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Una riada histórica

«Hay voluntarios que están en tratamiento psicológico por todo lo que han visto»

Cullera y Alfarb reconocen la solidaridad de vecinos y entidades locales tras las inundaciones

Voluntarias de Cullera, en un centro desde el que organizaban la distribución de comida y ropa tras la riada.

Voluntarias de Cullera, en un centro desde el que organizaban la distribución de comida y ropa tras la riada. / Levante-EMV

Saray Fajardo

Saray Fajardo

Alzira

"El Ayuntamiento de Cullera hizo un llamamiento para recoger material para los afectados por la dana. Fui a llevar algunas cosas que tenía por casa, pero fue tan brutal la solidaridad de la gente, que decidí quedarme allí". A día de hoy, la voluntaria de Cullera Mónica García todavía sigue ayudando a algunos de los damnificados por la trágica riada, que azotó la provincia de Valencia el pasado 29 de octubre. Aunque este centro logístico cerró sus puertas siete meses después de las inundaciones, ella todavía sigue repartiendo algunos enseres básicos a familias afectadas. "Es increíble, pero nos sobraron un montón de pañales. Aún estamos repartiendo a las familias con niños o con personas mayores que lo necesitan", explica.

Los voluntarios con una de las familias afectadas por la dana.

Los voluntarios con una de las familias afectadas por la dana. / Levante-EMV

Cerca de mil voluntarios de la localidad se han volcado durante todo este tiempo con las familias afectadas por la riada, ya fuera ayudando en las labores de limpieza, repartiendo comida, enseres o utensilios o simplemente escuchando cada una de las vivencias y los sentimientos que compartían los damnificados. Ante esta ola de solidaridad, Cullera ha querido reconocer el trabajo del Colectivo de Voluntarios de la dana, al que le ha entregado el Distintiu 9 d'Octubre por su entrega social y comunitaria durante la emergencia. "Más que el premio, me enorgullece que todavía seamos empáticos, que mostráramos esa solidaridad y que nos pusiéramos en el lugar de los otros porque pensaba que todo esto se había perdido", explica la voluntaria, que fue la encargada de recoger el galardón como representante del colectivo. Añade: "No había partidos políticos ni diferencias. Vino gente joven, mayor, jubilados, migrantes...".

La Asociación de Amas de Casa de Alfarb.

La Asociación de Amas de Casa de Alfarb. / Levante-EMV

Un año después, la entidad todavía mantiene el contacto con algunas de las familias damnificadas de Algemesí, Catarroja, Paiporta o Alfafar. García reconoce que los voluntarios también se han visto afectados por la tragedia. "La gente quería hablar y era duro lo que contaban. Hay casos que nos han afectado mucho, ya que creas un vínculo con ellos. Hemos vivido historias muy duras", explica. La situación ha comportado que muchas de estas personas hayan tenido que buscar ayuda psicológica. "Ves a gente que se queda sin casa, que no tenía ni ropa interior. Hay voluntarios que están en tratamiento psicológico por todo lo que han visto", explica. No obstante, agradece el cariño que los propios afectados les devolvían a pesar de lo que estaban viviendo. "Los afectados siguen estando muy agradecidos por todo. Creo que el voluntariado debería practicarse al menos una vez al mes porque te llena", recalca.

"Creo que el voluntariado debería practicarse al menos una vez al mes porque te llena"

Mónica García

— Voluntaria

Alfarb también ha querido reconocer el trabajo de toda la ciudadanía durante aquellos días. El consistorio ha entregado el premio Poble d'Afarb 2025 a la Asociación de Amas de Casa, que estuvo repartiendo comida durante dos meses y medio. "El ayuntamiento nos llamó tras la tragedia para ver si podíamos ayudar de alguna manera. Lo comuniqué a mis compañeras e, inmediatamente, se sumaron vecinos, asociaciones y comercios del pueblo", explica Carmen Barberá, representante de la entidad.

El colectivo de voluntarios de la dana recoge el premio en Cullera.

El colectivo de voluntarios de la dana recoge el premio en Cullera. / Levante-EMV

La asociación llegó a repartir 300 raciones diarias a vecinos de Algemesí, Catarroja, Albal, l'Alcúdia o Paiporta. "Organizábamos los menús según la comida que nos llegaba. Había días que nos poníamos a las nueve de la mañana y terminábamos a las nueve de la noche, pero no nos cansábamos", señala. La entidad improvisó una cocina en la planta baja del ayuntamiento para realizar los menús. "La gente se volcó y, especialmente los jóvenes, nos dieron una gran lección", afirma.

La entidad preparaba las raciones diarias y otros voluntarios cargaban sus furgonetas o vehículos para llevarlas a los municipios afectados. "Nos sentimos agradecidas por el premio, pero, sobre todo, me siento orgullosa por la respuesta de la gente, que estuvo al pie del cañón", insiste.

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