empresario. Moyana recalca en declaraciones a Europa Press la importancia de explicar "por qué una persona de Madrid y una persona de la Safor acaban metidos en ETA".
El periodista indaga en su obra cómo los secuestradores, que formaban parte de ETA político-militar, aprovecharon una caja de una nevera que reforzaron con un armazón de madera para trasladar a Suñer desde el zulo inicial a un punto de encuentro entre València y Sagunt con una furgoneta Citröen CS de color blanco en la que ni siquiera se podían cerrar las puertas traseras, por lo que llevaba colgado un trapo rojo, una práctica habitual en la época por lo que consideraron que no levantaría sospechas.
Sergi Moyano ha podido reconstruir los pasos de este primer comando, que nunca fue identificado ni ha rendido cuentas a la justicia, gracias al testimonio de uno de los integrantes al que llegó casi de forma casual, una información que ha complementado y contrastado con el sumario de la Audiencia Nacional sobre el secuestro, testimonios de antiguos trabajadores de las empresas de Suñer y otros exmilitantes de ETA PM, dos de ellos miembros de la dirección. La familia Suñer, según explica en el trabajo que ha publicado Alfons el Magnànim, la editorial de la Diputación de Valencia, no ha querido aportar información a esta investigación.
El secuestro de Luis Suñer la tarde del 13 de enero de 1981 cuando un comando de ETA político-militar asaltó las instalaciones de Avidesa, la fábrica de helados convertida en buque insignia del imperio que había levantado el empresario, conmocionó a la sociedad valenciana y puso en jaque al por entonces ya débil Gobierno de Adolfo Suárez. El Gobierno había publicado el año anterior un listado de los mayores contribuyentes de España, en el que aparecía Suñer, lo que situó al empresario alzireño en el foco de uno de los brazos de la banda terrorista ETA.
La investigación de Moyano detalla que el secuestro fue perpetrado por un comando que se había creado en la Comunitat Valenciana y que tenía su base entre la Safor y la Marina, que inició su actividad terrorista con las bombas que en el verano de 1980 explotaron en Xàbia. Si bien inicialmente había tres valencianos -desencantados con la Trasición y vinculados a la izquierda radical que simpatizan con las acciones de ETA-, uno fue expulsado del grupo mientras que otro se acabó echando atrás, por lo que el comando quedó constituido por un madrileño afincado en la comarca costera y un valenciano, junto a dos militantes más veteranos de ETA político-militar. Al frente del mismo estaba una terrorista que había participado en un atentado en Madrid que dejó siete víctimas mortales y que se escapó de prisión tras ser detenida cuando trataba de dinamitar unos edificios en construcción en la caserna de Intxaurrundo (San Sebastián). Otros tres terroristas se desplazaron aquella tarde del 13 de enero para participar en el asalto y secuestro de Luis Suñer.
Los dos integrantes que no eran de origen vasco habían aprovechado la reforma de una inmueble en el que pretendían abrir un negocio en la comarca de la Safor, “la reforma de una casa típica valenciana con patio interior”, comenta Moyano, para construir un minúsculo zulo en el que escondieron a Suñer durante dos meses y medio. Se trataba de un establecimiento que abrió al público poco antes de la Navidad de 1980.
El secuestro se alargó más de lo esperado. El golpe de Estado de Antonio Tejero el 23-F contribuyó a enrarecer todavía más el ambiente mientras, por otro lado, se negociaba la disolución de ETA PM. Moyano detalla que los secuestradores alertan a la dirección de un empeoramiento de la salud del empresario, de setenta años, que se mostraba además muy decaído y solicitaron un traslado que finalmente se realizará el 28 de marzo. El 14 de abril el empresario era liberado después de que la familia abonara 325 millones de pesetas que salieron de la sede central del Banco de España. Eran billetes pequeños marcados para que la policía pudiera seguir su rastro. Moyano señala que con un aparte de ese dinero se financió una película.
"Por casualidad"
Moyano, como él mismo explica, llegó a esta historia "por casualidad". Una amiga le contó que conocía a uno de los etarras que participaron y, en sus palabras, "empecé a tirar del hilo y llegué hasta él". "Aceptó hablar, pero antes me investigó para ver si yo era de fiar", destaca. El exetarra, con el pseudónimo de Xavi en el libro, vivió una especie de "confesión" o de "catarsis" al contar al periodista "el secreto más grande de su vida". Fue una conversación "bastante natural" que se prolongó durante seis horas, tras lo que Moyano inició un arduo proceso de documentación para contrastar el relato, gracias a declaraciones policiales y al sumario del caso en la Audiencia Nacional.
En todo momento, el autor se sirvió de su "distancia emocional" con los hechos cometidos por ETA: "Para mí la violencia política es un elemento del pasado". Cuando se sumergió en esta historia, Sergi Moyano se sorprendió de que los secuestradores fueran tan jóvenes y lejanos a ETA, sin "nada que ver con Euskadi o con la izquierda abertzale", algo que achaca a la polarización de la época. Javi, madrileño, sembró la semilla de la operación al trasladarse a la Comunitat Valenciana después de que su entorno se hubiera convertido en un "polvorín" durante la Transición.
Aquí se hizo llamar Xavi, formó "una colla" y empezó una relación amorosa con Nel·lo, quien compartía su intención de pasar a las armas. Ambos viajaron a Bilbao para contactar con ETA político-militar, la rama "menos sanguinaria" de la banda. A partir de las vivencias de ambos, Moyano trata de "normalizar" que hubiera homosexuales en la banda armada, sobre lo que se han contado "pocas historias reales".
Los dos jóvenes secuestradores pudieron "volver a la normalidad" cuando Suñer fue cambiado de zulo a un pueblo de Zaragoza, tras lo que ambos dejaron las armas en un proceso de "autodisolución". "Fueron de los primeros etarras que se dieron cuenta que la violencia no tiene sentido en democracia", asevera el autor.
Al leer la prensa de la época, Moyano percibe que este secuestro quedó algo en el olvido porque fueron años de "alto voltaje político y social". "A mí me pilla muy lejos a pesar de haberme documentado muchísimo", manifiesta "satisfecho" de haber podido aportar detalles y testimonios inéditos.
Sí tenía claro que el relato iba a gustar al público no valenciano al contener elementos universales. "No es el típico secuestro de ETA: cada uno de sus personajes tiene una historia única, extraña", remarca, y asegura que 'Xavi' se ha sentido reflejado al leer el libro.
Sergi Moyano se muestra convencido de que esta historia "merece ser llevada a la gran pantalla o a la pequeña pantalla" y anima a jóvenes periodistas a embarcarse en un proyecto de investigación de esta envergadura: "Es un aprendizaje brutal, ha sido el máster de mi vida; ya no solo profesional, sino también personal".
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