El intento de Carcaixent por exhumar al criminal nazi topa con una concesión funeraria a 99 años
El ayuntamiento constata que la familia del militar croata Lubiric adquirió un título de mausoleo o panteón y no de un nicho convencional, que tiene derechos a 50 años y hubiera vencido en 2026

Un trabajador de la empresa pública Procarsa, junto a la tumba del criminal nazi Vjekoslav Luburic. / Perales Iborra

Tumba o panteón. La diferencia semántica y jurídica que separa un concepto del otro es la que marca la posibilidad exhumar (o no) los restos del criminal nazi croata Vjekoslav Luburic, que yacen en el cementerio de Carcaixent. El PSPV puso sobre la mesa del pleno celebrado el jueves (aunque retiró el punto) la posibilidad de eliminar del camposanto la tumba en la que fue enterrado el militar tras su asesinato en el año 1969, después de no haberlo logrado durante su mandato compartido con Compromís. Sin embargo, la realidad es diferente a la que creían: sus derechos funerarios no son a cincuenta años, sino a noventa y nueve.
Durante su periodo al frente del gobierno local, ambas formaciones intentaron exhumar los restos de Luburic. Contactaron con uno de sus descendientes para plantear el traslado a otra ubicación, aunque este se negó de forma rotunda. También se planteó la opción de realizar una expropiación forzosa, al reposar en un lugar público y tener el ayuntamiento la potestad de conceder y retirar los derechos funerarios. Sin embargo, entendían que al caducar dichos derechos el próximo año, era mejor desistir en su empeño y consideró que era preferible agotar el plazo antes que iniciar un posible litigio.
Los socialistas de Carcaixent quisieron llevar al pleno de octubre el asunto para reclamar al gobierno municipal del Partido Popular que pusiese en marcha la maquinaria administrativa para retirar la tumba una vez hubiesen caducado sus derechos funerarios. En la comisión informativa previa, el ejecutivo replicó a la formación progresista que su derecho funerario era mayor al que se pensaba. De prácticamente un siglo, en vez de medio, como siempre se había dicho. La propuesta se quedó sobre la mesa.
Sin informe previo
Para la agrupación socialista, la diferencia es bien clara: en una tumba es donde reposan los restos mortales de una persona y en un panteón tienen cabida varias sepulturas. Por ello, retiró su propuesta del pleno y reclamó al ejecutivo local el informe técnico correspondiente. «No queremos que el caso caiga en el olvido, y más en un contexto de crecimiento de la extrema derecha. Es necesario retirar la tumba de Luburic y todo el simbolismo que le acompaña. Que su familia se lleve los restos y, si hace falta, que se instale otro tipo de placa, más pedagógica, que explique quién era esta persona y todo el daño que causó», expuso la socialista Sara Diert.
Sin embargo, el ejecutivo popular llegó con los deberes hechos y la discusión nada tiene que ver con la semántica, pues es meramente jurídica. «Nosotros estábamos igual de convencidos que ellos de que el derecho funerario era de cincuenta años y por ello empezamos a trabajar este verano y a estudiar el caso para armarnos jurídicamente», detalló la alcaldesa de la ciudad, Carolina Almiñana, que prosiguió: «El anterior gobierno no realizó ningún informe al respecto y al ponernos manos a la obra no había duda posible. El título de propiedad del derecho funerario de Luburic es el que corresponde a panteones y mausoleos, así se adquirió en su momento».
"El Carnicero"
Almiñana reconoció que el consistorio tiene pocos argumentos legales para retirar los restos del que fuera comandante de todos los campos de concentración del régimen nazi de Zagreb y director del complejo de Jasenovac, en el que los historiadores creen que se exterminaron alrededor de medio millón de serbios, judíos y gitanos.
Solo quedan, pues, dos opciones: resignarse o … «Sabiendo que en cualquier pleito vamos a perder, entendemos que la única solución posible es la de apelar al diálogo con la familia. Pensamos que este señor, por lo que representa, no puede tener un espacio tan notorio en el cementerio, ya que genera un profundo malestar. Así que intentaremos agotar esa vía, proponiendo el traslado a un nicho común, por ejemplo», sentenció la alcaldesa de Carcaixent.
El régimen franquista dio cobijo al militar croata y en la Ribera pasó a llamarse Vicente Pérez García y a regentar una imprenta, desde la que promulgó panfletos anticomunistas. Sin embargo, «Maks» (su apodo se traduce como el Carnicero) no pasó desapercibido para la Yugoslavia de Tito, que envió un espía para ganarse su confianza. Tras ello, le envenenó y propinó un martillazo en la cabeza al grito de «Esto es lo que hacías tú a los niños de Jasenovac», según confesó el autor de su asesinato.
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