«Mira, mamá, algún día estaré yo también ahí, encima de ese escenario». Son palabras de Eduard Talens Talens, de 9 años, y se las dijo a su madre, Sonia, el pasado mes de diciembre al finalizar el musical de El Rey León que acababa de ver en plena Gran Vía de Madrid. Lo que no sabía, ni él ni su familia, es que sus palabras, a día de hoy, están cerca de convertirse en una realidad.

Natural de Tavernes de la Valldigna, este pequeño artista se encuentra en la fase final del casting para ser el protagonista del musical Billy Elliot, la historia de un niño que sueña con ser bailarín de ballet pero que se encuentra con un gran número de dificultades para lograrlo. Se estrenará en Madrid en octubre del año 2017 y estará dirigido por David Serrano. La obra contará con más de 40 artistas sobre el escenario.

Por delante, antes de saber si finalmente orma parte o no del elenco, le queda todo un año de formación becada por SOM Produce, la empresa que está detrás del montaje. A su vez, tiene la oportunidad de vivir experiencias irrepetibles, que entre o no a formar parte de la compañía, le supondrán un trampolín de cara a alcanzar su sueño.

El próximo mes de julio empieza las clases. La formación tendrá lugar en la escuela Scaena y en el Teatro Alcalá, ambas en Madrid, lo que obligará a la familia a desplazarse a la capital española, ya que el niño debe compaginarlo con el colegio. Cursará Ballet Clásico, Interpretación, Canto y Tap (claqué). Esta formación, además, se complementará con otras clases como danza acrobática, «clown», etc.

La Escuela de Billy Elliot está dirigida tanto por SOM Produce como por profesionales de reconocido prestigio en el panorama artístico como el afamado bailarín Víctor Ullate y Carmen Roche.

Francicso Talens, padre de Eduard, le define como un niño muy responsable y, sobre todo, constante. Esa tenacidad es, probablemente, la que le ha permitido llegar donde está ahora. «Él se levanta por la mañana y lo primero que hace es ponerse vídeos de baile, disfruta», cuenta su padre.

Pero llegar a las puertas de protagonizar un musical no ha sido fácil. Todo arrancó en febrero, cuando una de sus maestras de baile le dijo que se abría un casting en el que buscaban niños para este espectáculo. «Yo lo apunté», dice su padre, quien recuerda que Eduard «fue el que más tiempo estuvo haciendo la prueba, le hicieron hacer de todo, mientras otros niños entraban y salían enseguida».

Pasó aquella fase. A partir de entonces entró en lo que la compañía llama un «workshop», una formación que duró tres meses y que finalizó con una nueva selección que le ha permitido entrar en la escuela de Billy Elliot, como la llama SOM Produce, junto a una veintena de niños.

Esos tres primeros meses de formación ya obligaron al pequeño y a sus padres a instalarse en Madrid mientras su hermano, que estudia bachillerato, se quedó en Tavernes. Él tuvo que cambiar de colegio, lo que le trastocó ligeramente la marcha académica normal, como reconoce su padre, pero que para nada ha impedido que termine el curso de forma satisfactoria.

«Mi madre temía que se rieran»

¿Y por qué se decantó Eduard por el ballet clásico y no por el fútbol u otros juegos que normalmente prefieren los chicos? La verdad es que nadie en su familia sabría responder esa pregunta. Con solo dos años ya dijo que quería practicar ballet. «Se pasaba el día bailando», señala su padre. «Mi madre tenía miedo que los niños se rieran de mí y me apuntó a hiphop» en la escuela Charo Arlandis de Tavernes, cuenta Eduard. Pero esa modalidad no le acababa de llenar así que a los cuatro años insistió en que lo que él quería era hacer ballet, lo tenía muy claro.

Finalmente, Sonia accedió y a los cinco años le inscribió en esta especialidad y también en baile español.

La progenitora reconoce que «al principio no veía con buenos ojos que hiciera ballet y fui a Gandia y a Valencia. Vi que también había pocos chicos, así que al final pensé que me daba igual que fuera el único de la clase».

El pequeño está encantado porque, además, disfruta bailando. «Si algo no me sale bien, lo intento una y otra vez hasta que lo logro», dice. Reconoce, eso sí, que «es muy sacrificado» pero sabe que tiene que trabajar mucho para conseguir su objetivo porque «es muy difícil llegar aquí».

Sus amigos del colegio de Tavernes están muy contentos de verle cumpliendo un sueño. Bueno, todos menos su mejor amigo, «porque dice que si me voy a Madrid ya no me va a poder ver tanto». Eduard asegura que, aunque le gusta vivir en la capital, «no hay nada como Tavernes».