Un año de la dana
Inversiones para 'domar' a un Magro desconocido
La construcción de motas y los proyectos de ampliación del cauce intentan proteger a los municipios más castigados por la inundación en el curso bajo como Algemesí, Guadassuar o l'Alcúdia
El afluente del Xúquer alcanzó un pico en Guadassuar de 4.000 m3/sg, similar al de la confluencia de los barrancos del Poyo y l'Horteta en Torrent

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Perales Iborra

Los vecinos y vecinas de la Ribera observan con cautela y recelo el río Xúquer cada vez que se prevé un episodio de fuertes lluvias. Los residentes de los municipios más cercanos a este río conocido como el "devastador" son conscientes de que cualquier incremento de su caudal puede ocasionar inundaciones en sus localidades. Con el fin de revertir esta situación, la Confederación Hidrográfica del Júcar y los ayuntamientos afectados han trabajado durante décadas en el desarrollo de infraestructuras y medidas que permitan proteger a la ciudadanía y reducir los daños. Sin embargo, la catastrófica riada del pasado 29 de octubre supuso un punto de inflexión y abre la puerta a nuevas infraestucturas de protección, que ya ha comenzado a activarse.
Las inundaciones en esta ocasión no fueron fruto del temido Xúquer. El desconocido Magro, que atraviesa una distancia de 126 kilómetros entre la sierra de Miral -entre las provincias de Valencia y Cuenca- hasta que se une al Xúquer a su paso por el término municipal de Algemesí, fue el causante de la inundación más grave que se recuerda en la historia reciente de la comarca. Más de cuatro décadas después de la trágica pantanada de Tous, cuyo recuerdo todavía se mantiene muy vivo en el imaginario colectivo, los vecinos de la Ribera volvieron a ver como sus calles se convertían otra vez en ríos de barro y agua.
El Magro arrasó en cuestión de horas con todo lo que se encontró a su paso dejando imágenes que quedarán grabadas en la memoria, tanto audiovisual como en el imaginario colectivo, por mucho tiempo. Casas destruidas, viviendas anegadas, puentes derribados total o parcialmente, coches apilados, calles llenas de trastos y enseres inutilizables, alcantarillas colapsadas y señales de tráfico volcadas fueron sólo una pequeña muestra. El desbordamiento del Magro no sólo ocasionó innumerables daños, valorados en millones de euros, sino que también se cobró la vida de nueve personas en la Ribera.
Los expertos han calificado, durante estos doce meses, el desbordamiento en la comarca, y especialmente en Algemesí, como "un hecho extraordinario". Aunque Algemesí se convirtió en el epicentro de la catástrofe en la Ribera, el punto de mayor caudal se produjo en Guadassuar. La Confederación Hidrográfica del Júcar indicaba que en el aforo de Huerto de Mulet (Algemesí) el valor máximo registrado fue de 1.523 m3/s sobre las 3:35 h de la madrugada, pero en Guadassuar llegó a duplicarse. La comisaria de Aguas de la CHJ, Cristina Sola, reconocía en una charla en Alzira que en este punto se alcanzaron los 4.000 metros cúbicos por segundo. Como informó Levante-EMV, el pico de caudal sería equivalente al tsunami de 4.000 m3/s que golpeó Torrent, donde confluyen los barrancos del Poyo y l'Horteta, aquella jornada.
Tras el primer impacto, era el momento de llevar a cabo la reconstrucción en la comarca. Sólo cuatro de los 47 pueblos se habían salvado de la riada, por lo que se iniciaba un largo camino de trabajos para proteger a los municipios de ese río tan desconocido con el fin de evitar que se produjera un episodio similar en el futuro.
La mayoría de este tipo de protecciones no existían antes de la dana, pero la catástrofe ha demostrado la necesidad de llevar a cabo esta reconstrucción del Magro. Tras los primeros trabajos de emergencia durante los primeros meses, que se han basado en la retirada de tapones, cañas y elementos de obstrucción, la reparación de daños y la restauración del dominio público hidráulico, el organismo de cuenca proyecta ahora varias infraestructuras de protección en la comarca. Aunque las obras avanzan a velocidades distintas, la CHJ busca proteger a los municipios más expuestos a este río.
El Ayuntamiento de Algemesí y los propios vecinos reivindican de manera reiterada la urgencia de acometer este tipo de obras con la llegada del otoño, el recuerdo de la dana todavía muy presente y el miedo a que un nuevo episodio de fuertes lluvias vuelva a anegar el casco urbano. Cabe recordar que sólo diez de las 208 calles de la localidad se salvaron de la riada. En algunas zonas, como el barrio del Raval -el más golpeado por su cercanía al Magro-, el agua superó los dos metros de altura, por lo que se deberán derribar una decena de casas. En esta localidad, la CHJ todavía no ha acometido, en sus palabras, "los trabajos más importantes".
El consistorio proyecta la construcción de una mota de 2,40 metros altura, que tendrá un coste de cerca de nueve millones de euros y busca proteger al municipio de las posibles crecidas del río. Este dique, como explica la CHJ, contará con una estructura de tierras que se completará con colchones reno en su base para mejorar su estabilidad. Se realizará en coordinación con el propio ayuntamiento, que será el encargado de impulsar intervenciones en el encauzamiento urbano que comienza en el barrio del Raval. El propio alcalde de Algemesí, José Javier Sanchis, defiende la necesidad de esta infraestructura, ya que "si se hace un muro en Guadassuar y l'Alcúdia, pero no en Algemesí, el agua seguirá bajando y llegará a nuestro municipio".
No obstante, el retraso en las obras agrava el temor entre los vecinos del Raval. "No han hecho nada todavía y tardaremos mucho tiempo en ver el resultado de estas obras", lamenta Antonio Romero, vecino de una de las calles más cercanas al río. Él, como muchos de los damnificados de esta zona, tuvo que escapar "in extremis" al ver la fuerza con la que discurría el agua por su calle. En su vivienda, alcanzó los dos metros de altura, por lo que la marca del barro todavía sigue presente en algunas paredes de su casa. Reconoce que "la gente del barrio tiene miedo cuando avisan de que viene un episodio de lluvias". "La gente se va. Por mucha protección que nos prometan, cuando marca agua, la gente huye", insiste.

Antonio Romero, vecino del Raval de Algemesí. / Agustí Perales Iborra
Las obras de protección en l'Alcúdia, por su parte, están a punto de concluir. La CHJ ultima la construcción de una mota de 860 metros de longitud en la margen derecha del río, que permitirá ensanchar el cauce y mejorar la capacidad hidráulica. Además, también trabaja en otros puntos del término municipal mediante la colocación de rellenos y protección de escollera para mejorar la estabilidad de los taludes y el flujo del río.
Estas medidas no sólo han sido vistas con buenos ojos por el propio consistorio, ya que el alcalde, Andreu Salom, reivindicaba hace unas semanas en este diario que era "una de las obras que más preocupaba", sino que también son aplaudidas por los propios vecinos que observan como avanzan a buen ritmo. "Cualquier proyecto que hagan para que no vuelva a ocurrir esto es bueno. Todo lo que sea dar soluciones a l'Alcúdia es positivo para todos, ya que el temor a que vuelva a pasar existe y está muy presente. Nos tendremos que acostumbrar a este tipo de catástrofes, pero es importante protegernos de la mejor manera posible", explica José Boix, vecino de l'Alcúdia. Por su parte, Salvador Marqués, otro residente de la localidad, también agradece la implicación y los trabajos de la CHJ, aunque lamenta que "han llegado tarde". "Se tendría que haber hecho antes, pero más vale tarde que nunca", recalca.

Construcción de la mota en l'Alcúdia. / Agustí Perales Iborra
El organismo de cuenca también pretende reducir los desbordamientos hacia el término municipal de Guadassuar con la construcción de otra mota junto al río. Las obras para proteger ambas localidades se cifran en 16,5 millones de euros. En el caso de Guadassuar, donde se alcanzó el punto máximo de caudal, se centrarán en la construcción de una escollera y en la instalación de colchones reno para mejorar la estabilización y reforzar los taludes. La CHJ señaló que "hace unas semanas finalizaron las expropiaciones de los terrenos colindantes al cauce y en los últimos días se han iniciado labores de desbroce y retirada de elementos obstructivos en varios puntos". Todo ello es el paso previo a la mota.
A estas obras se suman tres actuaciones en Carlet, entre las que se encuentran la restitución de los taludes más dañados de la margen izquierda, donde se ha realizado una reconstrucción y perfilado de los mismos en un tramo de alrededor de 1.600 metros. La CHJ también trabaja en mejorar la capacidad hidráulica del río con la eliminación de la antigua pista de atletismo, que está ubicada en dominio público hidráulico y en zona inundable y, por último, la regularización del cauce con la construcción de un canal de aguas bajas, que permitiría guiar al río y eliminaría las posibles balsas que se generaron tras la avenida.
A estos primeros trabajos se podrían añadir nuevos, ya que algunos ayuntamientos de la Ribera han presentado alegaciones al plan frente inundaciones, aunque, en estos casos, habrá que esperar para saber qué rumbo toman.

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