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bla, ble, bli...

Ai los ciudadanos avalamos con nuestro voto un cambio de gobierno es para que las cosas se hagan de otra forma, se hagan otras cosas o, incluso, se haga alguna cosa. No es el caso.

Admito haber sacrificado la veracidad por el efectismo: hay cosas que se hacen de otra forma como, por ejemplo, hacer pública la agenda de la alcaldesa o el portal de transparencia. ¿Cuántos de ustedes han consultado ya la agenda de la alcaldesa? Pues ya llevamos alguna rueda de prensa, varios artículos y alguna entrevista en los medios al respecto.

¿Cuándo hemos oído hablar de un proyecto global de ciudad a 3 años vista? Les dejo unos segundos para lo piensen (tic-tac, tic-tac) ¿Nada?¿No recuerdan nada? Les dejo unos segundos más (tic-tac, tic-tac) ¿Nada, verdad? Pues ya saben la respuesta.

A través de diversos medios he dicho por activa que este gobierno estaba haciendo más bien poco, nada para ser exactos, para presentar un proyecto creíble de ciudad más allá de unos cutreparches para recibir cobertura mediática. Se me ha respondido por pasiva que primero había que evaluar la situación, que tenían que pasar cien días, que bla, que ble y que bli. Pues bien, ha pasado el tiempo y espero que ya se hayan hecho una idea de la situación porque yo sí me la he hecho pero todavía estamos que bla, que ble y que bli.

Llevados por el celo del ahorro -todavía les recuerdo en algunas tertulias criticar con gruesas palabras el «austericidio merkeliano» -confunden gasto con inversión y austeridad con puño cerrado. Efectivamente la situación no es buena como pronto sabremos los ciudadanos con la próxima carta que nos llegue desde la Oficina de Recaudación. Pero se les supone preparados, con criterio y con la dedicación suficiente para que sepan promover iniciativas o se cree el entorno adecuado para que estas florezcan porque, a este ritmo, Gandia bajará a regional preferente y quedará como una ciudad de servicios estivales.

No basta, por poner un ejemplo, con organizar una jornada para emprendedores si un minuto después no se ponen a su alcance determinados medios: oficinas de coworking para empresas que demuestren tener buenas ideas y procesos para llevarlas a cabo, servicios de asesoría y consultoría, contactos con potenciales clientes e inversores y otros muchos que, a buen seguro, conocen desde la concejalía de Políticas Económicas e Innovación.

Es malo, muy malo, que el Sansan Festival se escape de la ciudad, no por el festival en sí mismo si no porque era un buen banderín de enganche poder agregar «gran capacidad de organización, gestión y alojamiento» al currículo de la ciudad. Ahora no tenemos nada que resaltar y será difícil atraer algún evento similar sobre todo por la forma en la que se ha escapado.

El uso que se hace actualmente de los medios de comunicación no dista mucho del que se hizo en la Legislatura Infame: esconder la incapacidad con la ubicuidad.

Durante estos días se han prodigado diversos integrantes del gobierno de la ciudad en los eventos para presentar a las falleras mayores, a la madrina de la semana santa y solo ha faltado hacer un homenaje al utillero de la selección local de truc. Todo por lucir festivas sonrisas sin nada que ofrecer.

Aducirán -con razón- que no todo el trabajo realizado se ve pero lo que los ciudadanos pedimos es que se haga trabajo y que este tenga un impacto o es trabajo perdido. Cada llamada de teléfono que hagan, cada reunión a la que asistan, cada papel que firmen, cada correo electrónico que envíen tiene que tener una sola finalidad: procurar el bien a los ciudadanos y eso no es lo que yo percibo.

NOTA: Evidentemente este artículo, como todos, es una mezcla de simplificación y exageración pero creo no ir muy desencaminado. Estoy dispuesto a dialogar al respecto y que me saquen de mi error. Si es así soy capaz de tomarme una cerveza acompañada de un bocadillo de sepia para superar mis penas. ¡Con un par!

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