El 24 de junio de 1922, tras un largo periodo acumulando donativos que la feligresía de los 28 pueblos de nuestro distrito fueron aportando para financiarlo, se inauguró el monumento en conmemoración a la Consagración del Sagrado Corazón de Jesús, que, promovido por el reverendo padre Carlos Ferrís Vila, fue diseñado por el profesor de la escuela de Ingenieros de Minas de Madrid, Luis Fourrat Soldevila, hijo de un alcalde la ciudad. El calvario, que constaba de 14 pequeños casalicios labrados en piedra y coronados por robustas cruces pétreas esculpidas por un artesano (picapedrer) natural del cercano pueblo de Almoines, no se construyó hasta 1930 en que fue solemnemente presentado a sus bienhechores.

Una tarde de mayo de 1936, estando el reverendo padre Barquero, custodio del monumento, de ejercicios espirituales en Alcoy, recibió la noticia de que el tímpano de la capilla del monumento había aparecido con un trapo rojo ondeante.

Inmediatamente dos congregantes, Bernardino Lledó y el seminarista teólogo Jesús Lloret, se personaron en el lugar para retirar el trapo en cuestión, que resultó ser un mantel que se había sustraído de la cripta existente bajo la capilla tras forzar la puerta de acceso con el fin de cobijarse de la lluvia unos días antes. La fiesta anual de junio conmemorativa de la consagración del distrito de Gandia al Sagrado Corazón y de la erección del monumento se llevó a cabo, no sin recibir una fuerte sanción el padre Barquero por parte del Gobernador Civil de Valencia, «por concentración religioso-derechista», como así rezaba el oficio por el que se le comunicaba la sanción. El día 6 de agosto de 1936, víspera del primer viernes de mes e iniciada ya la guerra civil, «la horda marxista», como calificaron a los autores las crónicas posteriores a la guerra, dinamitó el monumento, aplicando el explosivo en la base de la columna-monolito, que se desplomó al día siguiente al no resistir la violenta sacudida. Una gran columna de humo negro se levantó en su lugar como resultado de la quema con gasolina de la pequeña capilla habilitada en la base del monolito para la celebración de la Santa Misa. Los sillares pequeños del monumento fueron sustraídos «por nocturnas aves de rapiña. No así los grandes, los cuales eran previamente rotos y cortados, así como los del calvario», añade la crónica.

Quedó para la posteridad esta instantánea que realizó un ciudadano desconocido, acompañado por su chófer, en días posteriores a los vandálicos actos.