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«Le dije a Torró que no podía defender su gestión en Gandia porque no la compartía»

«Le dije a Torró que no podía defender su gestión en Gandia porque no la compartía»

No negará que en estos cuatro años la han echado en falta en Gandia, sobre todo muchos militantes del PP...

Soy consciente de ello y me siento agradecida por su confianza. La gente me para por la calle. Cuatro años en la oposición defendiendo la ideología del partido y criticando con dureza la gestión del PSOE -entonces en el gobierno- y planteando propuestas serias hizo que me ganara el respeto de propios y adversarios. Y eso le llena a cualquiera. Sigo convencida que otra forma de gobernar es posible.

Cuando en 2011 aceptó ser candidata a senadora, ¿por qué no optó por quedarse también en el ayuntamiento?

Sí que opté, pero el señor Torró no quiso. Yo deseé hacerlo compatible aunque fuera con la gestión de un área menor para no perder contacto con la Administración Local, con Gandia y con los ciudadanos. Pero lo que se pretendía en realidad era hacerme desaparecer del panorama local, por aquello, supongo, de que la sombra del ciprés es alargada.

¿Cree que la forzaron a irse a Madrid porque parece que solo usted parecía capaz de discrepar abiertamente con el alcalde de su partido?

Es algo que sabe todo el mundo. Era imposible permanecer en un lugar en el que el superior inmediato no te quiere al lado. Es una evidencia que su forma de ver, estar y hacer política es muy diferente a la mía. Si alguien tenía dudas, estoy segura que hoy ya las ha disipado. Desde el primer día le hice saber que siempre le diría lo que me parecía en cada situación y así lo hice. Aunque ello era algo que él, por su carácter, no podía soportar. Hay quien prefiere la palmadita en la espalda, el «todo bien, todo bien, eres el mejor y el número uno», palmas, palmitas?

Consejos? Mire, no hay más sordo que el que no quiere oír ni más ciego que el que no quiere ver.

¿Entonces, cuál ha sido su relación con Arturo Torró en esos cuatro años?

La mía, la justa por educación. La suya, la justa por necesidad, consciente de que cualquier desaire en aquel momento a mi persona podía suponer que su castillo de naipes sobre la aparente unión del partido, se vendría abajo. Era evidente que le incomodaba mi presencia. Pero mi papel institucional no lo iba dejar de representar por ese motivo. Y además le diré que tuvo el valor de citarme en su despacho en enero del 2015, ¡imagínese, la primera vez desde 2011!, para que saliera públicamente a defender su gestión. Le contesté que no podía porque no la compartía? Para conseguirlo, mencionó que en el ayuntamiento trabajaban personas a las que yo quería mucho. Deduzca usted qué nombre tiene eso? ¡Hay que tener valor!

Torró dijo hace unos días que la sacó del lodo y que la puso de número dos en su candidatura a las municipales en 2011.

Ha dicho tantas cosas? sólo con decirle que me llamaba «la muerta». En las municipales de 2011, la mañana anterior de mi presentación como 2 de la candidatura, me llamó para anunciarme la rueda de prensa y me dijo literalmente: «no soporto más la presión de la gente», lo que significa que no lo hacía por devoción sino por obligación. Y después obvió que quien ganó esas elecciones fue el Partido Popular y no él solo.

Entonces, aunque su gestión política haya estado en Madrid, ¿cómo valora la gestión de Torró en la alcaldía?

Nadie hace ni todo bien ni todo mal, pero en política hacer las cosas bien en función de los intereses de los ciudadanos no es nada a destacar, porque se presupone. Incluso así cuantas más cosas se hacen, más posibilidades de equivocarte, pero siempre tienes la posibilidad de pedir disculpas y rectificar porque reconocer que uno se equivoca es un ejercicio de humildad. No hacerlo se llama soberbia. En mi opinión, la pasada era la legislatura de aprovechar los 15,5 millones del Plan Confianza para las inversiones, el Acceso Sur al Puerto de Gandia que hacía el Estado, las ayudas de la Diputación de Valencia y acabar el hospital gracias, por cierto, a la perseverancia del actual delegado del Gobierno, Juan Carlos Moragues. Y punto. Estoy convencida de que esa era la legislatura de los servicios básicos que hacen que el día a día de los ciudadanos sea mejor y dejarse del exceso de gasto, el descontrol de la empresa pública, la vergüenza de «Gandia Shore» y de «costes cero», primero porque eso no existe y segundo porque no nos lo podíamos permitir. Se necesitaba hacer las cosas con medida, responsabilidad, realismo, tranquilidad y mucho sentido común. Tras 28 años de esfuerzos se alcanza el Gobierno y lo perdemos en una legislatura. Todo un récord.

El exalcalde dimitió la semana pasada con tres investigaciones judiciales a sus espaldas por su gestión en el ayuntamiento. ¿Se lo esperaba?

No por esperadas duelen menos. Es lo que ocurre cuando la rumorología se convierte en la entrada de la UCO en el despacho del Alcalde, en idas y venidas al cuartel de la Guardia Civil, en un rosario de investigaciones judiciales? Lo peor es que todo apunta a que, por desgracia, no serán las últimas y que se pueden ver más personas implicadas. En cualquier caso, los tribunales dirimirán lo que proceda en justicia.

Y con una deuda de más de 300 millones de euros.

Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. La deuda desbocada de la ciudad mayoritariamente fue causa de la nefasta gestión del PSOE en sus diferentes gobiernos y de sus socios en cada momento, porque allí donde han gobernado han dejado las arcas esquilmadas, los bolsillos de los ciudadanos vacíos y a las personas sin empleo. Dicho lo cual, cuando el PP llegó a la alcaldía, en 2011, y visto lo que se encontró, debería haber hecho lo mismo que el PP en el Gobierno de España, un Plan de Ajuste y de ordenación de la deuda, aunque ello supusiera no sólo reducir los gastos sino aumentar los ingresos, por muy impopular que ese tipo de decisiones sean. Hacer unos presupuestos ajustados a la realidad, cumplir los compromisos de pago con los bancos y dejarse de actitudes «podemitas» de insumisión, más propia de repúblicas bananeras.

Esta misma semana, sin su presencia, la Ejecutiva del PP de Gandia respaldó a Torró y le pidió que no renunciara a la presidencia del partido. ¿Lo vio correcto?

Lo veo humano como apoyo al árbol caído, pero políticamente creo que lo que el electorado espera de nosotros es que seamos capaces de reconocer los errores, hacer autocrítica, pedir disculpas, enmendar faltas y mirar hacia delante con honestidad y transparencia para representar a los miles de personas que nos otorgaron su confianza elección tras elección y que hoy se sienten defraudados. Porque no debemos olvidar que, aunque se haya perdido el Gobierno local, seguimos siendo 12 concejales, 5 más que el partido que ostenta la alcaldía. Así es que desterremos los personalismos, el culto a los falsos dioses, el me voy pero tutelo, y pongámonos a trabajar por recuperar la alcaldía de Gandia porque los ciudadanos es lo que se merecen.

Víctor Soler, el elegido por Torró para dirigir el PP de Gandia, dijo de usted que era un referente del PP, pero habló de «una nueva generación» para dirigir el partido. ¿Se sintió excluida con esa afirmación?

«El elegido», creo que es el nombre de una película. A ver, el Sr. Torró no tiene potestad para nombrar presidente a nadie. Eso se hace a través de un Congreso. Dada la dimisión de presidente del partido en Gandia, el Secretario General de la agrupación local pasa a ocupar la presidencia, como marcan nuestros estatutos. Por otro lado, que las nuevas generaciones entren a formar parte de la dirección es lo que debe ser, pero eso de la «efebocracia» que está tan de moda, de encumbrar a alguien sólo por el hecho de que tenga más o menos edad, es de risa, además de un error. El que vale para esto vale sea hombre o mujer, tenga más o menos edad o lleve en esto más o menos tiempo. Y sin olvidar que hay quien lleva algunos años ya en esto sin mancha ni sospecha alguna y hay quien lleva cuatro días y no puede decir lo mismo.

En medio de la tormenta de corrupción que afecta al PP valenciano y de la situación en Gandia, ¿qué salida le ve al partido?

Autocrítica y propósito de enmienda. Cambiar malas prácticas y ser capaz de adaptarse a la realidad de una sociedad cambiante, con transparencia, participación, honestidad. Buscar personas que no estén ligadas a la corrupción, eliminar de raíz las manzanas podridas. En este partido no caben personas con esas actitudes, se está para servir y no para servirse de la confianza de los ciudadanos.

Enrique Orihuel, con su Foro de Regeneración, pide una «refundación» del partido. ¿Lo comparte? ¿Estaría usted dispuesta a formar parte de ese equipo?

Lo respeto, pero pienso que el foro donde hablar de estas cosas no es otro que el propio partido. Respecto a la refundación y todo lo que se está diciendo en estos días sobre un posible cambio de siglas y otro tipo de ocurrencias, le tengo que decir que aquí no hay nuevo PP ni viejo PP, que el PP es uno con su proyecto, sus ideas y sus principios claramente explicitados en sus estatutos. Lo que no me vale es que cuando el viento sopla de cola las siglas y Rajoy son lo mejor del mundo y cuando vienen mal dadas ya no valen y las cambiamos.

¿Hablar de Carla Ripoll como aspirante del PP a la alcaldía de Gandia es una barbaridad o diría usted que en política nunca se puede decir nunca?

Ni en política, ni en la vida en general. No creo que sea el momento de hacerse ese tipo de planteamientos personales. Es momento de superar el pasado reciente entre todos los que compartimos el gran proyecto del PP para Gandia. Lo demás, ya se verá.

¿Conoce usted a Ciro Palmer de su etapa en el PP. ¿Entiende que no se votara a sí mismo y evitara que Torró repitiera como alcalde?

Entiendo que pertenece a un partido que es el que le marca las directrices y evidentemente debió ser una decisión muy complicada para él. Si anteriormente se hubiesen hecho las cosas como debía, ni Ciro ni el partido al que pertenece se hubieran planteado votar al pacto de izquierdas en Gandia, que, al fin y al cabo, es la suma de los perdedores.

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