las grabaciones en las que aparece el asesor local de Ciudadanos (Cs), Salvador Marí, presumiendo de su poder en el Ayuntamiento de Gandia y hablando de recalificar terrenos, así como las contragrabaciones realizadas por Cs en Les Corts Valencianes al diputado del PP José Ciscar para probar que éste pretendía utilizar las de Marí para forzar un cambio de alcaldía en Gandia y Torrevieja, merecen analizarse. Como también hay que examinar la extrañísima convocatoria de prensa del PP gandiense en la que Víctor Soler anunció que ya no habría moción de censura durante el actual mandato, pues todo apunta a que dicha rueda de prensa está relacionada con ambas grabaciones.

Hay demasiada porquería acumulada, demasiadas zonas oscuras en un asunto destinado a probar las bondades del regeneracionismo o a certificar su defunción.

Es más que probable que la actual batalla política entre PP y Cs acabe en punto muerto, pues ni uno ni otro partido tienen nada que ganar enzarzándose en una disputa estéril que condicionaría negativamente sus relaciones futuras y, por otra parte, en Gandia, el concejal de Cs Ciro Palmer necesita marcar distancias con el gobierno local, a cuya órbita le han arrojado las circunstancias.

Sin embargo, en clave local, los episodios de los audios no admiten un carpetazo dado desde Valencia o el olvido interesado, porque nosotros vivimos aquí, no en Les Corts ni en los bajos fondos de la política, y se supone que tenemos derecho a conocer la verdad. Los siguientes puntos son los que, a nuestro juicio, deben aclararse con urgencia ante la ciudadanía.

Uno: ¿Marí hablaba a título personal con sus interlocutores o con el consentimiento de Palmer? ¿Iba a ser la recalificación de los terrenos a los que alude Marí en la grabación una condición innegociable por parte de Cs para que Palmer votase a favor de los presupuestos de Gandia?

Dos: Si las grabaciones hechas a Marí no iban a ser utilizadas para presionar a Cs y solo pertenecían al ámbito de la política local, ¿cómo y por qué acabaron en manos del diputado autonómico José Ciscar? ¿Quién se las hizo llegar, cuándo y con qué objeto? ¿Por qué Ciscar no las puso, como Cs, en manos de la prensa o instó a Soler a que lo hiciera?

Tres: Puesto que no se conoce un solo caso en la política municipal nacional en el que un partido en la oposición haya renunciado públicamente a ocupar el poder a 33 meses de la siguiente convocatoria electoral, y el intercambio de información entre el PP de Gandia y el de Valencia en relación con las grabaciones de Marí parece obvio, ¿qué motivó realmente la rueda de prensa del PP local y el anuncio de descartar la moción de censura? En este caso cabe aplicar el principio de la Navaja de Occam, según el cual, ante un conjunto de hipótesis, la más sencilla es la más plausible.

Como hay más razones para creer en el principio de Occam que en los principios de Soler es mucho más probable que los hechos ocurrieran así: conocida la decisión de Cs de Valencia de reventar el caso en la prensa, el PP local solo podía desmarcarse del «chantaje» denunciado por Cs desde Valencia y por Palmer en Gandia anunciando un día antes que «el yogur había caducado» y ya no habría moción de censura. La negativa de Soler a hacer declaraciones el jueves, una vez el escándalo saltó a los medios informativos valencianos, es un dato elocuente, como su propensión (ya demostrada en Navidad, cuando un informe de la Guardia Civil le acusó fraude, cohecho y malversación) a apartarse de la circulación en vez de dar la cara. ¿Qué tiene qué decir Soler más allá de su probada inclinación al escapismo?

Mientras estas cuestiones no se aclaren, habrá que repetir, como «La Faraona» ante las multitudes sofocantes: «¡Si me queréis, irse!».