Si se ha hecho algo en los tres institutos de la ciudad de Gandia ha sido porque el Ayuntamiento ha puesto sus propios medios porque así fuera, puesto que el Consell ha olvidado por completo a los centros de secundaria.
Pese a las buenas intenciones del consisotorio, que han servido para hacerles un lavado de cara con distintos arreglos llevado a cabo a través de las contrataciones del Plan de Empleo, no es suficiente. Todos ellos necesitan una actuación profunda.
Ni decir cabe que lo del Ausiàs March clama al cielo. Su estado es tan penoso que desde el Ampa han solicitado que se realicen catas porque últimamente han notado temblores en las aulas.
Esperando a que se solucionara el asunto del solar anexo, han ido pasando los años al tiempo que crecía el deterioro. Hace unos días, el alcalde, Arturo Torró, seguramente empujado por el ambiente electoral que se respira, se descolgaba prometiendo que la Generalitat iniciaría «de forma inmintente» obras para sustituir los ventanales, aunque se augura complicado. En el último pleno de la legislatura se cambiaba el uso de la parcela del Bulevar para hacerla de nuevo educativa.
El Ausiàs March es el instituto más antiguo de Gandia y actualmente supera con creces el número de alumnos para el que estaá pensado el edificio. Su accesibilidad para personas con movilidad reducida es nula y se han tenido que sacar aulas de donde no las había para poder cubrir las necesidades.
Pero no solo los institutos de Gandia han sido los grandes abandonados. El IES Jaume II «el Just» de Tavernes de la Valldigna debía haber sido remodelado tras la inauguración del nuevo centro ubicado en la partida del Cambro pero no ha sido así.
Construido en los años 60 y con deficiencias más que evidentes en las aulas y las zonas comunes, la única inversión que se ha realizado ha sido para reponer una valla perimetral que estaba completamente arrancada y algún arreglo más que, sin embargo, no sirve para paliar la auténtica necesidad del centro.
