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El indigente más famoso de Gandia

Belmonte ya tiene casa

Belmonte ya tiene casa

No ha sido un proceso fácil pero, por fin, Juan José Belmonte, el indigente más famoso de Gandia, quien recibía a los miles de vehículos que cada día entran en la ciudad desde su pequeño refugio de la rotonda de Joaquim Ballester, tiene un techo bajo el que vivir y está en las mejores manos que podría.

Desde hace varias semanas está tutelado por la Generalitat y vive en una residencia ubicada en Carlet. «Ha sido complicado porque no hay suficientes plazas pero al final tanto el juez como la Generalitat han tenido la sensibilidad que requería esta cuestión», aseguraba ayer a Levante-EMV, Nahuel González, quien destacó el trabajo llevado a cabo no solo por el ayuntamiento, sino también por Cáritas, Policía Local, la trabajadora social del hospital y los franciscanos del Centro de Acogida ubicado en Palma de Gandia.

En realidad, Juan José Belmonte ya hace algunos meses que no está en la rotonda. Tras años intentando sin éxito que aceptara entrar programas de reinserción social, en los que incluso ha llegado a estar un tiempo en el CAI de Cáritas, no fue hasta que su estado de salud fue grave cuando los servicios sociales lograron que dejara su espacio en la rotonda.

Durante varias semanas, como publicó este periódico, estuvo ingresado en el hospital, donde fue tratado de la grave dolencia que padece. Allí le convencieron para que fuera acogido en el Centro de Acogida Sant Francesc d'Assís. «Hay que agradecer a los frailes que aceptaran porque Belmonte era una persona complicada, sobre todo porque fumaba mucho y allí no aceptan a gente que fume, pese a lo cual a él le dejaban», explicó González.

Pero en este centro solo quiso estar tres días. «Esa residencia no es una cárcel y él se podía ir cuando quisiera y lo hizo». De ahí, pasó unos días en una conocida pensión de Gandia. Acudía a dormir pero el día lo pasaba sentado en un banco próximo, en la zona de Benipeixcar.

Mientras, desde el ayuntamiento y las entidades sociales trabajaban para que, dado que sufría problemas psíquicos, un juez le incapacitara y, de ese modo, pasara a ser tutelado por la Generalitat. «Se trató de buscar si tenía familia pero ha sido imposible localizar a alguien», apuntaba el concejal de Servicios Sociales.

Finalmente, un juez decretó su incapacidad y desde hace unas semanas vive en la residencia de Carlet donde recibe los cuidados que precisa. «Es el mejor lugar en el que puede estar», apuntó ayer González.

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