La triple amenaza de las lluvias: a ríos y barrancos se une el alcantarillado
La cada vez mayor intensidad de los episodios de precipitaciones provoca colapsos de difícil solución: «No hay red que soporte trombas tan fuertes»

Una vecina de Algemesí instala una barrera para proteger su vivienda ante una posible inundación. / Perales Iborra

Los habitantes de la Ribera siempre han mirado de reojo al cielo cuando se ponía gris. Ahora, son los avisos de los teléfonos móviles los que ponen en marcha todos los mecanismos de defensa, especialmente, tras la dana del pasado 29 de octubre. Si se avecina una tormenta, un temor para nada irracional invade el cuerpo de quienes conocen el potencial destructor de un clima cada vez más extremo. Se inicia el ritual de trasladar los vehículos a zonas elevadas o de subir muebles y electrodomésticos a plantas superiores. La amenaza proviene del cielo, pero la inundación se materializa desde tres frentes: ríos, barrancos y alcantarillados que no soportan la torrencialidad de las precipitaciones.
Así lo entienden quienes sufrieron la trágica riada provocada por el río Magro hace casi un año. «Es cierto que siempre confías en que las inundaciones derivadas de los ríos se produzcan cada mucho tiempo, pero, tras la dana, tenemos todos más interiorizado que, por muchas actuaciones que se hagan, nadie puede estar preparado para un episodio de tanta adversidad», expone el alcalde Algemesí, José Javier Sanchis.
Al respecto, el teniente de alcalde y concejal de Servicios Públicos de l’Alcúdia, Aureli Amat, señala que «el riesgo cero no existe». «Si cae una tromba muy fuerte en poco tiempo, no hay alcantarillado que lo pueda soportar. Al no poder tragar tanta agua, regolfa y se producen acumulaciones en las zonas bajas. De igual modo, que si llueve mucho en las zonas de cabecera de barrancos y ríos, estamos perdidos», apunta sobre los diferentes riesgos de inundación.
Obras y actuaciones
Amat no duda a la hora de señalar que la labor de gestión pública «es ahora más difícil de asumir que hace unos años». «Te sientes indefenso y no sabemos cómo actuar porque no existe una solución mágica», añade.
La ingeniería puede, en cualquier caso, reducir el riesgo, aunque no eliminarlo por completo. Por ejemplo, el edil alcudiano destaca la construcción de un malecón, a cargo de la Confederación Hidrográfica del Júcar, en la zona donde se desbordó el río. Sin embargo, echa de menos una mayor intervención en los barrancos, ya que los ayuntamientos no pueden hacerlo sin permiso de la CHJ y, incluso con voluntad, no disponen de recursos suficientes.
El alcalde de Algemesí, por su parte, subraya como parte positiva la constante evolución de las ciudades: «Nosotros ya hemos presentado el proyecto de renovación de la red de alcantarillado y, además, de la creación de un tanque de tormentas que ayude a aliviar la recolección de aguas pluviales. Pero tenemos que ser conscientes de que estas medidas pueden evitar colapsos un cierto tiempo y entender que, en episodios de intensidad torrencial o superior como los que nos afectan cada vez más, es normal que se acumule agua en algunas calles». Asimismo, destaca la importancia de un buen mantenimiento: «La limpieza es primordial. Nosotros realizamos inspecciones con cámaras de los colectores, también succiones en zonas de atascos. A pesar de las obras que queremos ejecutar, tenemos un rendimiento muy aceptable».
Aunque renovar la red de alcantarillado no siempre es sencillo, pues esta coexiste en el subsuelo junto a canalizaciones de gas, cableados eléctricos o conexiones de internet. Incluso en el caso de querer ampliar la capacidad del sistema, muchos ayuntamientos se encuentran con un problema mucho mayor.
Prevención sin miedo
Algemesí tiene un inconveniente añadido, pues su situación orográfica dificulta el desagüe: «Incluso con un alcantarillado nuevo, somos una localidad totalmente plana, sin pendientes, así que debemos trabajar en otras medidas que favorezcan la circulación del agua en superficie, además de tener más zonas ajardinadas o apostar por asfaltos drenantes», comenta el alcalde, que prosigue: «Además, la población también puede tomar medidas a la hora de proteger plantas bajas, por ejemplo, con la instalación de válvulas antirretorno en las viviendas».
A su vez, señala que la población debe acostumbrarse y prepararse para esta «nueva realidad». «No podemos caer en el error de trasladar mensajes de miedo, pero sí que debemos normalizar ciertas cosas y hacer pedagogía al respecto. Tampoco hay que desvirtualizar la peligrosidad de los avisos», comenta Sanchis. A ello, Amat suma: «Todos tenemos un grado de responsabilidad para actuar con previsión. Si se recomienda no salir de casa o no coger el coche si no es necesario, es por algo. En este tipo de situaciones, es mejor pecar de precavidos. A fin de cuentas, perder un día de trabajo no se puede comparar con perder la vida».
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