Fiel a su estilo, en la pasada la «nit de la plantà» Arturo Torró se hizo una foto con su «ninot» que, en la Falla del Prado, aparece como un «hombre bala» que, saliendo del cañón, abandona la política, literalmente disparado de la vida pública gandiense. La escena es una de las mejores de cuantas, en estas Fallas de 2016, resumen el fin era de Torró y del PP al frente del ayuntamiento. En realidad, la mayor parte de la crítica local tiene como blanco aquellos cuatro años de mayoría absoluta a los que el concejal de Ciudadanos, Ciro Palmer, con su voto en el pleno de investidura, contribuyó a poner fin el pasado junio.

La crítica fallera se asume con mucha deportividad, pero, en realidad, el PP no sale bien parado de sus cuatro años de Gobierno local. Miren, si no, la llamativa y clarificadora escena de la Falla Carrer Major i Passeig en la que, refiriéndose a la deuda municipal, sitúan dos coronas de difuntos con las que transmiten la idea de que la ciudad de Gandia se ha muerto. «Los vecinos no descansaremos pagando tus deudas», reza uno de los epitafios con las flores. «Los bancos no se olvidan», concluye el segundo mensaje fúnebre.

Una parte de la deuda municipal se originó en la empresa pública IPG. Y una de las mejores metáforas sobre lo hecho con esa mercantil se encuentra en la Falla Màrtirs. Una caja fuerte vacía, llena de telarañas, resume «el expolio» de IPG, en cuyo frontispicio aparece una foto de Julio Iglesias recordándole a Torró que fue una de las primeras figuras que actuó en Gandia «a cuenta» del ayuntamiento. «Has regalado entradas, y lo sabes?», le dice el afamado artista al exalcalde del PP. En la Vila Nova señalan, con acierto, que IPG «se ha tragado sin piedad a los políticos del PP».

Claro que, en eso de la deuda, las fallas extienden las responsabilidades a más de uno. En esta misma Falla Màrtirs Torró se acompaña de José Manuel Orengo, el exalcalde socialista, y quizás en un alarde un tanto excesivo, los pone como enemigos políticos que «posiblemente acaben haciéndose amigos en algún lugar de Picassent», en clara referencia a la cárcel de esta ciudad.

La Falla del Mercat incluso reconoce su pesar por la marcha de Torró «porque ya no tendremos ocasión de criticarle», y también responsabiliza de la catástrofe económica municipal a los exalcaldes del PP y del PSOE. «La corrida empezó con Orengo de matador y Torró el toro Gandia remató».

Y hay quien amplía aún más el abanico de los autores de la deuda y de sus consecuencias. En Màrtirs al lado de las imágenes de los últimos cuatro alcaldes, incluyendo a Diana Morant y a Pepa Frau, la crítica reza: «los 'desficacis' que todos han hecho los paga la gente con impuestos». «La gestión ha sido lamentable y no se puede salvar nadie», concluye el crítico de la comisión.

Precisamente Diana Morant es una de las protagonistas de la Falla Sagrada Família-Corea decapitando, literalmente, a los «enchufados» que Torró colocó en el ayuntamiento, y allí mismo se señala que, entre 2011 y 2015 en Gandia no gobernó la dinastía de los 'borbons', sino la de los 'torrons'.

Junto a las coronas de difuntos de Carrer Major i Passeig, el mensaje más pesimista es el de la Vila Nova, con un ciudad «vendida» por la quiebra económica.

Y son muchas las fallas que recuerdan la gran cantidad de proyectos inacabados de la 'era Torró'. El parque acuático, los campos de golf, los nuevos juzgados, el párking de Corea, las playas temáticas... En Benirredrà se hace especial mención al trinquet de pilota, que generó un enfrentamiento entre el alcalde del PP y la alcaldesa socialista de Benirredrà, Loles Cardona, y auguran que esa obra, que está paralizada, finalizará «el año 2087». Respecto a muchos de esos proyectos inconclusos, ingeniosa la expresión que figura en la Falla de Beniopa jugando con la playa virgen que, también Torró, intentó urbanizar: «ni Auir ni demà».

Mención especial merece el pacto que permitió a Diana Morant ser alcaldesa de Gandia. Y aquí la crítica despelleja al concejal Ciro Palmer, que dio su decisivo voto para que la candidata socialista lograra su objetivo. En la Falla de la República Argentina Palmer no solo es un «palmero de su amo y señor», sino que aparece como una marioneta de Orengo, el «poderoso caballero» que contribuyó a forjar el acuerdo entre el PSOE, Més Gandia y C's para dejar al PP en la oposición. Ese pacto es, en la Falla de Lluís Belda, una suma de 7, 5 y 1 concejales que da como resultado el «potaje gandiense» que ha derivado en la subida de impuestos.

Queda claro, por la crítica de este año, que las comisiones asumen con resignación la delicada situación económica municipal, y también que el Plan de Ajuste, con la consabida subida de impuestos, ha dejado «desnudo» al ciudadano. En el Jardinet denuncian que el «coste cero» del que habló el PP cuando anunciaba proyectos se ha demostrado «mentira» y que, en realidad, el importe de la factura «marca muchos ceros».

En el Prado la vicealcaldesa y líder de Més Gandia, Lorena Milvaques, aparece como una pitonisa: «déjanos esa Gandia que hechiza», le señala el crítico, como si ella tuviera la vara mágica para arreglar el desaguisado económico de tantos años.

Aunque sea un aspecto que afecta casi exclusivamente a las comisiones de fallas, en la crítica de este año se repite mucho el problema heredado del Museu Faller, cuya hipoteca, de la que aún falta abonar 2,5 millones de euros, sigue siendo una incógnita y una amenaza para el futuro de la fiesta. «Orengo nos regaló la criatura, Torró nos la quería pagar, y los bancos que pusieron los duros resulta que ahora quieren cobrar», señala la elaborada crítica de la Falla de Sant Josep.

Y, como no podía ser de otra forma, en Beniopa destacan los comentarios por su obligada anexión, hace 50 años, a la ciudad de Gandia. «Desde la capital de España y hecho en lengua extraña», dice la falla, refiriéndose al decreto que, por correo, llegó para disolver el ayuntamiento de un municipio milenario.

El recorrido crítico y satírico de las Fallas de Gandia es aún más extenso y convendría aprovecharlo, visitando los monumentos, antes de que se los coma el fuego.